y deja entre los dedos su ceniza.
Puedo ver en su fuga la huidiza
luz candeal con que el sol llega a la casa
y va por los rincones, con su escasa
presencia, en este invierno que eterniza
el vuelo de la sombra. Y la plomiza
sensación de que el día se retrasa.
Tiempo en niebla y en frío resumido,
larga noche de hielo en los cristales
donde escribe sus sueños el deseo.
Es extraño vivir contra el olvido,
con la herida del tiempo que, a raudales,
cubre de arena roja cuanto veo.
5 comentarios:
Sustancioso soneto en torno al inefable tiempo. El 4º endecasílbao, de gaita gallega, me llevó a pensar que el poema me llevaría a otros de igual forma al final de cada estrofa. No es así y queda aislado, pero sirviendo de contrapunto a la cadencia natural de la forma, que vuelvo a leer, ya advertido, con gozoso placer.
Un abrazo.
Hago una tercera lectura y me doy cuenta de mi error: anteriormente leí: luz can-de-al con queel sol lle-gaa [la] ca-sa (comiéndome el artículo), de ahí mi acento en séptima. Ahora, corregido el lapsus, donde dije digo, digo Diego.
Nuevo abrazo.
Gracias, Antonio. Tu comentario, adenda incluida, me recuerda que hace mucho que no saco la gaita de su funda, con lo que me alegra su sonido... Tataré de ponerle remedio. Abrazos.
Precioso soneto, Alfredo. De verdad. Sin gaitas. Me emociona ver ese pisar pasando el tiempo bajo el sol candeal contra el olvido.
No se te olvida y te abrazamos.
Gracias, querido amigo. También yo os tengo presentes. A ver si se produce otra de esas confluencias felices (mismamente, candelaria) y podemos darnos ese abrazo a lo vivo. (Besos para Ala...: aunque no dijera nada, sentí mucho, también por solidaridad cercana, la muerte de Nina; seguro que entre tus palabras tuvo el mejor viaje).
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