Beatus (Bayal) ivre!
Nada más empezar la lectura, mientras suenan latines, se parodian salmoldias, crece un humor de haches aspiradas y los parágrafos adquieren una desenvoltura clásica que me gana de largo, la primera revelación se produce con la aparición temprana del «Beatus ivre», el bien urdido ardid del manuscrito encontrado, con su nombre mitad de barco pirata a la deriva, mitad de bucólico chalecito a las afueras. «¡No ‘odas! –me digo plagiador y también con áspero espíritu–, esa expresión se me tenía que haber ocurrido a mí*. ¡Poner juntos a Horacio, fray Luis y Rimbaud con solo dos palabras! ¡Qué destello!»
En ese preciso instante, en el ameno parquecillo donde leo (al pie mismo de la Posada) hace su entrada un gran bulldog que mira con belfos complacidos a Pancho, mi perro, sentado a mis pies con esa postura que tanto lo asemeja a las representaciones más elegantes de Anubis (y no es fervor de dueño: el dueño, en realidad, es él). Los dos canes se miran y hasta parece que intercambian un leve gesto de reconocimiento y respeto mutuo, pese a sus envergaduras claramente disímiles.
De una forma extraña (síntoma solo) siento que algo empieza a anudarse. Y a desatarse. Como si se cumpliera de verdad, ajeno a los sudores escolares, el inicio aquel del libro segundo de Virgilio (Conticuere omnes…), quedo atrapado en la magia de una voz. Intuyo que se avecinan grandes emociones. Hondos pozos de gozo. Fuegos solares y juegos aéreos al estilo de «Ama la rata morir o matar al ama» (que ya es amor... y duda de ida y vuelta). Ya veremos.
Hacía tiempo que no sentía tantas ganas de quedarme a vivir en un libro, el único impulso, por otro lado, que siento como irrefrenable en mis cada vez más medidos tratos con la ficción libresca. Continuará…
* Me consuelo (y ya se sabe lo que dice el dicho) pensando que lo de Litœral (fechado el 3 del mes en curso) que acabo de ver en el precioso cofre de GHB, se me escurrió antes de las manos y del teclado (el 2 de junio próximo pasado), en mudo homenaje a César Vallejo y así quedó colgado en un ventanal de la Posada con amplias vistas al mar. La mera co/incidencia (claro) aumenta mi entusiasmo.
4 comentarios:
Pues nos haremos con el, y le haremos una laaarga visita.
Pinta bien. Graciñas.
P.D. la verificación de palabras dice cies...
Ahora que voy a tener más tiempo para leer me embarcaré en la aventura de descubrir a mi paisano.
Gracias, Alfredo.
No conozco al extremeño, aunque si Reig dice que es un Nabokov y ofrece "hondos pozos de gozos" y "dábale arroz a la zorra el abad" habrá que tenerlo en cuenta.
"Beatus ivre", remite a Horacio, a Fray Luis, a Muñoz molina... La referencia a Rimbaud no la capto. "Ivre": ebrio, borracho. Es por este adjetivo que se refiere al francés?
Cristal, no te defraudará; la calidad literaria de GHB es extraorinaria. Lo de la verificación de palabras (supongo que te refieres a esos grafismos que saltan para evitar spam y robots en red) suele ser inteligente y, en este caso, geográficamente partidaria. ¡Como debe ser!
Luisa: Un placer verte por la Posada. Te digo lo mismo que a Cristal, aumentado en tu caso, además, por la cercanía idiomática, histórica y paisajística. Ánimo con ese escafoides; después de la preciosa oda que le has dedicado (muy nerudiana ella), no tendrá más remdio que dejar de darte la lata.
Shandy: no andas descaminada; uno de los más conocidos poemas de Rimbaud se titula Le bateau ivre (el barco ebrio) y de ahí el ingenioso juego de GHB, que es un maestro de la sutileza y las dobles (o triples) lecturas. Hay por ahí (en otras entradas y en tu blog) más cosas pendientes que merecen tratamiento aparte. Iré con ello en cuanto pueda...
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