miércoles, 31 de julio de 2013
Robaban a babor
miércoles, 24 de julio de 2013
Aire sería
domingo, 21 de julio de 2013
Ahora o nunca
Momento de lectura, acrílico de Montse Almonacid. |
El sol y la lectura:
dos placeres mellizos
que acaban confundidos
en un mismo terror.
Terror a que se acaben.
Que la lectura sea
memoria emborronada,
voz ronca, parloteo
sin aire y sin raíz.
Y que el sol, infinito
astro que suma vidas,
igual que el tiempo suma
toda la eternidad,
salga un día y no estemos:
la primera imposible
jornada del que empieza
a no ser nunca más.
(Nunc & Nevermore,
anotación en la página blanca final del libro
Otoño en Madrid hacia 1950, de Juan Benet;
sin fecha, pero escrita hacia 2010,
en algún lugar del Mar Menor.)
sin fecha, pero escrita hacia 2010,
en algún lugar del Mar Menor.)
viernes, 19 de julio de 2013
Ni a Caín
Lago de Sanabria y San Martín de Castañeda. Foto Wikipedia. |
Al volver sobre sus pasos, en uno de sus habituales recorridos meditabundos por las calles de Baeza, Abel Martín sintió el aguijón de una nueva duda y a la vez tuvo lo que creyó una idea luminosa.
«Viajaré hasta Lucerna —se dijo—, a ver si Manuel Bueno puede orientarme».
Dos días después, ambos personajes, coetáneos y hasta un poco amigos, paseaban junto al Lago de Sanabria completamente entregados a una apasionante conversación que ora versaba sobre las cualidades de la soledad o el color de los campos, ora sobre el sentimiento trágico de la duda o las posibilidades de que el Cristo de Velázquez hubiera sido realmente capaz de hablar en el madero.
—¿Y usted cree, don Manuel...? —decía Abel.
—Más bien poco —le cortaba irónico su interlocutor.
—No, no, lo que quería preguntarle —volvía a la carga Abel— es si usted cree que el Cristo de la cruz realmente pudo haber mandado amar a todo el mundo.
—De eso no me cabe ninguna duda. El amor fraterno del Cristo era universal.
—¿Sin ninguna excepción?
—Sin excepción alguna.
—¿Y no excluyó a nadie de ese mandato?
—Absolutamente a nadie.
—¿Ni a Caín?
Manuel Bueno miró fijamente a su amigo, que a su vez lo miraba con ojos mitad suplicantes, mitad inquisitivos. Se pasó dos dedos por los labios, como si quisiera valorar el peso y el tacto de las palabras que iba a pronunciar, y finalmente dijo:
—¡Ni a Caín!
Ambos quedaron en silencio, tal vez sobrecogidos por la inminencia de la hora violeta o solo fatigados por los extraños caminos de la razón, que tantas veces vuelve sobre pasos ya andados. Cuando retomaron la vuelta a casa, el sol estaba a punto de hundirse en las aguas del lago y las sombras comenzaban a devorarlo todo.
miércoles, 17 de julio de 2013
Kepleriana
Testigo del sol poniente (c) AJR, 2011 |
(Tiempo contado, 21, diciembre, 2011)
lunes, 15 de julio de 2013
In ictu oculi
Dada la calidad de las respuestas verbales que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está dando a las graves acusaciones que él mismo ha hecho contra sí mismo, en forma de contradicciones palmarias que sólo un ejercicio de ceguera amnésica puede simular que no han tenido lugar, no hay más remedio que acudir al lenguaje no verbal, y especialmente al ocular, para tratar de entender qué es lo que verdaderamente pasa por la cabeza de nuestro máximo mandatario cuando formula o lee tales manifestaciones. Y es que, en efecto, teniendo como tiene don Mariano un disparo ocular del todo indisimulable, les recomiendo que en el hipotético caso de que se produjera una nueva comparecencia estén atentos a lo que dicen, no sus palabras (que suelen ser una melodía repetitiva y carente de sustancia, al menos por ahora), sino sus ojos. En un abrir y cerrar de ellos se esconde más claridad que en todos sus esfuerzos, bastante vagos por otro lado, para hacernos comulgar con ruedas de molino. Que como se sabe es una forma de trituración corporal y espiritual de raíces tridentinas, y que suele rendir pingües beneficios a los vendedores de bálsamos, crecepelos, martingalas y otros productos de feria. Vanitas vanitatis, no tardará en llegar el día en que este episodio forme parte de una crónica bufa de estos tiempos ominosos. Pero mientras llega esa vuelta de la esquina, qué tortura, señor. Ni que nos hubieran echado mal de ojo. A ver si va a ser eso.
domingo, 14 de julio de 2013
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