sábado, 10 de noviembre de 2012

Erice dice...

Me parece oportuno compartir esta interesante entrevista a Victor Erice en El Mundo. Además de sus opiniones sobre la insaciabilidad depredadora del capitalismo actual y su naturaleza puramente especulativa y avarienta, la falta de dramatismo y de autocompasión con que contempla su trabajo engrandece, aún más si cabe, el valor de su obra.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Forastero


En la conversación sobre sus experiencias viajeras que mantuvieron el otro día Cees Nooteboom y Paul Theroux, con Juan Cruz como intermediario, tal vez la única palabra que el escritor estadounidense pronunció en español fue forastero. La dijo silabeándola con placer y de modo tal que durante unos segundo la hizo brillar con extraordinario prestigio, o eso me pareció, y enseguida la remití al polvoriento Oeste, a los juegos de infancia de indios y vaqueros y, a través de ellos, a las miradas torvas que el sheriff dirige al pistolero malencarado que acaba de penetrar en el saloon. La verdad es que, ensoñaciones y resonancias aparte, la palabra me pilló desprevenido y se me ocurrió preguntarme en voz alta, aunque confidencial, sobre su procedencia. El poeta Jordi Doce, sentado a mi lado, me dijo que obviamente vendría de "fuera". Su respuesta me convenció. Pero no del todo. Así que, una vez en casa (lo habría podido hacer por el móvil, como ahora hace mi amigo Ángel cada vez que en una de nuestras divertidas tertulias nos surge una duda wikipédica, pero hubiera sido gran descortesía para con los ponentes), me apresuré a consultar en Internet. Y, en efecto, confirmé que el término latino foras está en el origen de la palabra, pero también que al castellano ya había llegado entera a través del catalán. O sea que forastero, antes que nada, es un préstamo del catalán al castellano. Al saberlo, una parte de mi cerebro se puso en guardia. A ver si toda la murga de la independencia va a ser simplemente un pataleo para que el resto de España le devuelva a Cataluña, entre otras hipotéticas deudas, esta palabra... y las otras 350, aproximadamente, que según la RAE y el recuento de la wikipedia tienen, en el diccionario normativo del español, la condición de catalanismos. Figuran entre ellos absenta, albergue, alioli, andarivel, añorar, avería, bacín, burdel, cantimplora, cohete, doncel, dosel, esquirol, faena, gobernalle, guante, linaje, macarra, mercería , moscatel, muelle, nácar, novel, orgullo, peaje, peseta, quijote, reloj, ringlera, salitre, somatén, tortel, turrón, viaje y zadorija, término este último del que hasta ahora mismo lo ignoraba todo. Vale por «pamplina», que es (también) una planta herbácea anual de la familia de las papaveráceas. Respecto a forastero, el asunto tiene un cariz paradójico que no deja de inquietarme, sobre todo ahora que acaba de empezar la campaña electoral de una elecciones catalanas que no son como las demás.

Imagen superior tomada de Boliche "La Gazeta Federal"

jueves, 8 de noviembre de 2012

Me paso al Mundo...


Pues sí, como lo leen, cansado de trasegar cada mañana (y a veces por la tarde) un licor áspero de alta graduación inverosímil  y pertinaz color marrón-oscuro-casi-negro, he decidido envolverme en las volutas de la visión humorística de la realidad. Así que, en lo tocante a fuentes de información, me paso al mundo, al mudotoday, concretamente, ese diario online desternillante, capaz de transportarnos (será cosa de las siglas) al punto cero del recorrido noticioso de cada día.  Quien sea capaz de leer tres de sus informaciones sin soltar, aunque sea interiormente, una sonora y espléndida carcajada, que se lo haga mirar (como suelen o solían decir por Barcelona).



miércoles, 7 de noviembre de 2012

Trío

Respiro. El suspiro de alivio que se ha escuchado en medio mundo al conocer los resultados electorales de Estados Unidos debería convertirse en un tsunami bueno: una corriente de energía colectiva capaz de remover los obstáculos que impiden hallar las vías de cordura necesarias para salir de tanto atolladero. Por optimismo que no quede. Pero no me negarán que ha sido como volver a respirar después de haber visto abierta bajo los pies la trampilla del foso de los cocodrilos.

Sentidiño. Se lo escuché el otro día a la ministra de Fomento, Ana Pastor, en la Conferencia de la Fundación Barreiros. Es una expresión gallega que hacía mucho tiempo que no oía y que resuena como una de esas palabras de la tribu capaz de obrar milagros. A lo mejor puede servir de estímulo para que crezca la flor del seny, que tal vez no sea lo mismo aunque sin duda apunta en la misma dirección: capacidad de obrar con cordura (de nuevo) y sensatez.

Paralelismos. «El aforo estaba sobradamente sobrepasado», dicen fuentes de la Policía en relación con la tragedia del Madrid Arena. ¿Y cómo no acordarse de aquello de la generación JASP que sacaba pecho a favor de los «Jóvenes, Aunque Sobradamente Preparados»? Son paralelismos acaso extraños y sin duda dolorosos. Sobre todo ahora que sabemos lo que de verdad quería decir "pre-parados": ya más del 50 por ciento de los jóvenes españoles menores de 25 años carece de empleo. Insoportable.

Bryce Echenique o el poder de la ficción

Bryce Echenique, la ministra Ana Pastor y Mariluz Barreiros.
 Los caminos de la narración, y eso lo sabe bien Alfredo Bryce Echenique, nunca han de ser tan sinuosos como para que los personajes se pierdan en su historia. Para pérdidas y falta de sentido ya está la vida. La ficción, o sea la mentira (dijo Bryce), ofrece la gran ventaja de que podemos comprender el destino, conocer de dónde vienen los personajes y adónde van. Por eso necesitamos leer novelas. La vida no es solo que sea insuficiente, al final siempre resulta inexplicada, tal vez porque es inexplicable.


Bajo el título de «La esposa del rey de las curvas», el escritor peruano pronunció el lunes 5 la "lección" inaugural de las VII Conferencia Internacional que bajo el lema de «Literatura y automóvil» organiza en el auditorio de Mapfre, en Madrid, la Fundación Barreiros, siempre impulsada con mano diestra y amor filial por Mariluz Barreiros Ramos. El acto, además de las palabras protocolarias de los organizadores, también contó con la intervención de la ministra de Fomento, Ana Pastor, de filiación gallega como Mariluz y, al parecer, buena amiga suya.

La ministra, tomando pie del ejemplo de Eduardo Barreiros, puso en valor (como suele decirse) el espíritu emprendedor de los españoles, elogió lo mucho que se ha realizado en España en cuestión de infraestructuras («por ahí nos envidian y somos una referencia por nuestra red viaria y de comunicaciones», vino a decir) y, sacando fuerzas de flaqueza, hizo hincapié en destacar el entusiasmo y el sentido común (sentidiño, dijo echando mano de un término gallego) como único camino posible «para salir de ésta». Fue la suya una intervención con partes muy interesantes, junto a otras que tal vez le hubieran podido ser ahorradas a un público que aguardaba expectante la intervención de la estrella de la noche: el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique.

Las primeras palabras de ABE llegaron con tanta debilidad a la sala que no tardaron en oírse voces de protesta en las filas del fondo. El oportuno auxilio de la megafonía vino a poner las cosas en su sitio, aunque de ese modo el tono dubitativo del ponente pasó a primer plano y por algún momento parecía que sobre algunos rincones de la mesa presidencial y entre el perplejo auditorio planeaba la sombra del desastre. Pero la forma, titubeos incluidos, no tardó en convertirse en estilo, y las palabras, el aplomo creativo y la verosimilitud del personaje acabaron por ganar la partida en una intervención de creciente interés y calidad,y que, si tuvo algún defecto, es que fue muy corta: nos dejó a todos con la miel en los labios.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Agustín García Calvo: libre al fin


Agustín García Calvo, el irreductible filólogo, filósofo, poeta, agitador de almas y de cuerpos y tantas cosas más, es el «gran difunto» del día en que el periódico venía repleto de muertos, aunque probablemente a él le hubiera alarmado o al menos puesto en guardia esa expresión de apariencia honorífica. Pero no hay duda de que, con la tragedia de Halloween al fondo, se trata de la persona de mayor relieve de cuya muerte nos enteramos el día de difuntos. Como he oído comentar en algún sitio, no cabía esperar de un espíritu tan libre como el suyo otra libertad que la de la morirse en fecha tan oportuna.

Leo en El país-de-papel el personal homenaje que le dedica Fernando Savater (al parecer desde Chile), una breve e impecable columna rematada por el explícito reconocimiento de que AGC fue no solo su verdadero maestro, sino el que lo libró de tener más maestros, lo cual es un elogio de enorme magnitud. Aunque a nadie se le escapa que en los últimos años las trayectorias respectivas de cada uno de ellos han avanzado en espirales de creciente separación. O eso parece. Quién sabe si para acabar confluyendo en algún rincón de la noosfera que, a fin de cuentas, nos ha de igualar a todos, sin que nadie se salve. Qué envidia, de momento, los recuerdos de un Savater jovenzuelo contados con mano maestra por el gran escritor en que se ha convertido quien, ya quizás desde aquellos días de la academia de la calle del Desengaño (no podría tener mejor nombre), probablemente fuera el primum inter pares de los discípulos de AGC. Savater, un discípulo tan fiel a fuer de heterodoxo que acabó siendo la puerta por la que muchos accedieron al descubrimiento del maestro.

De García Calvo recuerdo, ante todo, el impacto de la primera lectura de su Sermón de ser y no ser, con los dos magníficos "sonetos teológicos" («Enorgullécete de tu fracaso... // Tu no saber es toda tu esperanza») que servían de pórtico a un viaje verbal de altos vuelos: nada menos que 2016 versos de rara medida ("senario yámbico prolongado en medio pie"). Recuerdo que en aquella primera lectura hice caso, al menos durante un buen trecho, de la petición o sugerencia que el autor deslizaba en el prólogo: que se leyera el libro en voz alta, a modo de obra dramática. Y recuerdo también que, a medida que avanzaba en el recitado, no daba crédito al hecho de que semejantes tiradas de frases tan bien respiradas y aquella forma tan peculiar de decir pudieran ser posibles todavía en nuestra lengua. Esa es una impresión que siempre me ha acompañado frente a la obra de García Calvo: la rara modernidad de su anacrónico y desprejuiciado uso del lenguaje.

Otra impresión que perdura es la de las buenas horas pasadas escuchando sus canciones de amor y celda en la voz de Amancio Prada (incluyo al final el vídeo con mi preferida), Chicho Sánchez Ferlosiso y otros. Y las tertulias con amigos, en general bastante apasionados, en torno a la que uno de los conjurados calificaba como «prodigiosa traducción» del De Rerum Natura de Lucrecio.

En un terreno de cercanía profesional, y como recuerdo que (contraviniendo de nuevo sus enseñanzas) uno siente que lo ennoblece un poco porque algo del fulgor ajeno nos vino a caer cerca, no me olvido de aquel prólogo para la biografía de Julio César, de Hans Oppermann, que le encargamos en Salvat a AGC y de cuya edición me correspondió ocuparme. Eran unos pocos folios pero contenían un texto espléndido, tal vez extraño para su cometido de presentar ante el "gran público" la biografía de "un gran hombre", motivo que el pensador zamorano tomó como excusa para arremeter inteligentemente contra la propia idea matriz de aquella colección de "grandes biografías". Son unas páginas de menor importancia en la copiosa e importante bibliografía de AGC, pero no indignas de comparecer junto al resto de su obra. He aquí, a modo de homenaje curiosamente pertinente para la ocasión, las últimas líneas:
Pero, frente a la fascinación de la biografía y las fotos de las caras de los líderes para formación de masas, quede aquí abajo enunciado este apotegma, que brota de lo más hondo del escepticismo popular, que poder es obediencia; y sólo la necesidad de inconsciencia que al ejercicio de poder ha de acompañar por fuerza (y la misma inconsciencia en el líder que en sus masas) obliga a que esa ley de obediencia se oculte alternativamente bajo las máscaras de la fe en la voluntad de los grandes hombres o de la fe en el Destino y en el régimen de la estrellas sobre las vidas.

Hans Oppermann: Julio César. Salvat, Barcelona, 1984.

Fotografía superior: AGC en Ronda, tomada del blog de Antonio Selfa



viernes, 2 de noviembre de 2012

Difuntos


2 de noviembre, tiempo memorioso:
antes de que la luna nos diera calabazas
frente a las caras tísicas con el rímel corrido,
mucho antes del viento royendo la mañana
y la línea infinita de los altos cipreses
sobre la grava suelta de la explanada blanca,
antes del  lobishome y la bruja piruja
con su verruga gorda tapándole la napia,
antes de la cajita blanca sobre la mesa
entre nieblas del norte y entre petos de ánimas,
antes de aquellos dedos hinchados que de noche
trepaban por el muro hasta rozar mi cama,
antes de que Manrique dijera «qué se fizo»
y todas las vecinas contestaran «¡qué lástima!»,
y antes que el cónsul Firmin, borracho de deseo,
buscara a la Pelona para sentirse el alma,
y mucho mucho antes de todas estas cosas
que ahora a cada poco me la muestran de cara,
la muerte era tan solo un tedio no explorado
y también una voz que sin cesar cantaba
la lista interminable de los monarcas godos,
las más viejas leyendas de la patria.


Ataúlfo, Sigerico, 
Valia y luego Tedorico,
Turismundo, Teodorico 
el segundo, con Eurico 
y Alarico, Gesaleico 
y el más grande Teodorico,
Amalarico con Teudis, 
Teudiselo con Agila
y después Atanagildo, 
Liuva primo (en solitario), 
Leovigildo y Recaredo,
Liuva dos y Viterico,
Gundemaro, Sisebuto,
el segundo Recaredo
con Suintila y Sisenando
más Chintila y luego Tulga,
Chindasvinto, Recesvinto, 
Wamba, Ervigio (Quenojari)
Égica, Witiza, Agila  
y, ya por fin,
                       don Rodrigo,
al que siempre estaré viendo
devorado por la sierpe
mientras resuena su voz:
«¡Ya me come, ya me come
y qué bien sabéis por dó…!»