RUMBOS DADOS
Eché a andar en la noche.A la noche eché en andar.Andar a la noche eché en.La noche en a eché andar.Noche eché en andar a la.
(De Eloy Tizón: “Agudeza”, en Plegaria para pirómanos, p. 64)
RUMBOS DADOS
Eché a andar en la noche.A la noche eché en andar.Andar a la noche eché en.La noche en a eché andar.Noche eché en andar a la.
(De Eloy Tizón: “Agudeza”, en Plegaria para pirómanos, p. 64)
(En voz alta). En la muerte de Mario Vargas Llosa, que el pasado 28 de marzo cumplió 89 años, además de sumarme al reconocimiento que merece toda una larga vida dedicada a la literatura, me gustaría recordarle en su faceta de extraordinario orador y narrador oral: recuerdo como fogonazos duraderos la tarde aquella en que, entrevistado en la radio, contó con rara elocuencia y con su característica voz de timbre alto algunas peripecias de su infancia; y también la muy sagaz y entretenida conversación que mantuvo, cara al público, con Fernando Savater, hace unos tres o cuatro años, en la Fundación Ramón Areces. Deja tras de sí una espléndida obra narrativa, con al menos media docena de títulos imprescindibles; algunos ensayos de gran brillantez y extraordinario impacto; varias historias más o menos polémicas, y una extraña y fugaz carrera política. Descanse en paz.
La Palestra
(En voz alta). Creo que ya he hablado alguna vez de las entrevistas de ese extraordinario conversador que es el comunicador gallego Álex Fidalgo. Sus podcasts pueden oírse en diversas plataformas y verse en YouTube. Del casi medio centenar (quizás unos cuarenta) que habré visto en los últimos meses, no ha habido ninguno en el que no haya encontrado varios pasajes de interés, aunque a menudo es el propio sucederse de la charla y el cómo se va construyendo el clima de confianza y sosiego, propicio a la confidencia y la calidez, lo que por sí solo nos atrapa en un verdadero oasis de escucha atenta y en un ejemplo de buena comunicación frente al ruido circundante. Eso y el interés, diverso pero siempre elevado, de los entrevistados. El episodio en que conversa con Javier Sierra es un buen ejemplo de ese ambiente casi hipnótico y muy estimulante que suele crearse en «Lo que tú digas». Pueden comprobarlo.
(En voz alta). La lectura de libros sacados de las bibliotecas públicas, un hábito que practico y puntualmente (seis cada mes) desde hace solo unos pocos años, trae aparejada a veces la sorpresa, sin duda voyeurista, de poder fisgar en huellas ajenas que no dejan de ser, aparte de ocasionalmente un estorbo o un fastidio, una a modo de conversación crítica con otros lectores, un añadido sugerente al hecho solitario pero no intransitivo del leer. Este libro de glosas de Ferlosio, un breve pero denso recopilatorio de apuntes sobre lo que podríamos denominar el tuétano de la lengua, está lleno de subrayados y “aureolados” que van destacando, en general, a modo de hitos guiadores, los diferentes ejemplos aducidos y los casos analizados. No sé si por mano de la misma persona (es un libro con más de 20 salidas), en un momento dado el lector se siente en la obligación de corregir o llamarle la atención al autor y recurre a una de esas hojas amarillas tan características de nuestra antigua y acaso ya exangüe vida manuscrita para dejar constancia de su enmienda. Lástima que el sabio de La Prospe no ande ya por el barrio. Sin duda hubiera sido digna de ver y escuchar su posible respuesta al casus belli...
En el Museo de Historia, en Tribunal, hasta junio, puede verse una muy entretenida exposición sobre la Bohemia en Madrid. Muchos lugares comunes y un temblor nada común: el que nos conecta con lugares de la memoria que ya tienen varios estratos. Un hora larga de disfrute, para luego perderse por las calles (tan transformadas pero aún tan memoriosas) de Malasaña, Barceló, San Mateo, Santa Bárbara, Almagro…