miércoles, 17 de enero de 2018
Tabarnia, patria querida
(Visiones en voz alta, 🐜🐜🐜36). Casi se me había olvidado el problema catalán, esa obsesión. Aunque sigue estando ahí y nunca ha dejado de estarlo, las horas de la pantomima unilateral fueron tan intensas que lo sobrevenido después por fuerza tenía que tener una extensión catártica. Y como además coincidió con la habitual molicie estresante de la Navidulia y los fastos del cambio de calendario, todo ha ganado en fantasmagoría e irrelevancia, dimensiones por otro lado que acrecientan su poderío a medida que uno va cumpliendo años y logra asumir que hacia ese estadio galopan sin cesar nuestras neuronas. Pero me parece que la pausa toca a su fin. Para prepararnos frente al nuevo arreón emocional que se avecina, nada mejor que dar pábulo —signifique lo que signifique pábulo y sin excluir ninguno de sus sentidos— a este discurso del bufón Boadella que, junto con esta delicada pieza publicitaria, supone la irrupción oficial, oficiosa, transitiva y perifrástica de la idea más potable que ha segregado el "procés" en todo su ya largo y accidentado recorrido. Es más: creo que desde el memorable invento y hallazgo del «trobar clus», en la tierra d'Oc, y el caganer, en la Payesía, no se había producido, en los territorios de la Marca Hispánica y periferias, tan aquilatada lectura de la realidad. Ciudadanos de Tabarnia, ánimo y a por todas. Mientras mantengáis vivo el sentido del humor, el seny y su reverso, tened por seguro que no estaréis solos. Ni tranquilos.
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