Qué privilegio poder sorprender al artista en su rincón y robarle un momento de intimidad como éste. Los consejos de Celso Emilio Ferreiro, tan atinados y pertinentes como fueron la mayoría de los suyos, cobran en la voz y el rasgueo de Amancio Prada una gracia especial. A la vez que alertan la cabeza, alegran el corazón. Nada más necesario para tiempo tan usureros, «cheos de cobiza», como los que vivimos.
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