miércoles, 24 de agosto de 2022

PURA FICCIÓN, AFICIÓN PURA

Edward Hopper: Sunday, 1926. The Philipps Collection, Washington.
El caminante sabe que la ciudad que recorre en soledad por la noche ya no existe más que en su imaginación. Puede ir del Sur al Norte, desde la Plaza hasta el Río, sin encontrarse con nadie. Atraviesa el paseo de los fantasmas, y también los fantasmas han desertado. En un portalón aún le gusta comprobar que las aldabas son de bronce. Quedan calles empavesadas de cantos puntiagudos. Y hay letreros que sobreviven, con su tipografía moderna, debajo de la mugre de las ya añosas pintadas y al margen del caos de los grafitis. Una colonia de gatos aposentados en lo que fuera el terrero de un viejo convento, en el antiguo corazón de la urbe, es el mayor signo de los nuevos tiempos. Junto a algunas recuperadas piedras del pasado. Quizás sean ambas señales muestra inequívoca del rumbo futuro, abocada como está la vida aquí a servir al definitivo despliegue de un mundo de ficción del que los días por venir exhalan, corriente abajo, un paisaje irreal de carne de píxel y humo algodonoso, sobre el cauce cegado de un sueño del que fuera imposible despertar. Pero no nos pongamos apocalípticos. Y sigamos fabricando el Arca.

(LUN, 646 ~ «De la vida misma»)

martes, 23 de agosto de 2022

EL ÚLTIMO RECURSO

¿No es la burocracia, con su infinito buche (sic) de tautologías y redundancias, una permanente incitación al crimen? Sé, se lo aseguro, de lo que hablo. Y espero que este reconocimiento compulsivo y compulsado no sea en modo alguno tomado como un agravante, señor Juez.

Georges Rouault: Los tres jueces, 1913. Museum of Moderm Art (MoMA), Nueva York.

(LUN, 647 ~ «De la vida misma»)

lunes, 22 de agosto de 2022

«Los días de Yucatán», de Sagrario Pinto, en euskera

(Al filo de los días) «Irakasleak noten buletina eman berri zigun, eta nire notak oso onak ziren, oso onak baino hobeak: nire bizitza osoko notarik onenak!»… Así se inicia Yucataneko egunak, la traducción al euskera de Los días de Yucatán”, la novela LIJ de mi compi Sagrario Pinto que acaba de aparecer en Ibaizabal, el sello de Edelvives en el País Vasco, y con traducción a cargo de Amets Santxez Muniain. Las ilustraciones, excelentes, siguen siendo las de Luis Doyague de la edición original. Los ejemplares de autor, junto con otros valiosos libros de amigos y conocidos (irán compareciendo por acá), nos esperaban en Madrid, a la vuelta de unos días en el Mar Menor, y ni que decir tiene (curiosa frase) que son el mejor impulso para encarar eso que nuestros vecinos del norte llaman, con expresión invencible, la Rentrée, aunque quizás ahora sea más habitual decir “reseteado”, “reinicio” o en esa línea.

Aunque tuve el privilegio de aprender algunas nociones en el bachillerato de los agustinos, gracias a “père Ignace Berasátegui y su amor por el en verdad hermoso folklore euskaldún, no tengo más remedio que confesar que el euskera es para mí, y supongo que también para muchos ibéricos, una lengua casi opaca: pronunciarla es jugar al sonido puro, la mera y musical fonación, ya que sólo de tarde en tarde intuye uno el sentido de lo que pronuncia, y siempre de un modo en el que la inmediatez de la materia verbal impone su fascinación sobre todo atisbo de comprensión. Y, sin embargo, como sabemos bien desde hace mucho y algunos reconocimientos recientes confirman, es esta una lengua con la que es posible lograr formas de expresión de gran belleza, y fijar emociones y experiencias que justificarían el necesario esfuerzo para salvar el aparente hermetismo de sus construcciones y poder penetrar en el círculo luminoso de los significados.
Alguna anécdota hay en mi vida de editor, incluidos sueños y hasta pesadillas, relacionados con este asunto, pero quede, si acaso, para otro día. Sí señalaré, sin embargo, la curiosa sincronía que me lleva a redactar esta nota justo el mismo día en que FaceBook me recuerda la publicación de un texto sobre Isla Mujeres, uno de los escenarios principales de esta narración de Sagrario en la que, con su habitual y envidiable pericia, supo sacarle partido literario a los días que pasamos juntos en tierras yukatecas (debió de ser hacia 2004-2005, ayer como quien dice).

Seguro que leídas en euskera las evocaciones de aquellas aún no olvidadas aventuras provocan nuevas resonancias. «Eta barre egin genuen denok».

domingo, 21 de agosto de 2022

PEREC AL PASO


Primera representación de Hernani (25.02.1839), de Víctor Hugo,
en la Comédie Française, entre una manifiesta “división de opiniones”.
Ilustración de Paul Albert Besnard (1849-1934).

EL SIGUEN LAS COMPARENCECNIAS HASTA QUE COMPAREZCA VERDADERO CAUSANTE DEL DESASTRE O SALGA DE SU CONCHA EL APUNTADOR

Quizás no sea el momento más adecuado, tal como la llamada realidad se muestra, para convocar la presencia de una escena cuyo principal protagonista sea (y disculpen el circunloquio) ‘El coreógrafo loco de amor que regresó para acosar a la bella bailarina’. Pero es el paso imprescindible para poder contar con ‘La antigua portera española que se negó a desbloquear el ascensor’ y, ya puestos, poder encarar también, sin rodeos, el papel que aquí juega (o desempeña, por evitar el común galicismo) ‘El repartidor de los establecimientos Nicolas [dedicados a la venta de vino] que limpiaba los espejos del portal’. El asunto exige a veces corchetes aclaratorios, aunque me perece que hasta ahora, en todo este teatrillo que ya va durando lo suyo, no habían aperecido: tampoco es cuestión de romper la lógica narrativa —esa depende solo y en exclusiva de la nunca bien ponderada, y lo digo en serio, inteligencia lectora— ni por eso mismo asustarse demasiado al dejar sitio para que se acomode a su placer, pese a las obvias dificultades ecológicas del momento, ‘El fumador de Por Larranaga que escuchaba un gramófono de trompa’. Claro que, puestas así las cosas, y sin menoscabar la dificultad de encontrar un mueble adecuado para depositar semejante instrumento, quien realmente lo va a tener difícil es ‘El viejo “pornográfico” que esperaba a la salida de los institutos’, una figura bastante habitual en algunas novelas de época pero que presumiblemente ya está fuera de toda órbita asumible en estos tiempos en los que no cesan de verse arrumbados como antiguallas del todo inservibles construcciones verbales de cierto poder simbólico que parecían hechas con la misma materia empleada para unir las piedras de los templos griegos y sin embargo... Ya se ve que era, también esta, una ilusa pretensión. Sirva, si no de escarmiento, sí de excusa. Y siga… ¿la fiesta?
(LUN, 649 ~ «Perec al paso», 150-154)

miércoles, 17 de agosto de 2022

UNA REVELACIÓN DE NOSTRA



Me manda Nostra, el Profeta de la Prospe, un mensaje que dice (literalmente): «El tiempo vapor dentro y el espacio por fuera». Me queda la duda de si hay una errata en la tercera palabra, que bien podrían ser la tercera y la cuarta. Pero tampoco voy a dilucidarlo, al menos de momento, entre otras razones porque he dedicado un buen rato esta mañana a intentar entender un complejo artículo sobre la “pseudotelepatía cuántica” y la posible demostración de ciertas formas de comunicación a distancia entre partículas mediante un juego basado en los cuadrados mágicos de Mermin-Peres; de modo que la intuición, o lo que fuere, de Nostra me parece de una apabullante claridad descriptiva y, sin más vacilaciones, voy a concederle —“reconocerse es reconocer”, dice el viejo bumerán— la categoría de revelación. Sea. Y junto al mar. O sea.
Posdata: viene el mensaje acompañado de la foto que incluyo. Con este comentario: «¿A que cada día me parezco más al que tú sabes?». Además de pseudoprofeta, va a resultar que Nostra es lo que toda la vida se ha llamado (no sé bien por qué) “un cachondo mental”.

(LUN, 652 ~ «Las cosas de Nostra») 

martes, 16 de agosto de 2022

LA HISTORIA DE NUNCA ACABAR

Goya: Duendecitos, grabado número 49 de «Los Caprichos», 1797.
Museo del Prado, Madrid.
Os digo, colegas, que lo que yo he visto allí es difícil verlo en ningún sitio. Y no me creeríais si os contara las triquiñuelas que tuve que hacer para que me dejaran revisar los papeles. Hasta me vi obligado a dejarle caer una mano de hostias bien dadas al gilí de la vigilancia, empeñado que estaba el tío en no dejarme entrar con la excusa de que no tenía el pase pernocta ni me sabía la contraseña. ¿La contraseña? ¡La madre que te va a parir, cacho cabrón! ¡Te voy a dar yo a ti la contraseña! Y sin pensarlo dos veces, ni casi una, le sobé bien el morro, así y así… Allí lo he dejado sobre el suelo de la garita, no sé si respiraba. Total un pringao menos no se va a notar. Y yo tenía que ver aquello, ya te digo. ¡A mí me van a venir a estas alturas con zarandajas….!
(LUN, 654 ~ «Al pie de Goya»)

lunes, 15 de agosto de 2022