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Yves Tanguy: Todavía y siempre, 1942. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Foto: ©VEGAP. |
Soñó que había llegado al fin del sueño y que en la blanca oscuridad se acababa todo: el sueño, el cielo, el suelo, la vida. El mar no estaba, ni había aire, sólo un lienzo de niebla. Nadie. ¿Cómo es posible —tal vez diréis— regresar de una aventura así? No lo sabe. Ni si ha regresado. Pero lo cierto es que ese mismo día, a media tarde, le invadió una emoción parecida a la ternura cuando, en un libro de cuyo nombre no logra acordarse, leyó una frase de Novalis, de cuya literalidad tampoco estaba seguro: «Cuando soñamos que soñamos estamos muy cerca de despertar». ¿Sería cierto? Tenía toda la noche para comprobarlo.
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