Shin Young-Un: pintura sobre papel de periódico. |
«No tenía vocación de poeta maldito, pero al fracasar como poeta a secas, decidió probar fortuna y lo intentó en ese formato», leyó en la columna de salida de la última página del diario impreso, al tiempo que lo invadía la sensación de que alguien, a su espalda y mirando por encima del hombro, también leía. Volviose. Y, en efecto, allí estaba: el Barbas, el pesado de todas las mañanas y con mucha diferencia el tipo más obtuso de toda la ciudad. Y, además, un verdadero parásito. No sé cómo se las arregla, pero se pasa la vida viviendo del cuento.
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