domingo, 16 de diciembre de 2018

La g de gimnasta

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Hans Henri: Gimnasia, 1983.
Entre líneas paralelas y círculos pendulares, los gimnastas son domadores de gestos capaces de escribir en el aire mensajes de músculo y belleza.
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sábado, 15 de diciembre de 2018

Un año sin Woody

Woody Allen
Woddy Allen, una mirada perpleja. Foto:  Getty Images. 
(Lecturas en voz alta). Hablaba el otro día, después de algún tiempo, con mi amigo José María, alias Navajo, uno de los mejores críticos de cine que conozco, y lamentábamos, justamente, la injusta postergación de Woody Allen. Y, entre algún que otro juramento y varios exabruptos no reproducibles, nos quejábamos de que este 2018 se fuera a despedir sin la anual cita con la peli del maestro. Este artículo de Elisa Martín Ortega parte de esa misma sensación y cuenta una experiencia que, detalles biográficos aparte, muchos podríamos suscribir. Al igual que el agradecimiento expreso al genio de Brooklyn, al que tantos momentos gozosos debemos. Hace ya unos años, mi amigo Navajo me regaló un estuche con una buena selección de películas de Woody Allen en deuvedé. En lo poco que ya va quedando del año buscaré el momento oportuno para volver a verlas y así desquitarme de la inmensa frustración que supone su ominosa desaparición de la vida pública, uno de los más preocupantes síntomas de los tiempos bárbaros que vivimos.

La venganza

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Eduard von Grützner: La catástrofe, 1892, Milwaukee Art Museum. Milwaukee, Wisconsin.
El manuscrito encontrado en el jardín del monasterio no dejaba lugar a dudas. El famoso abad murió envenenado. ¿Cómo entender si no aquella frase de ida y vuelta escrita con hermosos caracteres góticos?: 
ORUJO LETAL LE DABA LA ZORRA Y ARROZ AL ABAD, ¡ELLA, TE LO JURO!
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viernes, 14 de diciembre de 2018

La profecía

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 Duccio di Buoninsegna: El profeta Oseas, 1308-1311.
Predela de un retablo mayor.
Museo dell'Opera del Duomo, Siena (Italia).
Fue entonces cuando un mazo de niebla penetró en la sala, serpenteó entre los congregados, sobrevoló la sencilla mesa presidencial y, en un rápido giro hacia el techo ecológico y alambrado, dejó brillando en lo alto de la penumbra una leyenda, mitad oráculo, mitad plegaria, que decía así: «Seré una hoja de amor a la deriva».
(Rafael Valero Oltra «Oseas», homenaje)
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jueves, 13 de diciembre de 2018

Hablarle a Borges (12)


(Hablarle a Borges, 43). Dicen que Borges dijo o escribió: «Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra el de la existencia de Dios. Si Dios existe, el número es definido, porque Dios sabe cuántos pájaros vi». 
Y, sin poderlo evitar, exclamo: «¡Menudo pájaro (si se me permite) el vate bonaerense, redivivo Tiresias! ¡Está en todo! ¡Y todo el rato!».

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(Hablarle a Borges, 44). Es sabido que Borges, en lo de Funes y refiriéndose a él, escribió: «Le era difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo».
Y, dirigiéndome en parte al autor en parte a su personaje, se me ocurre apostillar: «Dormir no tiene mérito, es de balde. Lo heroico es vencer al sueño en su propio campo». Y sigo leyendo.



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(Hablarle a Borges, 45). Dicen que Borges escribió: «Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías».
A lo que de inmediato le comento: «Y en esto veo, maestro, que sos de la opinión misma de vuestro compatriota y casi estricto coetáneo el gran Juan Filloy, el mago de las seis letras. Y no sé si sabés cómo y hasta qué punto tal cercanía me place..., aunque sospecho —y algo más— que la relación y el trato no fueron fluidos, ni cordiales, ni siquiera... existentes».




Singularidades

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Giovanni Domenico Tiepolo: El charlatán, h. 1754-1755. Museo del Louvre, París.
«Usted, amigo, amiga, está buscando un estímulo que llevarse a los ojos ávidos, un revulsivo para su mente despierta, un consuelo para su ajetreado corazón. También en eso nos parecemos usted y yo. Somos seres singulares. Y podemos demostrarlo», y bajando el megáfono me miró, a mí en concreto, de eso estoy seguro, desde lo alto del carromato con el que había llegado a la feria.
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miércoles, 12 de diciembre de 2018

Frente a Vox



(En voz alta). Pues estoy pensado en qué se puede hacer para combatir la expansión de Vox, y especialmente (mente especial) en lo equivocado de recurrir a posiciones frentistas y sobre todo a ese lenguaje de resabios bélicos (“combatir en las calles”) utilizado por algunos líderes de la izquierda. Hay que mantener la moderación, insistir con paciencia en la información, la educación y la aclaración, y no ceder ante el avance de los tópicos vagos y desinformados, que florecen, prosperan y se multiplican apoyados en las penurias, de todo tipo y cada vez mayores, que afectan a amplias capas de la sociedad. Vox puede rentabilizar sobre todo el cansancio y las dificultades para entender lo que está pasando en una sociedad cada vez más líquida (la opinión toma la forma del recipiente que la contiene), más estupefacta, más confundida en su creencia de saber de qué van las cosas, qué está pasando, por el mero hecho de tener disponible un caudal incesante de información: el peso de la banalidad de las Redes Sociales es evidente. Como lo es también el adelgazamiento de las diferencias entre “lo real” y “lo virtual”, clones ya todos, más o menos conscientes, de un sinfín de universos paralelos (para lelos). Aún así, hay que reforzar por todos los medios posibles la sensibilidad común intuitiva y la cordura de una amplia mayoría social, no necesariamente muy politizada, ni definida ideológicamente, que ha asimilado avances y costumbres sociales sin grandes aspavientos, y que sólo prestará apoyo a estas tendencias extremas si se ve obligada a elegir entre «lo malo y lo peor». Ojo, sobre todo, con el factor miedo. Y no olvidemos algunos errores fatales de nuestra historia. Tiempos crudos, exigen el ejercicio continuo de la lucidez, del pensamiento libre.