viernes, 18 de diciembre de 2015

De setas y punto

Leyendas del bosque. Imagen tomada de El Brote.
No hace falta ser un gnomo para que una comida a base de setas te sepa a gloria. Ni se precisa impulso místico alguno para convertirla en una auténtica «experiencia religiosa». Y ello sin que haya que acordarse de Don Juan, el de Castaneda, y mucho menos de Enrique, el de Iglesias-Preysler, para entender en su justa medida lo que tal expresión pueda significar en este contexto: siempre hay buenas ocasiones para dar gracias a la vida. Si, además, es un 18 de diciembre, los motivos son muchos más: en concreto, 101... (los años que hoy hubiera cumplido mi padre).

En Madrid, en la muy escondida e industriosa calle de Javier Ferrero, justamente detrás de donde estuvieron el periódico El Mundo y el Club Abasota, hay un restaurante sin nombre, aunque con un símbolo que lo vincula con la contraseña de El Brote, que es como lo conocen quienes lo siguen. Es un nuevo paso de la aventura que desde hace algunos años desarrollan dos cogedores de setas llamados Álvaro de la Torre y Eduardo Antón, capaces de convertir en éxito un lugar gastronómico ajeno tanto a los espectaculares rendimientos de la estrellas Michelín como, y mucho más, a la histeria enlatada de uno cualquiera de esos múltiples mástereschefes que proliferan por todas las pantallas  como... hongos (y valga la paradoja). 

El equipo de El Brote en pleno. ¿Dónde brotarán la próxima vez?
Foto tomada del blog de J. C. Capel.
Lo específico de El Brote es la pura experiencia de comer rindiendo culto a la seta, esto es: haciendo que su presencia en los platos no sea sólo como guarnición o servil acompañante, ni siquiera en mezclas y revoltijos de huevos o  tortillas. La seta como estrella.  De lo que se trata es de darles oportunidad a los sentidos para que vean, huelan, tacten, paladeen, degusten, sientan y hasta oigan... tantas cualidades como atesoran estos cuerpos fructíferos de tan peculiar condición e infinita variedad. Pues bien: hay que reconocer que lo consiguen. 

La presencia y elegancia con que llegan a la mesa trufas, rebozuelos, cratarellus, pleorotus, trompetas negras y otras variedades de cuyos nombres no es fácil acordarse son dignas del mayor elogio. Y merece la pena comprobar cómo logran imponer su protagonismo en danza con rivales de no poca presencia: digamos un excelente paté de corral, una yema de cordorniz, un meloso bocado de panceta, una tajada de sarma, un tierno morcillo. Y todo ello sin olvidarnos del papel que desempeñan las alcachofas de jerusalem, los tirabeques, las chirivías, las delicadas pamplinas y todo un colorista cortejo silvestre. Y hasta, en un toque acorde con los nuevos usos dizque orientales que se abren paso en la última cocina, una pizca de sal de gusanos. Todo ello sin dejar de tener en cuenta lo sorprendentemente rico que puede resultar un procedimiento como el escabechado aplicado a los níscalos. 

Por decirlo a lo breve: hay que agradecer a los impulsores del lugar, y a todo su equipo, el cuidado con el que recolectan, tratan, preparan, combinan y sirven  las numerosas variantes micológicas, hasta ofrecer una experiencia de la que uno sale, como digo, convertido en un fervoroso creyente: con fe renovada en las virtudes del trabajo bien hecho. 

La pena es que la posibilidad de comprobar in situ la veracidad de lo que apunto va a durar poco. El Brote cerrará su puerta cuando finalice el año. Al parecer, hay ya en marcha proyectos que le darán continuidad. Pero sus responsables (en concreto, Eduardo, que amablemente se entretuvo hablando con nosotros un buen rato) prefiere no dar muchas pistas. Así que tendremos que estar atentos para ver dónde brota de nuevo tan sabrosa propuesta. 

Esto fue lo que dio de sí 
la visita a El Brote el 18/12/15. 
Les pedimos a Gustavo, Pablo, 
Ricky y Mamadar 
que nos firmaran el menú.



lunes, 14 de diciembre de 2015

Duelo al sol


Acaso ocaso: o saco o saca.
Ocaso acaso: o saca o saco.




[AJR: 6, 19; 6, 19] Palíndromos ilustrados (1).

Rescatado de los Arcones de La Posada con ocasión de "El debate".
Primera publicación: 24/02/12; a las 22:34.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Partido ganado


Supongo que ya están al tanto de la pequeña gran historia de Auxi y Gari, esos dos niños que llevan toda sus vidas luchando por la vida y que ahora han unido sus fuerzas, y su at(h)lética rivalidad, para cumplir el sueño maravillosamente banal de ver un partido de fútbol. Por si aún no la conocen, pueden verla aquí. De buena gana me uniría a su comitiva realmente (quiero decir, entiéndaseme bien..., ¡athléticamente!), y no sólo de manera virtual, como ya he hecho. Es una alegría comprobar que estos dos luchadores han conseguido su objetivo, como demuestra el eco que su iniciativa tuvo en RTVE, donde logró abrirse paso entre la espesa realidad preelectoral y las habituales páginas de El Caso que suelen copar el informativo del Ente a mediodía. Y  es un grato deber desearles que sigan ganando día a día el partido que más importa. Que en eso estamos todos. ¡Aúpa Athleti!

domingo, 6 de diciembre de 2015

El frío


Es un amor más grande y tiene garras
que esconde cuando pone
su mano sobre mí.
Su inclemencia es también viscosa y húmeda,
se enreda entre mis piernas en invierno
y trata de que dé con
mis huesos en la tierra removida.
Hay, sin embargo, en sus maneras algo,
al acercarse por la espalda
para mirar, como si no estuviera,
estas líneas que escribo para ella
—y ella quizás lo sabe—,
algo tan sobrenatural y ajeno a todo,
que temo defraudarla
o perderla de nuevo —si me vuelvo.
Por eso intento que mi letra sea clara
y que la sombra de mi mano,
al recorrer las líneas enemigas,
no le ponga barreras a su curiosidad.
A estas alturas no podría
soportar su desprecio
ni el error de saberla
que vive indiferente
o que es igual que yo
(distraída, insustancial, vacante) 
y que ensaya, cautiva
de una costumbre fósil, 
su gesto al desdecirse
para luego olvidarme.
«Oh, sí, te he visto...»,
le susurro entre dientes.
Y la oigo reír del otro lado 
mientras agita
como si fuera el viento, 
la hoja en la que escribo.


Imagen 
Remedios Varo: Creación de las aves, 1957.

Rescatada de los Arcones de La Posada.
Primera publicación: 6//12/2013 a las 3:00 h
(hace ahora justamente dos años).

viernes, 4 de diciembre de 2015

Lo que dice Celia

Celia (Menoslobos) y Pablo (Iglesias, sin ©), en pleno rifirrafe. Foto Público.
No era fácil dar crédito al franco y vivo dialogo entre Celia Villalobos y Pablo Iglesias que se produjo ayer en el Congreso, con ocasión de la jornada de puertas abiertas por el aniversario de la Constitución, y que fue captado y emitido por las cámaras de TVE con una inusitada amplitud.  En cierto modo, puede considerarse como la primera escena de la nueva época parlamentaria que presumiblemente viviremos cuando se inauguren las nuevas Cortes, allá por el 13 de enero de 2016.

Que han llegado nuevos tiempos a la política española lo dicen hasta los más dormidos. Lo que puedan traer de verdaderamente nuevo, está por ver. Pero, en todo caso, resulta una gran mezquindad el chorreo desaforado, algo histérico y hasta pelín verdulero que la diputada del PP y vicepresidenta del Congreso le echó a un Pablo Iglesias que demostró tener más paciencia que el santo Job ante las infumables palabras de la parlamentaria. Tan digna y autosatisfecha ella  («YO he sido alcaldesa, YO he sido ministra, YO tengo una mochila»), que no solo se escaqueaba por completo de la enorme dimensión que la corrupción tiene en su partido, sino que incluso se atrevía a ir desplegando ya la sombra de la sospecha de esa misma corrupción sobre el futuro de los que ahora llegan.

El mensaje implícito, la música, de fondo, no es nada nuevo («todos somos iguales y en todas partes cuecen habas y hay garbanzos negros»), aunque no deja de producir algo más que un viejo cansancio el que se pueda formular y proferir con tanta desfachatez. Porque lo que dice Celia, con todo el énfasis que su probada naturalidad pone en sus palabras, es precisamente lo que no debería poder decirse sin que se transparentara la impostura. Aunque no sería extraño que la regañina --sus gestos y modales, mucho más que lo dicho-- le hubiera granjeado un buen puñado de votos que sumar a la reciente radiografía, cierta a la vez que hiperrealista, del CIS, Para que luego hablen de populismo.

martes, 1 de diciembre de 2015

La rondalla


Ya el tiempo se está poniendo amarillo y no deja de tratar de alcanzarnos. Esta mañana hemos echado una mirada al calendario y, al ver que entramos en diciembre, le he dicho a los demás que tenemos que ensayar los brillancicos. Para dar ejemplo, me he puesto a cantar el de la pastora Catalina, que lleva también su regalo, de naranjitas de China, un borriquillo cargado... Y así vamos pasándolo, lo mejor que podemos.

                                 Fotografía de autoría incierta, virada al sepia Tomada de aquí.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Luz de arena en el tiempo

(Anotar lo que pasa.) El tiempo pasa
y deja entre los dedos su ceniza.
Puedo ver en su fuga la huidiza
luz candeal con que el sol llega a la casa
y va por los rincones, con su escasa
presencia, en este invierno que eterniza
el vuelo de la sombra. Y la plomiza
sensación de que el día se retrasa.
Tiempo en niebla y en frío resumido,
larga noche de hielo en los cristales
donde escribe sus sueños el deseo.
Es extraño vivir contra el olvido,
con la herida del tiempo que, a raudales,
cubre de arena roja cuanto veo.