martes, 7 de septiembre de 2021

LA VIDA SALVAJE

Henri Rousseau: La encantadora de serpientes (detalle), 1907.
Musée D’Orsay, París.
Aquella noche, al abrir la jaula, se dio cuenta de que sus ocurrencias se habían vuelto por completo inofensivas y decidió dejarlas en libertad. Pero las bestias, con ojos desvalidos y el pelaje ya muy castigado, se agruparon en un rincón del cubil y no mostraban interés alguno por aquel mundo exterior donde alguna vez habían gozado de todos las emociones de la vida salvaje.



(LUN, 995)

lunes, 6 de septiembre de 2021

Adiós a JP Belmondo

 

En voz alta). Muere Jean Paul Belmondo. Oh. No es sólo una exclamación de sorpresa, sino el título de la primera película suya que vi. Y la primera palabra que se me ha venido a la boca. Disfruté mucho con su gran fuerza interpretativa y su muy cercana y tan amable fealdad, ese rostro a mitad de camino entre un carnicero de plaza de abastos de provincia y un boxeador sonado. Siempre he creído que le dio más a sus míticos directores que a la viceversa. Y por lo general estuvo a la altura de todos sus papeles, a menudo muy por encima. Que la tierra le sea leve.

80


Miraba el infinito, erguido.

Y junto a él
su reducción, como en el viejo chiste:
un cero es sólo
un ocho
que se ha soltado
el cinturón.
¡Oh inmensa
sabiduría
del danzar extático,
gracia suprema
cifrada en los guarismos!
(Voz interior: ¡Pitágoras, Pitágoras!
Pitas, pitas… ¿del ágora?
¡Chissss, silencio!!).

(Hojas sueltas del lunes, 80 ~ “Levedad es”)

EL FARDEL

Balthus: Thérèse (detalle), 1938. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
Donado por Mr. et Mrs. Allan D. Emil, en memoria de William S. Lieberman, 1987
© Balthus Photo : The Metropolitan Museum of Art/Art Resource/Scala, Florence.

La niña Clea, desde muy pequeña, estaba acostumbrada a compartir todas sus cosas. Si tenía manzanas, repartía manzanas; si caramelos, caramelos; avellanas cuando era la época y figuritas de mazapán por Navidad. No solo por eso, pero también por eso, tenía muchos amigos. Y casi todo el mundo la quería. Había algo, sin embargo, que nadie había conseguido averiguar: qué llevaba dentro del fardel que siempre portaba consigo y acerca del cual se rumoreaban las más variadas y peregrinas suposiciones, pero sin llegar a ninguna conclusión convincente y sin que apareciera nadie que a ciencia cierta supiera lo que quizás solo yo pude descubrir un día, pero que no pienso revelar nunca. O al menos no mientras permanezca en la cárcel.

(LUN, 996 ~ para Carmen Laforet~100 años)

domingo, 5 de septiembre de 2021

Paradojas de cara al otoño (de la civilización)

«Paradojas», Daniel Díez Trigo.
(En voz alta). Una muestra clara del “colapso objetual” en el que naufragamos es la multiplicación de los cascotes de la Torre de Babel, esa continua lluvia de meteoritos, entre una abundancia descomunal de neutrinos indetectables, que son las mil y una informaciones de todo tipo que cada día y en cada Ida están cayendo sobre nosotros. Por eso hay que agradecer a los maestros zahoríes como Miguel Ángel Curiel, su habilidad para detectar los cursos de agua que de verdad tienen algo que decirnos y sus formas tan atinadas de no cesar de estimularnos la sed. Y es que, en efecto, septiembre está lleno de paradojas, de citas acaso inconscientes como campos de amapolas blancas, de temblores esenciales y de encuentros breves como en las películas. A las personas les pasa lo que a las estaciones del año: por sus frutos las conoceréis.

LA TABERNA FANTÁSTICA

Representación de La taberna fantástica, de Alfonso Sastre, en Falces (Navarra).

Percutían los dedos sobre el barril del tabernucho con un ritmo tan perfecto y alegre que todo aquel decrépito escenario se transfiguraba, e incluso las personas, unos pobres desechos de humanidad dejada al margen, alcanzaban un aura de elegancia tan excepcional que parecían estar diciendo: «¡Píntame!». Y siempre había un Velázquez, un Kafka, un Grosz o un Valle que se aprestaba a hacerlo. Y muchos sastres, claro.

(LUN, 997)

sábado, 4 de septiembre de 2021

AL POR MAYOR

Calle en Eburia, noche. Foto AJR,2020.
Siempre la cantidad conseguía engañarle. Apenas necesitaba un grano, pero sin saber cómo se veía avanzando por la calle de cantos puntiagudos arrastrando el saco entero. ¿Se deberá a eso su oficio de charlatán? Y ese andar tan desmadejado, patarrete, como quien acaba de salir de la cuadra con las cántaras de la leche recién ordeñada, ¿se deberá a eso? Nada sabía a ciencia cierta. Bastante tenía con tratar de encontrar la tienda de ultramarinos para hacer el recado. De lo contrario, se vería obligado a salir del sueño por la puerta falsa.

(LUN, 998)