lunes, 24 de junio de 2013

Catálogo de capullos


Oí por primera vez el nombre de Moderna de Pueblo el otro día en la Feria del Libro. Anunciaban por los altavoces que estaba firmando en una caseta. Pensé que sería alguna monologuista del Club de la Comedia, o una estrella de algún programa de televisión, tal vez de una de esas desaforadas competiciones de cocineros que ahora están tan de moda. La cosa se quedó ahí. Pero hoy, en un merodeo por blogs que solo frecuento de tarde en tarde, aunque más bien por las noches, ha saltado su nombre dos o tres veces y, pinchando, pinchando, he ido a caer en su blog. De allí he sacado el vídeo que pueden ven arriba, además de unos minutos de placentero ocio con sus dibujos, tan desenfadados y modernos (el nick de la autora les cuadra bien), y su humor, tan razonable..., quiero decir: con mucho sentido común bien aplicado.

Por lo que se refiere al catálogo de capullos recogido en el vídeo, me parece que está hecho a partir de un buen trabajo de campo o de pisar muchos jardines. Encuentro cierto consuelo al comprobar que, en el arte del ligoteo y la seducción, las cosas no han cambiado demasiado, si acaso son más simples, pese a las apariencias que a veces luchan por confabularse para sostener lo contrario. Vamos, que capullos, lo que se dice capullos ha habido siempre. Aunque, eso sí, de ambos sexos. Por cierto, ¿cuál es el femenino de capullo?  Por más que lo pienso, todas las opciones que se me ocurren son masculinas.

domingo, 23 de junio de 2013

Poveda en el solsticio

Poveda en Las Ventas, 25 años de arte flamenco. Foto AJR

Noche de junio,
 no se quiere ir el día:
¡canta Poveda!
Es aún un joven
maestro del flamenco
mas ya celebra
bodas de plata.
Y es en Las Ventas:
nunca se ha visto aquí antes
a un cantaor.
Poveda rompe
barreras con su arte,
reúne mundos.

Toda la plaza
es un cuenco de cera.
Su voz, la llama.
Llenan el aire
palabras de poetas,
coplas y cante.
Miguel Hernández,
«para la libertad»,
abre el camino.
Seguirán luego
un poema de Alberti
y otros de Lorca.

Y con Serrat,
un tributo a la lengua
de Badalona.
Algunos pitos
(pocos), pronto acallados,
en los tendidos
mientras cantan a dúo
«El meu carrer».
«Qué gusto da
--dice luego Poveda--
poder cantarle
a aquella tierra
donde uno ha nacido
con libertad».

Y ya en honduras
de cantes y homenajes,
una minera.
Es un recuerdo
para La Unión: su lámpara
fue la gran luz,
y el estandarte
que abrió el largo camino
que hoy aquí llega.

Uno tras otro,
se suceden los palos:
gran maestría
del mayor heredero
del gran flamenco.
Es tan potente
su voz, que vibra en ella
la noche entera.
Y hay en los gestos
de su cara, en su boca,
escalofríos,
viejas querencias
de una manera nueva
de acariciar
el compás, las palabras
las emociones...
Y hasta un osado
pero gracioso modo
de darle al baile
  un cuerpo extraño
de contrahecha elegancia
y obscenidad.

Y con qué arte
sabe rendir tributo
a los maestros
del cante jondo
 y a las viejas leyendas
de la canción.
Mientras se prueba
gorrillas y sombreros,
su voz modula
con exacto color
las voces de Molina,
de Farina, Mairena,
o Valderrama...
Hay que tener
sangre de muchas razas
para hacer eso.
Y con qué gracia
sabe irse pa' Cai
y en dos compases
montar toda una zambra
bien jaleá.

Hasta se atreve
con tangos y boleros:
no es lo más suyo,
pero te llegan
las palabras que elige
para su padre,
esa manera
de hacer que esté presente
en la reunión.

Hay otra artista
muy grande que se suma:
Carmen Linares.
Ambos se funden
en un dúo asombroso
de voces y ecos,
mientras se abren
como flores nocturnas
las dos guitarras.

Punto y aparte
y algo más que una estrofa
merecería
el gran elenco
que acompaña a Poveda,
pero me alargo...
Baste tan solo
con citar a Chicuelo,
y su guitarra,
y al gran maestro
Joan Albert Amargós,
sentado al piano.

El gran momento:
casi nonagenaria
y aún elegante,
Marías Dolores
Pradera, esa gran dama,

se une a la fiesta.
«Es todo un triunfo
estar aquí esta noche...
y no en urgencias».
Son sus palabras
y el público se entrega
completamente.
Es emotiva,
 un testamento incluso,
su «fina estampa».
«Y ahora me marcho
por la puerta grande a...
llorar un poco»
(Son sus palabras
de nuevo, sin retoques,
¡tienen licencia!)

Y así la noche
se fue llenando toda
de un aura mágica
... y un vientecillo
que para ser de junio
salió traidor.

Pero la plaza
volvió a vibrar entera
con la leyenda
del tiempo: ¡Camarón!
Y de apoteosis,
unos «alfileritos»
y «tres puñales».

Me parecía
que hubiera estado bien
y era oportuno
cerrar con el poema
de Gil de Biedma:
«No volveré a ser joven».
Y sé de buena tinta
que era lo que Poveda
tenía previsto.
Pero al final
tiró más por la fiesta
y un cante puro
a voz desnuda.
Le gritaron: «¡Valiente!»
Y ahí se acabó.

Fueron tres horas
y media de un concierto
irrepetible.
Yo fui testigo
de que la luna llena
cruzó la puerta grande
para asomarse.
Y se sumó.




viernes, 21 de junio de 2013

«Sorbí libros»


Al volver sobre mis pasos, descubrí que quien me seguía era el joven conde Drácula. Somos amigos desde niños, así que no le tengo miedo. Pero esta vez me alarmé porque lo encontré distinto: menos pálido que de costumbre, más erguido de espaldas, incluso me pareció que se había cortado las uñas. Además, vestía una capa impoluta, nada llamativa. Comprendí que las cosas habían cambiado definitivamente cuando se acercó para saludarme y vi que en sus colmillos, apenas sobresalientes, había unas pequeñísimas perlas negras.
—¿Viste, Freddy? Cambié de dieta. ¡Ya no más sangre! Ahora sólo me alimento de tinta.
No sé por qué pero me dio un poco de pena. Seguro que si se miraba en el espejo él también se encontraría... raro.

Viñeta de Marcos Severi, tomado de aquí, con permiso del autor.

jueves, 20 de junio de 2013

Ya son nostalgia


«La vida no tiene cura»._Tony Soprano

La prematura muerte del actor James Gandolfini, que ha conmocionado a los amantes de Los Soprano y del cine en general, ha servido también para traer de nuevo al primer plano la extraordinaria fugacidad del tiempo. Lo deprisa que pasa a medida que pasa, si se me permite la simpleza. Que Los Soprano (1999-2007), como bien se comprueba con sólo asomarse a cualquier rincón de la red, sean ya pasto de la nostalgia, o incluso, según permiten concluir algunos comentarios, un hito del pasado de la televisión, dice bien a las claras la increíble velocidad con que se mueve todo. Incluida la Parca, que en un solo segundo es capaz de llevarse hacia sus desolados hangares a quien le apetezca. No soy un gran admirador de Los Soprano, más que nada por desconocimiento. Sólo he visto la primera temporada y fragmentos dispersos de las demás. Ahora bien, he oído y leído tantos comentarios favorables sobre la serie, incluido alguno que centra su análisis precisamente en la nostalgia, que la tengo como una importante asignatura pendiente. Confío en no tardar mucho en poder comprobar, en primera persona, su excelencia. Aunque a la velocidad que se mueve todo, tendré que darme prisa.

miércoles, 19 de junio de 2013

Apunte


                   Tal vez la felicidad sea un cuaderno
              de tapas color cuero
              con un hermoso árbol cincelado 
              en la cubierta
              y cien páginas blancas
              que aguardan la escritura
              como siembra de luz en tierra fértil.

(Tiempo contado, 27.10.12) 




martes, 18 de junio de 2013

Saetas ateas


Recuerdo que hace 13.700 millones de años yo aún no existía. Éramos todos una masa inmensa e infinita, y resultaba imposible determinar los límites de cualquier cosa, dónde empezaba el odio, hasta qué punto se extendía el horizonte, de qué estaban hechas las palabras. Aquel cuento duró mucho. Aunque solo pudimos conocer la mitad. La otra era materia oscura. Ahora pasamos los días disparando al cielo. A ver si conseguimos pescar al responsable. Pero el tiempo transcurre... y nada.

Masas bacterianas. Microfotografía de Rubén Duro.

Soneto doble cero

Humo III (c) Mauro A. Fuentes, 2007.

Este soneto en medio de la nada
nació de un doble cero bien tasado.
Pero al liarlo apenas daba humo
y hasta dudaba de sus otros versos.
¿Cómo llevarlo entonces de la rienda?
¿Y cómo contentar su gusa horrible?
No era montura fácil, vivaqueaba
a la intemperie bajo la alta luna.
Lo fuimos reduciendo poco a poco,
dejando sus volutas impolutas,
sus anillos también bien anillados
y alguna carcajada en el talego.
Este soneto estaba tan fumado
que se quedó dormido en una esdrújula.
(Si le disparas, corres el peligro
de que te ataque su escondida fiera.)

(Velada en algún cuarto de Bolsa, 3, en Madrid-Centro, 
allá por el setenta y tantos)