(CajaDeCitas, 79). Volvamos al discurso final de Chaplin en El gran dictador.
Podrían cambiarse y/o añadirse algunas palabras accidentales (los nombres de algunos objetos, tal vez el matiz de algún concepto), pero este vibrante y percutiente alegato del más grande de nuestros cómicos no ha perdido un ápice de precisión y pertinencia; antes al contrario: quizás sea este el momento para el que fue expresamente escrito.
Hay que, de verdad, (volver a) escucharlo.
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