EL PASO
domingo, 28 de agosto de 2022
LAS COSAS DE NOSTRA
sábado, 27 de agosto de 2022
Vila-Matas en Montevideo
(Al filo de los días). Con de la etapa de La Vuelta de fondo, leo la entrevista que en Babelia le hacen a Vila-Matas en relación con el inminente lanzamiento de su nueva obra, Montevideo. Del máximo interés, todo. Siempre suenan a revelaciones recién conquistadas las palabras de don Enrique y, como suele, desliza tantas pistas potables entre ellas que a uno se le pone el olfato canino a tope y empieza a fantasear, sin salir de la realidad, que ya es por sí sola el gran misterio. He dejado la entrevista plagada de subrayados mentales —en palabras como trasplante, desaparición, puerta condenada, Borges contra Sancho, Bioy y Cortázar, los fantasmas verbales que no cesan de perseguir al escritor, la inconveniencia de las explicaciones …—, también bajo alguna curiosa construcción sintáctica claramente errónea —“como si no le hacía gracia”— y seguramente los acabaré resaltando de facto y hasta copiando en mi cuaderno. Tengo comprobado que las lecciones de uno de los escritores más estimulantes del presente continuamente en fuga son siempre —y aquí utilizaré una expresión que aparece en otro contexto bien distinto pero solo dos pliegos más atrás— “de largo recorrido”. Otrosí obvio: Montevideo es la patria chica de los montevideanos. Y no digo más, que luego todo se sabe. Si el enlaza no funciona por lo de las restricciones de la prensa digital, un simple aviso y fotografiaré lo mejor que pueda los papeles y los colgaré aquí debajo. Me vuelvo a La Vuelta. La etapa de hoy promete mucho.
LEÍ MIEL
viernes, 26 de agosto de 2022
Leyendo en el Parque
(Al filo de los días). Llego al filo de la hora de cierre a entregar los libros del verano a la Biblioteca del barrio. La proba funcionaria —aunque podría, no diré su nombre— ya ha cerrado la sesión y se enfada porque aún quedan más de cinco minutos para que se cumpla el horario reducido del verano, más reducido aún durante el mes de agosto. Iba a hacerle una pregunta pero su mirada de hiena me disuade y me marcho como oveja esquilada, no vayan a buscarme de nuevo las cosquillas. Cómo está el patio. Por fortuna, de salida, en la “mesa de esquilmes”, me salen al paso dos volúmenes aún en muy buen estado de Cristina Fernández Cubas (nada menos que El año de gracia” y Todos los cuentos): pa’ la bolsa! Se me cruza la idea de volver y darle a la proba funcionaria incluso un beso por tan buena suerte. Pero seguramente ya no esté, aunque tampoco me vuelvo a comprobarlo. Ni el horno para bollos.
Salgo a la calle y me acerco al parque de Berlín. En uno de los libros que he renovado, Las sílabas del gran Gonzalo Rojas, me sale al paso este poema por el que en más de un lugar que yo me sé lo hubieran lapidado… verbalmente (al menos de momento). Tiempos raros, muy raros. Casi toda la gente con la que me he cruzado en la última media hora va pendiente de su teléfono móvil. Yo mismo escribo en él estas palabras. Menos mal que Rojas, astuto o tal vez sólo inocente, perpetra al final de su poema fenicio un “personaja” que pone su reloj en hora con un tiempo que tanto se parece… ¿al final de los tiempos? Hay muchos niños, niñas y jóvenes (¡y jóvenas!) jugando en el parque. Las cotorras —ya no diré argentinas— no paran de cotorrear. Ancianas bien vestidas pasean de la mano de cuidadoras indígenas. La vida al atardecer de un viernes de finales de agosto, en un parque, en un rincón de mi mente que no cesa de reconocerle a Kafka su clarividencia.
Y a seguir barajando.
El poema (cuya foto, aunque de mi autoría, acabará desapareciendo de aquí) es el titulado "Qedeshím Qedeshóth". Quede constancia. |
PANAL
Llegó el día, ya es este, en que la configuración de los artilugios y la sincronización de las almas de los supervivientes vinieron a producir de consuno el SOMA de la verdadera —así llamada— vida y se alzó meridiano en las conciencias aún no arrasadas, también en algunas no esquilmadas hasta su RAÍZ, el deslumbramiento de que estaba a punto de cumplirse ad pedem litteræ la vieja y hermética y ninguneada profecía, ahora por fin vuelta tan prístina y determinante en su acaso OBVIA formulación: «A un PANAL de rica miel cien mil moscas acudieron y por golosas murieron presas de patas en él». Estando claro la identificación del PANAL, se afanaban los hermeneutas en determinar con la mayor precisión posible el alcance y posible extensión semántica del presunto acrónimo MOSCAS. La primera propuesta, rechazada por excesivamente derrotista, provenía de las Estepas Centrales y decía así: «Mentes Obviamente Seducidas Casi Abocadas (al) Suicidio». Más interés suscitaba la —así llamada— Hipótesis Integral de la Puerta Ulterior de Tannhäuser Abierta Sosegadamente, con su giro sincopado y lleno de posibilidades: «Manos Operativas Sugieren Caminos Abren Sueños». Pero aún faltaba mucho para poder dar por resuelto el ENIGMA y todo esfuerzo iba a ser poco. Nadie de verdad comprometido con el futuro en presente de la ESPECIE debería quedarse al MARGEn.
jueves, 25 de agosto de 2022
EL CANTO HILADO (12)
Pero seamos serios y concisos: El laberinto junto al mar es un buen espacio para descubrir Cosas conocidas y extrañas, y emprender después un recorrido por La ciudad y las sierras, seguido de Civilización, hasta encontrar la forma idónea de contar Una boda en Lyon y otros relatos.
miércoles, 24 de agosto de 2022
PURA FICCIÓN, AFICIÓN PURA
El caminante sabe que la ciudad que recorre en soledad por la noche ya no existe más que en su imaginación. Puede ir del Sur al Norte, desde la Plaza hasta el Río, sin encontrarse con nadie. Atraviesa el paseo de los fantasmas, y también los fantasmas han desertado. En un portalón aún le gusta comprobar que las aldabas son de bronce. Quedan calles empavesadas de cantos puntiagudos. Y hay letreros que sobreviven, con su tipografía moderna, debajo de la mugre de las ya añosas pintadas y al margen del caos de los grafitis. Una colonia de gatos aposentados en lo que fuera el terrero de un viejo convento, en el antiguo corazón de la urbe, es el mayor signo de los nuevos tiempos. Junto a algunas recuperadas piedras del pasado. Quizás sean ambas señales muestra inequívoca del rumbo futuro, abocada como está la vida aquí a servir al definitivo despliegue de un mundo de ficción del que los días por venir exhalan, corriente abajo, un paisaje irreal de carne de píxel y humo algodonoso, sobre el cauce cegado de un sueño del que fuera imposible despertar. Pero no nos pongamos apocalípticos. Y sigamos fabricando el Arca.Edward Hopper: Sunday, 1926. The Philipps Collection, Washington.