domingo, 28 de agosto de 2022

LAS COSAS DE NOSTRA

 EL PASO

Cartel del estreno en España de Frau in Mond (1929), de Fritz Lang,
una de películas pioneras de la ciencia ficción,
paso importantes en la senda de los grandes hallazgos de Méliès,
al que se debe la imagen inaugural de la luna-mujer en una pantalla.
Con Gerda Maurus, Willy Fritsch, Fritz Rasp, Klaus Pohl y Gustav
Von Wangenheim, entre otros. Puede verse en Filmin.

«La humanidad da el primer paso para que una mujer camine por la Luna», lee en voz alta Nostra en su banco de la Plaza. Y comenta: «De modo que aquel ‘pequeño paso para el hombre’, que dijo Armstrong, por fin se puede convertir ‘en un gran salto para la humanidad’». Todos le escuchamos con atención. Aunque no faltan, en el corro de los chismosos, las voces “críticas”. Como la de Pipe el de los Frutos Secos: «Hasta que no se llegue también al Luno, no habremos salido de pobres». Pero Nostra entra al quite: «No seas tan quisquillosamente inclusivo, chaval, que por encima de todo ha de brillar la luz de la inteligencia». Y ya puesto, Nostra sigue, enfático, burlón: «Y digo yo, el Armstrong ese, cuando lo del alunizaje, ¿no iría dopado?». Risas en la plaza. Como son, pese a las engañosas apariencias, gente ilustrada, terminamos hablando de Fritz Lang. Un nivel. «¿Y de L’Angliru… qué?», apunta el Enano de Ébano, que no se pierde una. Así que no tengo más remedio que intervenir: «Este año no toca. Pero tenemos Les Praeres». «¡Buen verde debe de haber por ahí, eh, guaje!», apostilla Nostra. Más risas. Y luego, cada mochuelo… a su vuelo.
(LUN, 642 ~ «Las cosas de Nostra»)

sábado, 27 de agosto de 2022

Vila-Matas en Montevideo

(Al filo de los días). Con de la etapa de La Vuelta de fondo, leo la entrevista que en Babelia le hacen a Vila-Matas en relación con el inminente lanzamiento de su nueva obra, Montevideo. Del máximo interés, todo. Siempre suenan a revelaciones recién conquistadas las palabras de don Enrique y, como suele, desliza tantas pistas potables entre ellas que a uno se le pone el olfato canino a tope y empieza a fantasear, sin salir de la realidad, que ya es por sí sola el gran misterio. He dejado la entrevista plagada de subrayados mentales —en palabras como trasplante, desaparición, puerta condenada, Borges contra Sancho, Bioy y Cortázar, los fantasmas verbales que no cesan de perseguir al escritor, la inconveniencia de las explicaciones …—, también bajo alguna curiosa construcción sintáctica claramente errónea —“como si no le hacía gracia”— y seguramente los acabaré resaltando de facto y hasta copiando en mi cuaderno. Tengo comprobado que las lecciones de uno de los escritores más estimulantes del presente continuamente en fuga son siempre —y aquí utilizaré una expresión que aparece en otro contexto bien distinto pero solo dos pliegos más atrás— “de largo recorrido”. Otrosí obvio: Montevideo es la patria chica de los montevideanos. Y no digo más, que luego todo se sabe. Si el enlaza no funciona por lo de las restricciones de la prensa digital, un simple aviso y fotografiaré lo mejor que pueda los papeles y los colgaré aquí debajo. Me vuelvo a La Vuelta. La etapa de hoy promete mucho.



LEÍ MIEL


Anna Karpowicz-Westner: Nude on a Blue Couch, 1994-1998. Col. Particular.

Era sólo una palabra muy dulce.
Sólo muy dulce era una palabra.
Una palabra muy sólo dulce era.
Palabra dulce muy era una sólo.
Muy dulce palabra sólo era una.
Dulce era una palabra sólo muy.
(LUN, 643 ~ «Amo idioma/Dados»)

viernes, 26 de agosto de 2022

Leyendo en el Parque

(Al filo de los días). Llego al filo de la hora de cierre a entregar los libros del verano a la Biblioteca del barrio. La proba funcionaria —aunque podría, no diré su nombre— ya ha cerrado la sesión y se enfada porque aún quedan más de cinco minutos para que se cumpla el horario reducido del verano, más reducido aún durante el mes de agosto. Iba a hacerle una pregunta pero su mirada de hiena me disuade y me marcho como oveja esquilada, no vayan a buscarme de nuevo las cosquillas. Cómo está el patio. Por fortuna, de salida, en la “mesa de esquilmes”, me salen al paso dos volúmenes aún en muy buen estado de Cristina Fernández Cubas (nada menos que El año de gracia” y Todos los cuentos): pa’ la bolsa! Se me cruza la idea de volver y darle a la proba funcionaria incluso un beso por tan buena suerte. Pero seguramente ya no esté, aunque tampoco me vuelvo a comprobarlo. Ni el horno para bollos.

Salgo a la calle y me acerco al parque de Berlín. En uno de los libros que he renovado, Las sílabas del gran Gonzalo Rojas, me sale al paso este poema por el que en más de un lugar que yo me sé lo hubieran lapidado… verbalmente (al menos de momento). Tiempos raros, muy raros. Casi toda la gente con la que me he cruzado en la última media hora va pendiente de su teléfono móvil. Yo mismo escribo en él estas palabras. Menos mal que Rojas, astuto o tal vez sólo inocente, perpetra al final de su poema fenicio un “personaja” que pone su reloj en hora con un tiempo que tanto se parece… ¿al final de los tiempos? Hay muchos niños, niñas y jóvenes (¡y jóvenas!) jugando en el parque. Las cotorras —ya no diré argentinas— no paran de cotorrear. Ancianas bien vestidas pasean de la mano de cuidadoras indígenas. La vida al atardecer de un viernes de finales de agosto, en un parque, en un rincón de mi mente que no cesa de reconocerle a Kafka su clarividencia.

Y a seguir barajando.

El poema (cuya foto, aunque de mi autoría, acabará desapareciendo de aquí)
es el titulado "Qedeshím Qedeshóth". Quede constancia.


PANAL

Anónimo: Internauta de quinta degeneración, 2025. Museo Virtual de Kentucky.
Obsérvese el curioso parecido, tal vez debido a los auriculares de alta precisión
integrados en la cabeza, con la Drosophila melanogaster,la popular “mosca del vinagre”,
tan útil para la ciencia por su cercanía genética al género humano.

Llegó el día, ya es este, en que la configuración de los artilugios y la sincronización de las almas de los supervivientes vinieron a producir de consuno el SOMA de la verdadera —así llamada— vida y se alzó meridiano en las conciencias aún no arrasadas, también en algunas no esquilmadas hasta su RAÍZ, el deslumbramiento de que estaba a punto de cumplirse ad pedem litteræ la vieja y hermética y ninguneada profecía, ahora por fin vuelta tan prístina y determinante en su acaso OBVIA formulación: «A un PANAL de rica miel cien mil moscas acudieron y por golosas murieron presas de patas en él». Estando claro la identificación del PANAL, se afanaban los hermeneutas en determinar con la mayor precisión posible el alcance y posible extensión semántica del presunto acrónimo MOSCAS. La primera propuesta, rechazada por excesivamente derrotista, provenía de las Estepas Centrales y decía así: «Mentes Obviamente Seducidas Casi Abocadas (al) Suicidio». Más interés suscitaba la —así llamada— Hipótesis Integral de la Puerta Ulterior de Tannhäuser Abierta Sosegadamente, con su giro sincopado y lleno de posibilidades: «Manos Operativas Sugieren Caminos Abren Sueños». Pero aún faltaba mucho para poder dar por resuelto el ENIGMA y todo esfuerzo iba a ser poco. Nadie de verdad comprometido con el futuro en presente de la ESPECIE debería quedarse al MARGEn.

(LUN, 644 ~ «Cuentos absurdos»)

jueves, 25 de agosto de 2022

EL CANTO HILADO (12)


Pero seamos serios y concisos: El laberinto junto al mar es un buen espacio para descubrir Cosas conocidas y extrañas, y emprender después un recorrido por La ciudad y las sierras, seguido de Civilización, hasta encontrar la forma idónea de contar Una boda en Lyon y otros relatos.

(LUN, 645 ~ «Desde el Acantilado/ebook», 123-126)

miércoles, 24 de agosto de 2022

PURA FICCIÓN, AFICIÓN PURA

Edward Hopper: Sunday, 1926. The Philipps Collection, Washington.
El caminante sabe que la ciudad que recorre en soledad por la noche ya no existe más que en su imaginación. Puede ir del Sur al Norte, desde la Plaza hasta el Río, sin encontrarse con nadie. Atraviesa el paseo de los fantasmas, y también los fantasmas han desertado. En un portalón aún le gusta comprobar que las aldabas son de bronce. Quedan calles empavesadas de cantos puntiagudos. Y hay letreros que sobreviven, con su tipografía moderna, debajo de la mugre de las ya añosas pintadas y al margen del caos de los grafitis. Una colonia de gatos aposentados en lo que fuera el terrero de un viejo convento, en el antiguo corazón de la urbe, es el mayor signo de los nuevos tiempos. Junto a algunas recuperadas piedras del pasado. Quizás sean ambas señales muestra inequívoca del rumbo futuro, abocada como está la vida aquí a servir al definitivo despliegue de un mundo de ficción del que los días por venir exhalan, corriente abajo, un paisaje irreal de carne de píxel y humo algodonoso, sobre el cauce cegado de un sueño del que fuera imposible despertar. Pero no nos pongamos apocalípticos. Y sigamos fabricando el Arca.

(LUN, 646 ~ «De la vida misma»)