miércoles, 2 de septiembre de 2020

Fenómenos imposibles


(En voz alta). Estos descubrimientos astrofísicos, cosmológicos, tan difícilmente comprensibles y, menos aún, asimilables, ¿no son sin embargo metáforas perfectas, literalmente sublimes, de lo que más íntimamente nos pasa? A muy pequeña escala, pero cierta, el universo entero late con nosotros. Quién sabe si gracias también a ese misterio tan grande y tan frágil que llamamos vida consciente. Intentar comprender. No queda otra.

martes, 1 de septiembre de 2020

Secretos de la tribu

 

(En voz alta). Segredos das terras altas de Quiroga. Asuntos de mucha raigambre. La difícil mirada hacia lo hondo. Interesante reportaje en El País.

Leer (o no) la prensa


(Resonancias). La Nota Moderadamente Apocalíptica sobre el peligro de desaparición de la prensa libre es de hace, justamente, tres años. Por una extraña reiteración cronológica que me viene ocurriendo a menudo, esta mañana me he despertado pensando que uno de los grandes inconvenientes de la comunicación en nuestro mundo es la cada vez más rara lectura de la prensa en papel, dado que acrecienta la dificultad para compartir “lugares comunes” y supone una gran merma de trasfondo para los posibles diálogos. Releyendo hoy el texto, no tengo ninguna duda de que la situación es peor. Si bien me parece que corresponde a un mundo del que tengo la impresión de que está mucho más lejano en el tiempo de lo que deberían parecerme “sólo” tres años. Claro que han ocurrido cosas que eran inesperadas. Y que, con ellas, una de las dimensiones más alteradas es, precisamente, el tiempo, ese enigma.

Ah, y se acentúa la impresión de “espejos en fuga” que mencionaba en otra ocasión frente al mismo texto (¿palimptexto?). Cortipego:
»»A veces se me cruza “el otro” y pasan estas cosas. Me recuerdan el juego de espejos infinitos que descubrí de niño cuando instalaron en el primer cuarto de baño digno de tal nombre que tuve en mi vida uno de aquellos armaritos de tres puertas que permitían infinitos reflejos cruzados. Aún me sigue fascinando esa imagen, tal vez una metáfora muy precisa de nuestro tiempo.»
¡Ozú!

(NMA, 👻5). Uno de los grandes peligros que se ciernen sobre el futuro inmediato de nuestra sociedad es el del empobrecimiento e incluso desaparición de la prensa libre, competente, fiable. Las dificultades que ya hoy tiene cualquier ciudadano medianamente avisado para tener información relevante y lo más completa posible de lo que ocurre, en un mundo cada vez más complejo y, pese a las apariencias globalizadoras, disperso e invertebrado, son directamente proporcionales a la multiplicación de supuestos medios informativos «serios y razonables», en los que, sin embargo, cada vez se adelgazan más las diferencias entre información y opinión, relevancia y publicidad, interés común y curiosidad mórbida.
A lo que hay que añadir el inmenso ruido de la riada que la cháchara interminable de las redes sociales hace afluir en todas direcciones, con una contundencia tal y unos perjuicios a menudo tan asoladores, que realmente dejan chicos los efectos cada vez más indudables del cambio climático.
Para complicar aún más las cosas, en este escenario no faltan, más bien al contrario, los viejos tics autoritarios del poder, tal como muestran, entre otros recientes comportamientos, las represalias tomadas contra el director del informativo de la 2, una isla en la planicie telediaria de RTVE, o las maledicencias del Gobierno catalán contra quienes han evidenciado sus tejemanejes, por poner sólo dos ejemplos cercanos.
Estos viejos pulsos entre el poder y la prensa libre por el control del «relato de la realidad» no son algo nuevo, ni mucho menos. Sólo que ahora se vuelven mucho más confusos y de efectos más devastadores porque se producen en un panorama donde cada vez es más difícil estar seguro de nada. En el terreno informativo, me refiero. Que de otras certezas o dudas no hablo ahora.
La desaparición del periodismo tal como lo hemos conocido no tendría que suponer ningún problema si fuera acompañada de un cada vez más autónomo acceso a la información de calidad, algo que los nuevos medios tecnológicos sin duda hacen posible. Pero el paulatino ahogamiento de la capacidad influyente de la prensa libre por exceso de guirigay y embotamiento generalizado enciende algunas alarmas sobre el inmediato futuro de nuestra capacidad, no ya de influir sobre el devenir del mundo, sino simplemente de saber qué rayos está ocurriendo a la puerta de nuestra casa.

lunes, 31 de agosto de 2020

Soneto in progress

 https://www.facebook.com/pedro.poitevin/videos/10163886731585062


Estos juegos no acaban con la muerte.

No sé si con nuestra paciencia.

Iris (sextina)



Tiene la luz en su interior un rojo
cerco que esconde la esperanza verde
de que sea verdad el cielo azul
sobre campos cubiertos de amarillo
cuando el día y su sol dan en el blanco
antes de que la noche cierre en negro.
Flota sobre las cosas un sol negro
tan ardiente que es como un ascua al rojo
vivo y de él brota denso un humo blanco
o alta columna alzada por la verde
cúpula de la selva y su amarillo
tinglado de lianas y aire azul.
Y no lejos también el mar azul
galopa a lomos de un caballo negro
y rompe con su espuma el amarillo
fulgor del sol que, hacia su reino rojo,
tras la cumbre, dispara un rayo verde
como una flecha en busca de su blanco.
Blanco por dentro y por defuera blanco
es el tiempo de espera de lo azul
que se desliza oscuro al casi negro
mientras la savia es un latido verde
que pinta en sus mejillas ese rojo
rubor que a veces viste el amarillo.
La mies es mucha y mucho el amarillo
disperso entre los surcos bajo el blanco
ribete de una nube que del rojo
horizonte se cuelga. No hay ya azul
suficiente en tus ojos pues lo negro
de la sombra sin sueño aún está verde.
Los años no perdonan y hay un verde
viejo limón amargo y amarillo
naufragado en el fondo de tu negro
corazón, que tú sientes aún tan blanco,
como el alma de la doncella azul
ante la que se inclina el ángel rojo.
Misterio del color: el rojo aún verde,
el vespertino azul tan amarillo
y la llave que el blanco le da al negro.

domingo, 30 de agosto de 2020

Trikiklos (y 42)


Hasta aquí llegan
estos triciclos lúdicos,
con k de haiku.
Tiene la fórmula
un no sé qué de extraña
fuerza pandémica.
Lo trino, acaso,
su misterio irresuelto
—salvo en el canto.
También lo fácil
de pedalear palabras
sobre tres ruedas.
Y el freno a mano:
contención, vuelo: evítate
la verborrea.
Y la nostalgia,
esa flor putrefacta
y embriagadora.
¿Puntas de flecha,
carbones encendidos,
parcas cenizas?
No sé. No sé.
La rueda rueda sola.
(Losa de ura de Ur
ale son eson.)
En todo caso,
si fueran fuegos fatuos,
fuegos son. Punto.
Como las bicis,
que ahora vuelven —¡el Tour!—:
flores de estío.
De despedida
unos buenos timbrazos:
¡ring, ring, ring ring!

sábado, 29 de agosto de 2020

Adios, cine, ¿adiós?


(En voz alta). Interesante, valiente, polémico este artículo de Jesús Mota, que viene a sumarse a la tesis de la “muerte del cine” (tal como lo conocimos). Es un paseo muy ameno y perspicaz —también muy subjetivo— por la obra de Hitchcock, cocinado con ese tipo de argumentaciones que siempre nos someten a una especie de prueba de grado: ¿hemos sabido ver y logrado entender Vértigo, Psicosis, Extraños en un tren...? ¿Hay todavía, en esas historias, vistas tres, cinco diez o más veces, aspectos o intenciones en los que no hemos “caído”? Claro, esa es siempre una de las característica del verdadero arte. Pero también se trata de un cambio en circunstancias no accidentales, de una metamorfosis en los modos de percibir. La pérdida de las grandes salas es sin duda un factor (y muy importante). El efecto de la recepción de las imágenes y la información por medios ubicuos e hiperinvasivos, también. No estoy muy seguro de que sea irrefutable la conclusión de que «la industria (cinematográfica) ha entrado en la vía muerta de la puerilidad y la alegoría estéril». Pero ese es un temor muy bien fundado. Y con él en la mochila, me encamino hacia un cine de los de antes para ver, con gran expectación, Tenet, el último (por ahora) bumerán. Confío en que no sea un viaje a la inconsciencia.