«Letra inscrita en la sombra», Parque del Retiro, Madrid. ©️AJR, 2018 |
En la rutina del renglón reglado
y entre el runrún del torque coercitivo
—eso que algunos llaman «el cautivo
modo de ser más libre»—, voy de lado
y entre el runrún del torque coercitivo
—eso que algunos llaman «el cautivo
modo de ser más libre»—, voy de lado
a lado del poema, y a él le imploro,
rota la rima previsible, un hueco
por el que deslizar, junto al muñeco
del ventrílocuo loco, un polvo de oro.
rota la rima previsible, un hueco
por el que deslizar, junto al muñeco
del ventrílocuo loco, un polvo de oro.
El juego de las voces es a veces,
entre tanta tantálica armonía,
una apuesta perdida de antemano.
entre tanta tantálica armonía,
una apuesta perdida de antemano.
Hay que apurar el cáliz. Y en las heces,
con sus taninos óxidos y su melancolía,
es preciso escrutar lo que a trasmano
con sus taninos óxidos y su melancolía,
es preciso escrutar lo que a trasmano
del poema-corsé quedan diciendo
los ecos que al oírse se van yendo.
(En Madrid, a 20 de marzo y martes, primer día, dicen, de la primavera de 2018)
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