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No puedo dejar de darle vueltas.
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Érase una vez un astuto troyano…
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¿Dónde escondes (muerte) tu ruleta rusa?
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Todos sus relatos acaban en tos.
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No hay quinto malo. Ni regla sin excepción.
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Nada sabe lo mismo dos veces.
Nadie besa lo mismo dos veces.
Nunca busca el abismo dos veces.
Nuca brusco seísmo es a veces.
Nuda cobra: espejismo de seres soeces.
Nada sobra. Tú mismo me meces.
Contexto
El gusto por lo hiperbreve puede parecer una moda actual, querencia de tiempos volcados hacia lo fragmentario e incluso a la mera instantánea, mitad secuela del usar y tirar (de la cadena), mitad fosfeno del «no future», etc. Pero es obvio que el fulgor de la brevedad está ahí desde siempre. No sólo por lo que dijo con gracia Gracián («lo…»). También por las sentencias, máximas y, especialmente, los aforismos, ese síndrome (o conjunto de síntomas) cuya mera pronunciación, a partir de esa “a” cuasi privativa, parece estar ya apuntando hacia algo que… uno prefería no hacerlo. O sea, puro Bartleby (vía Vila-Matas, claro).
Estos seis “relatos” de sólo seis palabras (excepto el último, que es una «lluvia oblicua» de variantes sonoras) son una selección de los que escribí impulsado por una sugerente propuesta de la web de Navona Editorial, el concurso “un cuento en seis palabras” (algo que el enunciado curiosamente incumple), a cuyas bases se puede acceder (y no hará falta decir cómo). A la hora de escribir estas líneas todavía estaba vigente y sobrepasaba ya el hito 1.500. Quienes estén interesad@s aún están a tiempo.
En mi opinión (y a las pruebas me remito, no sin pedir piedad), lo más difícil de la propuesta es sortear con igual tacto la mera ocurrencia y la irresistible propensión al chiste (o lo que uno considere como tal, en su peculiar condición de cronopio, fama o simplemente finstro). Pero, sobre todo, es vital, creo, no perder de vista que se trata de “re-la-tos”, es decir, que han de tener sustancia narrativa, no sólo una pastillita sazonadora…
Quizás por ello –y aunque suene blasfemo e incluso algo mishima–, me parece útil una última recomendación: «Son relatos. Poetas y juerguistas, ¡absteneos!»
... Y saltando la última se calló.
Imagen: portada del disco Seis Por Seis diseñada por Silvia Valentí. Tomada de Cara Tula, web muy interesante y polifónica.
Rescatado de los arcones de la Posada.
Primera publicación: 7 de julio de 2009, 15:12.
7 comentarios:
Me gustan, me gustan mucho los micros. Pero desde luego que hacer un mini no es nada fácil. Dice Andrés Neuman ("Microapuntes sobre el microcuento"), que "La tentación del chiste es la termita del microcuento". Y para los lectores también es un reto:"Cuanto más breve parezca, mas lento ha de leerse"... "El microcuento necesita lectores valientes, es decir, que soporten lo incompleto".
Tentador ese certamen de micros, tanto como el "Preferiría no hacerlo", por aquello que Vila- Matas apuntó (parafraseo: de los escritores del "No" salieron algunas de las mejores páginas literarias (qué buen pretexto presta, je).
De los tuyos, me gustan el primero porque el plato del microondas sigue girando; y el quinto por el sentido del humor que apuntas muy bien contextualizado.
Volver a escuchar a Triana es refrescante nostalgia.
Me gusta el primero. Encuentro una gran dificultad en los microrelatos.
Saludos.
Shandy, lúcidas, como suyas, las palabras de Neuman, del que me aguarda su última novela, «El viajero del siglo», de la que he leído y oído grandes elogios. Ayer mismo se hablaba de ella en el blog de Vicente Luis Mora (Diario de lecturas). Confío en que te hayas animado a participar en lo de Navona. Gracias por tu comentario y un abrazo.
Cristal, está claro que lo tuyo es, como mínimo, la media distancia e incluso me parece (a tu "mirada" me remito) que tienes condiciones maratonianas. De todos modos, no olvides que como dice un principio filosófico-físico, el microcosmos contiene el universo. Y el propio universo parece estar fijado en "un solo verso", claro que su extensión puede no tener límites. Graciñas, meiga!
"Miraba. Y no entendía su letra."
Un abrazo.
Muy bueno, Antonio. Además, pasa mucho.
Otro abrazo.
Sobre todo, a algunos presidentes, ¿no? ;)
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