(Resonancias). Muy probablemente (y, puestos a imaginar, sin duda alguna) Gulliver fue el gran héroe literario de mi infancia. Del mismo modo que Gastón Santos y su caballo Rayo de Plata lo fueron en el cine. Aunque lo curioso es que al personaje de Jonathan Swift lo descubrí también en la gran pantalla, si bien creo que fue poco antes de que cayera en mis manos el libro, puede que precedido de una adaptación en tebeo. Habría que revisar las gavetas de la memoria y algunos estantes altos y llenos de polvo de mi biblioteca. En todo caso, el poderoso (y, ojo, tan racional) ejercicio imaginativo de esta novela, su capacidad para analizar el mundo desde perspectivas contrapuestas, verdaderamente supuso un salto gigantesco, pero consecuente y hasta lógico, desde el mundo de los cuentos y la fantasía a la realidad del cuento del mundo y el reino de la imaginación. Larga vida a Lemuel Gulliver.