(LUN, 504 ~ «Cuentos absurdos: Serie Z/A»).
miércoles, 11 de enero de 2023
CON LA X de XENÓFOBO
martes, 10 de enero de 2023
AHORA LO LLAMAN EMPATÍA
lunes, 9 de enero de 2023
Sobre el diario de Hilario Barrero
(En voz alta). Mi comentario sobre el más reciente diario de Hilario Barrero en las páginas culturales de ABC.
MESTER DEL DESPERTAR
Iba siendo esa costumbre un hito de los que no pueden obviarse ni rodearlos tampoco. Ni el sueño, ni la ira, ni el agobio, ni las menudas dolencias que a menudo lo atarantaban como si fuera un retruécano podían nada contra la voluntad que cultivó, y a conciencia, durante los años que laborara duro como minero en las piedras giradas del Norte, entre las rojizas cresterías, y donde la conquista de una mísera pepita áurea bien podía suponer toda una jornada de penoso embalsar tiempo, acumular potencia líquida y proceder a sucesivos episodios de ruina montium que más de una vez se llevaron por delante a compañeros de desgracia y apenas servían para llegar al día sucesivo y reiterar el desempeño de un nuevo mester del despertar.
domingo, 8 de enero de 2023
UN JUEGO DE LA IMAGINACIÓN
La “pintora de los papas” Natalia Tsarkova trabajando en el retrato de Benedicto XVI. Foto Daniel Ibáñez/ACI Prensa. |
sábado, 7 de enero de 2023
LA EVAPORACIÓN (4)
Pablo Picasso: La cerveza (Retrato de Jaime Sabartés), 1901. Museo Pushkin, Moscú. |
A ver cómo te lo cuento. Si no llegan las palabras. Y poco a poco la niebla lo cubre todo. Esa escoria al pie de la calle. El rictus de los desenmascarillados, los sentidos sólo bultos, la real irrealidad. Por cosas así trataba de comprender, en el pulso del nuevo día, la fuerza del ciclo nuevo, lo innato de lo porvenir o al menos seguir en danza. Pero el agua no llegaba al pozo. Y ya ni siquiera teníamos la coartada de la tristeza. Ni el sitio. A ver cómo te lo cuento. Prosa, verso, ritmo. Narro lo que se ve sólo si te toca de lleno. Viste?
viernes, 6 de enero de 2023
RUIDOS DE FONDO
Gustave Caillebotte: Les raboteurs de parquet, 1875.Musée d’Orsay, París. |
Un momento tras otro, sin que se pudiera llegar a distinguir ni un segundo de descanso, estuvimos oyendo ruidos de fondo que, si bien no nos impedían seguir realizando nuestros trabajos, incluidos los respiratorios, sustraían sobradamente elementos básicos de nuestra concentración, de modo que todos recibimos con una indisimulable sensación de alivio la llegada de aquel individuo que, sotto voce, nos fue presentado como ‘El ebanista italiano que materializó la impalpable labor de la carcoma’. Y gracias a él pudimos encontrar un alivio cierto no tanto en la inmediatez de nuestros sentidos, que siguieron siendo percutidos, como en las pesarosas incógnitas que gravitaban tan pesadamente sobre nuestras conciencias y, en particular, sobre las inveteradas creencias de las que apenas podíamos sostener nada más concreto que la vibración de su costumbre.