miércoles, 18 de julio de 2018

Sunrise

John Constable: Hover Beach, ca. 1824. Victoria & Albert Museum, Londres.
(Pecios de Farero, iv)

Nadie va a creerme. Pero esta noche, cuando la luz del Faro dibujó el primer ojo de luz sobre las olas, pude ver, después de tanta negra sombra, la primera sonrisa del mar.
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martes, 17 de julio de 2018

Hablarle a Borges (5)


Hablarle a Borges, 21). Es fama que Borges escribió: «Para mí, vivir sin odio es fácil. Pero vivir sin amor creo que es imposible, felizmente imposible para cada uno de nosotros».
Y desde este humilde pero fresco rincón se me ocurre comentarle: «Ay, maestro, no sé qué admirar más en esa confesión cordial, si su radical ingenuidad, tan maravillosa como acaso imposible, o su no bien percibida ironía, en especial por ese plural final que evidencia una confianza en el género humano digna de la mayor incredulidad».


(c) Marcelo Aurelio
(Hablarle a Borges, 22). Se dice (y escribe) que Borges dijo (y escribió): «Yo creo que sólo existen los individuos: todo lo demás, las nacionalidades y las clases sociales son meras comodidades intelectuales».
Nada más leerlo, mientras me aproximo a la pantalla en que lo leo, me toma por asalto esta impresión: «O sea, maestro, y si no lo interpreto al bies: que fuera del Unomismo que es cada uno sólo existe algo así como sillones, confortables, pero, a fin de cuentas, prescindibles. Y, claro, uno no puede cifrar su existencia en un mero asiento».

(Hablarle a Borges, 23). Dicen que Borges dijo: «Todo ser humano tiene la obligación de ser feliz, aunque sea por orgullo». 
Y tras leerlo y meditarlo e incluso una rápida consulta al diccionario, doy en pensar: «¿Por orgullo? Con todos los respetos, maestro, no se me ocurre un motivo menos relacionado con el estado imprevisible y a menudo tan cicatero y fugaz de la felicidad. Pero si vos lo decís, debe de haber algún sentido de la palabra que se me escapa. ¿Orgullo, acaso, de lector?».

La raya

Joseph Farquharson: Dawn (“Amanecer”), 1903. Walter Art Gallery, Liverpool.
(Pecios de Farero, iii)
Y aquí estamos, en medio de esta soledad de multitudes, contemplando cómo se mueve a lo lejos, pese a todo, la raya del amanecer.

lunes, 16 de julio de 2018

Crazy Diamond



(Visiones y audiciones en voz alta). Al final, uno está preso de unas pocas melodías. Que van y vuelven, siempre las mismas, siempre distintas. Y a las que se suman otras, que dialogan con ellas. O imágenes (arte en movimiento) que les dan un nuevo significado acaso ya intuido. Así me ocurre con este tema imperecedero de Pink Floyd, ilustrado, conjugado, con unas imágenes que recorren referencias muy visibles: desde Kubrick a Mondrian, de Chirico a Motherwell, de Escher al arte fractal, sin olvidar las ingenuidades medievalizantes, ciertas "boludeces" (por lo redondeado) de Dalí, entre otras muchas (Dante visto por Doré), algunas tal vez demasiado obvias, otras crípticas, pero todas finalmente bien armonizadas en un fragmento (algo más de 13 minutejos de nada) que parece —es— un universo en sí mismo. Soberbia fusión de sonidos e imágenes. ¿Quién se acuerda de aquella cuestión, que fue muy polémica a mediados y finales de los setenta, de si el rock sinfónico era equiparable a la música clásica? Surgía el otro día el tema en un encuentro con Miguel Ríos, en elpaís+, y la respuesta era obvia: la música es música. Y punto.

Mapa

Representación de la isla Utopía.
Ilustración para una edición de la obra homónima de Tomás Moro (1516).
(Pecios de Farero, ii)
Casi cada noche subo al Faro con la ilusión del niño que desliza su dedo por un mapamundi giratorio. Bajo una bruma de color de humo antiguo, las luces de los barcos se mezclan con las voces de las criaturas que viven en los huecos del aire. Y así, rumbo al amanecer, sigo el rastro de la radio encendida.
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domingo, 15 de julio de 2018

Farero

Caspar David Friedrich: El caminante sobre el mar de nubes, 1818. Kunsthalle, Hamburgo.
(Pecios de Farero, i)
Nunca vimos su rostro. Pero todavía nos estremecemos al recordar lo que vio.
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sábado, 14 de julio de 2018

Memento (a)

Giuseppe Arcimboldo: El bibliotecario, 1566. Skoklosters Slott, Suecia.

Cuando miraba los estantes de la librería y comprendía que no tendría tiempo para todo, procuraba que en su mente volviera a iluminarse aquel ocurrente consuelo de estirpe clásica: no olvides que un día serás polvo y podrás vivir eternamente entre muchas de estas páginas.
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(Dedico esta NUL, en especial, a mi amigo Antonio Del Camino
sanador de libros, además de poeta, artesano de variados oficios esenciales 
y, sobre todo, muy muy buena gente. 
Con un abrazo agradecido 🙏).