No soy amante del heavy metal, pero me gusta Metallica. (Bueno, también siento ahora cierta extraña añoranza por Leño, a los que sólo vi una vez... hace ya tanto). No me hubiera importado estar ayer en el Palacio de los Deportes, en Madrid, difrutando de una estética que conjuga los estertores de los videjuegos más siniestros con el olor sólido de nuestra época hiperpetrolífera. Y que contiene signos visibles de un romanticismo salvaje y de pureza apocalíptica. Estruendo limpio. En lo puramente personal, el heavy tiene para mí un nombre mítico y amigo, el de Juan Pablo Ordúñez, un personaje clave de la radio-rockera española, universalmente conocido como El Pirata. Este vídeo caluroso lo enciendo en su honor... ¡y a la memoria de los viejos nuevos tiempos!
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