Ya el tiempo se está poniendo amarillo y no deja de tratar de alcanzarnos. Esta mañana hemos echado una mirada al calendario y, al ver que entramos en diciembre, le he dicho a los demás que tenemos que ensayar los brillancicos. Para dar ejemplo, me he puesto a cantar el de la pastora Catalina, que lleva también su regalo, de naranjitas de China, un borriquillo cargado... Y así vamos pasándolo, lo mejor que podemos.
Fotografía de autoría incierta, virada al sepia Tomada de aquí.
7 comentarios:
Pues a seguir afinando garganta e instrumentos, que los peces en el río ya acompañan al coro, aunque la postal de la próxima blanca navidad parezca más la imagen de un recién estrenado otoño.
No nos cansamos de contemplar la foto.
Un abrazo,
Habrá que ir buscando alguna perra gorda y preparar un aguinaldo, siquiera sea testimonial (no están los tiempos para excesivas alegrías),para estos cantores tan pertinaces.
Aquí en la reserva también cantamos a los espíritus, pero con el ventarrón no se nos oye.
Un otoño tan amarillo como fugaz, querido Antonio, que ya mismito estamos en las puertas del invierno. Habrá que ir sacando las pellizas, que con los pantaloncillos cortos se nos va a helar hasta la radiografía. Gracias por la «compinchería».
Busca y rebusca, cualquier moneda será bienvenida, querido Navajo. Y no ceséis en el canto. Al fin y al cabo, Ventarrón puede que no sea más que otro de los nombres de Manitú, mira tú.
¡Muy bueno! iremos desempolvando zambombas y panderetas para sacarle más brillo a nuestros encuentro navideños :-)
En ellos andamos, Nando, con la marimorena en puertas y cortando estrellas, a ver si podemos concluir el año de la mejor forma posible y sin empujones.
Por cierto, Nando, se me olvidaba darle las gracias (y un gran beso) a Cecilia por los brillancicos. A cada cual su copy.
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