Los 3000 obstáculos de México 68, vistos por R. Depardon. |
Por fin comienza
la verdad del deporte
(lo mejor de los Juegos):
el atletismo.
Ni aros, ni ruedas,
ni redes, ni pelotas:
tan solo el cuerpo.
La vieja llama
de Olimpia sigue viva
y arde en los músculos.
Leyendas épicas,
sueños de pies descalzos
en blanco y negro.
Y en la memoria
nombres que no se borran:
son inmortales
(Y si se se borran,
ahí están la Wikipedia
y el viejo Espasa.)
Orad, hermanos,
digamos todos juntos
la atletanía:
Oh padre Abebe
Bikila, pies desnudos,
gacela negra.
Qué altura en México
Qué altura en México
donde vimos a Beamon:
¡8,90!
Todo lo ocupa
--Múnich 72--
la gran masacre.
En Montreal,
la hazaña de Saneyev
en triple salto
y los dos oros
de Alberto Juantorena,
mediofondista.
De Moscú 80
solo recuerdo el frío
y el fin de un mundo.
Sobre Los Ángeles,
el ángel fue Carl Lewis:
sus cuatro oros.
Luego, en Seúl,
la explosión de Ben Johnson
y su derrota.
(¿Continuará?)
2 comentarios:
¡Vaya una glosa
esta crónica viva
del Olimpismo!
Siempre a lo mío,
apunto al Baloncesto
donde Los Ángeles.
Aquella madrugada,
plata que supo a oro
con Díaz Miguel,
Epi, Martín,
Romay, Margall, Llorente...
Y Corbalán.
En fila cero,
y atento a la pantalla,
venga Olimpiada.
Abrazos.
Era un quinteto
que ni los propios ángeles:
carne de haikú.
El gran Fernando
Martín..., el primer basketman
de un tiempo nuevo.
Pena su muerta,
aquella tarde aciaga
de la M-30.
Aún me parece
verle venir de lejos
hacia la Prospe.
Y un día, en la agencia
de Viajes Barceló,
nos saludamos
(quiero decir
que tuve la osadía
de saludarlo).
Cumplía años
el mismo día de marzo
que el que suscribe.
Debe hacer de esto
más o menos un cuarto
de siglo, o sea...
O sea.. que lo corto aquí, que con tanta estrofilla se me está olvidando hablar normal (¿o lo normal es esto?).
Que los juegos nos deparen aún buenas sorpresas y alguna que otra verdadera emoción.
Abrazos
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