(Impromptus del ay, ay, ay: sin señalar...)
Hay fetichismos implícitos
que calcinan la
memoria
sombras
simiescas que cruzan
delante de los
espejos
la vieja
melancolía
y la puta
mansedumbre
el olor de los
pesebres
la raíz del
cardamomo
Hay letreros ilegibles
que nos
retratan al paso
cada palabra
ignorada
es un reloj sin
agujas
olvidados los
plumieres
la vida es sólo
descartes
no quedan en la
baraja
figuras que nos
consuelen
Hay carteles drogadictos
que nos hacen
prisioneros
y nos ponen al
cuidado
del guardián
más abyecto
es una vieja
leyenda
que termina
donde extiende
su lento manto
de nieve
cada día la
costumbre
Fotografía: Cielo enrejado con ave indecisa.
© AJR, Gredos, 2016
2 comentarios:
No es país para sueños, no. Podemos intuirlo en las señales. Y no hace falta asomarnos a los posos del café.
El cuarto verso de la última estrofa me obliga a una lectura un poco forzada para mantener el galope cadencioso de los octosílabos.
Un abrazo.
Gracias, Antonio. Tienes razón en el ritmo dudoso de ese "guardián", al que hay que forzar para sacarle las tres sílabas. Trataré de buscarle un sinónimo. De todos modos, algún escollo inesperado de vez en cuando en el camino puede que ayude a evitar la somnolencia... Otro abrazo.
Publicar un comentario