(Visiones en voz alta, 🎓41). Debe de hacer unos treinta y muchos años que cayó en mis manos un libro titulado La construcción social de la realidad, obra de Peter L. Berger y Thomas Luckmann y que leí para la realización de un trabajo escolar en primero o segundo de periodismo. Creo que, después de haber estudiado con cierto ingenuo provecho alguna obra de Kant y leído con fervor entusiasta buena parte de los ensayos de Nietzsche y su enfático Zaratustra, ese libro me vacunó frente a los peligros de pensar que pueda existir algo absoluto y mostrenco, objetivo e inmutable, como a menudo se pretende al emplear la palabra “realidad”, cuando ésta es siempre no sólo algo relativo sino en proceso de creación (construcción) permanente, y siempre dentro del contexto personal y social en que nos encontremos. Este vídeo, divertido e instructivo, ejemplifica muy bien las conclusiones que extraje de la obra de Berger y Luckmann, y me parece que contiene una lección muy útil en tiempos de excesivas y reductoras simplificaciones como los que vivimos. Le agradezco a mi hermano Paco Ramos, catedrático de psicopatología de la Universidad de Salamanca, su envío.
se puede congregar todo en la misma paradoja ni hacer que lo que abisma al cielo suba. La pasión se trunca
al hablar de ella y cae en la espelunca del mortal tedio quien restaura el cisma entre el ser y el sentir. Es viejo el prisma del tiempo que ayer fue y hoy es ya nunca.
La clave del poema es el cerebro pegado al corazón. Cuerdas vocales de la memoria tensan las palabras
para arrancar de ellas el requiebro de todas estas cosas naturales que claras son también aunque macabras.