El
verdadero ángel de Berlín.
El ser
valiente que sostiene con su voz el mundo.
El que
hace durar la noche más allá de los muros de la ciudad dormida.
El que
es capaz de sujetar el agua entre sus manos.
El
ángel de ojos nacidos de la lumbre.
El
ángel de todas las miradas que hacen falta para que el día no se desmorone.
Y el
ángel de las palabras verdaderas.
Tantos
ángeles reunidos en el Ángel.
El
viejo Homero sabía bien quién era: lo dejó dicho.
Y cada
brizna de silencio que crece cada día no hace más que recordarlo.
Las
alas del deseo vuelan sobre Berlín,
como en
aquella película de Wenders,
y ya
todos los ángeles han dejado de lado sus trompetas.
Ahora
son almas, nuestras almas, el murmullo
que nos
crece entre la piel y el aire
cada
vez que miramos hacia el cielo.
Imágenes
(Arriba) Columna de la Victoria (Siegessäule) en el Tiegarten de Berlin © AJR, 2006.
(Abajo) detalle © Werner Kunz .
(Arriba) Columna de la Victoria (Siegessäule) en el Tiegarten de Berlin © AJR, 2006.
(Abajo) detalle © Werner Kunz .
6 comentarios:
Hermoso poema, Alfredo, a través del cual nuestras almas pueden fundirse con el ángel (¡Ah, los ángeles, cuánto juego han dado y dan en Poesía!)Homenaje, de paso, a una ciudad como Berlín que, hoy por hoy, la tengo com asignatura pendiente. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Necesitamos muchos ángeles para olvidar Berlín;-)
Me ha encantado.
Gran poema-crónica de rabiosísima actualidad. Enhorabuena, y que el Ángel de la Merkel sea nuestra dulce compañía.
Gracias, Antonio. Alguna vez, y me parece que tú mismo pudiste haber sido testigo, pensé que había demasiados ángeles ("sobran ángeles" era la expresión concreta, buscado remedo de un famoso título). Y es que con el resurgimiento reciente de la angeología y otras patrañas más histéricas que mistéricas (algunos han llegado a encuadrar a los ángeles en una categoría especial de ovnis), el tema se había puesto peliagudo. Pero, como se ve, hay símbolos poderosos, o uno no está libre, y menos que nadie, de volver a tropezar en la misma piedra, aunque esta vez más que arrebatado por el espíritu del ángel, lo haya sido por las sugerencias de un ángel preciso que lleva un nombre que a su vez es hoy por hoy un símbolo de la incertidumbre que nos toca. Un abrazo.
Gracias, Olga (curiosamente caigo ahora mismo en la cuenta, al escribirlo, de que tu nombre es casi un anagrama inverso de la palabra angelo). En efecto nuchos ángeles, y de diversa condición, habrá que sumar para que Berlín se «apiade» de nosotros. Se me ocurre un chiste tonto: ¿tendrá algo que ver el hecho de que quien allí parta el bacalao, en vez de ángel, sea Angela...? (No se me tenga en cuenta). Un abrazo.
Solo se me ocurre decir «amén», querido Fernando. Como contesto cuando ya se ha consumado la cantada trasmigración del alma política del país, a ver si la mayor sintonía previsible en el ejeje (era errata, pero ya no) Berlín-París-Vigo nos sirve de algo, aunque me temo que en lo tocante a las cosas materiales todos los ángeles son más bien cicateros y hasta un poco hidetales... Gracias por estar ahí.
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