(Cinemagias, 🎞18). Siempre es un buen momento para revisitar El Padrino, esa imprescindible crónica de la vida social de los altos bajos fondos que tanto nos ha enseñado sobre la condición humana, el doble filo de los lazos familiares y los afectos, la ambición irredenta o las venganzas, irónicas o no, del destino.
Pero hoy es casi obligado volver a algunas de sus memorables escenas para intentar hacernos cargos de la realidad, con ese cadáver presuntamente suicidado de Miguel Blesa en todas las mesas informativas del país.
No es, claro, la única opción fílmica al hilo del día. También se me había ocurrido, ingenuamente, por mera asociación alfabética, rescatar alguna secuencia pertinente de aquel título algo olvidado del primer Borau: Hay que matar a B. Lo dejaré para otra ocasión. Confío en que no necesariamente luctuosa. Que la letrita (Barberá, Bárcenas, Bribón...) se las trae.