miércoles, 10 de julio de 2019

Alfredo Conde

O escritor Alfredo Conde, nunha imaxe de arquivo (XESÚS FARIÑAS).
Afredo Conde, fotografiado por Xesús Fariñas
(Lecturas en voz alta). Desde su reveladora Memoria de Noa (1982) y, sobre todo, desde El Grifón (Xa vai o griffón no vento, 1984), que le puso en órbita en el panorama literario nacional, la escritura de mi tocayo Alfredo Conde ocupa un lugar imprescindible. Ahora publica nueva novela y habla en este artículo con la libertad y la sabiduría de los años, y con su habitual y sagaz retranca, de esta «broma infinita» que es vivir. Merece la pena hacer el pequeño esfuerzo de leerlo en gallego, que —como ocurre con todas las lenguas— hay matices, sugerencias y “alcances” no fácilmente trasladables.

Seguir cantando

'El Aleph', de Borges, en la serie 'Semiópolis' de Joan Fontcuberta.
Joan Fontcuberta: «El Aleph», de la serie
Semiópolis. 
(Lecturas en voz alta). Ayer Azúa tildaba de “cursi” el sentimiento de irrealidad (“inconcebible” decía) que sobre la continuidad del mundo arroja la pérdida de un ser querido. Con gran delicadeza, sin mención expresa de ese dolor, pero sin que en el fondo hable de otra cosa, este artículo fraternal de Javier Rodríguez Marcos es una respuesta a eso. Que Borges vuelva a andar de por medio es sólo un síntoma.

El Anciano*

La imagen puede contener: una persona, sombrero
Rembrandt: Autorretrato dibujando junto a una ventana, 1648. Aguafuerte.
Lo sabe y lo predica sin concesión: ¿Drogas? ¿Pero no es la vejez ya un colocón?
...

 (* Homenaje a Fernando Savater, a quien le oí la frase).

martes, 9 de julio de 2019

Azúa y otras farras

Rafeael Sánchez Ferlosio en la Biblioteca Casanatense de Roma en 2005.
Ferlosio en la Biblioteca Casanatense de Roma, en 2005. Foto EFE.
(Lecturas en voz alta). En un artículo de homenaje a Ferlosio, Azúa aprovecha para llamar “cursi” a Tagore por mor de un poema que se parece tanto a otro muy célebre de Juan Ramón Jiménez («y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando»), que no cabe descartar el error. Aunque es sabida la cercanía, vía Zenobia, del poeta de Moguer al asceta bengalí, uno de los autores cuya temprana lectura e influencia en mis primeros pasos en la escritura (ay, Gitanjali) recuerdo con tanta ternura (¡ea!) e incluso felicidad, que la ironía de Azúa, sin llegar a molestarme, me parece gratuita. Y puede que errónea. Menos mal que el articulejo (a menudo escribe Azúa tal si estuviera provisto de las extremidades articuladas de un insecto) remonta el vuelo y, enfocado ya hacia el recuerdo de Ferlosio, nos pone sobre la pista del homenaje al escritor recientemente ido por parte de la revista de Savater (Claves) y concluye con una preciosa cita que, a mi entender, explora cierta no explicitada sintonía ferlosiana con el mundo expresivo de Franz Kafka, un autor que sabía mucho de silencios, insectos y transformaciones.

La Alada

 La Luna del Cuervo, ilustración digital de fecha y autor desconocido. Tomada de zaranoias.com 
Terca jugada: la del retorno con que el tiempo se vuelve hacia la nada.
...

lunes, 8 de julio de 2019

Cielo goyesco

Foto: AJR, 2019.
(Al paso). Atardecer sobre la Avenida de América, en Madrid. Esa hora en que los cielos velazqueños van mutando hacia cielos goyescos, a su capricho. Ciudad inspiradora.

El Doble

Josep Togores: Pareja en la playa, 1922. Museo Nacional de Arte Reina Sofía.
Aquí empieza la sed del que no duerme: su mecanismo no conoce otra forma de sueño que la fuente.