He leído en diversas reseñas que el pintor americano muestra a sus personajes como si estuvieran en el purgatorio de las almas (y los cuerpos). Es creíble. También que sus escenas son anunciaciones, revelados de una parte oscura del ser humano que se manifiesta en su aparición súbita ante los ojos del espectador. Sin duda. El itinerario por las salas está organizado de modo tal que subraya la dimensión escenográfica de los puntos de vista del pintor. Razón de ser, tal vez, de la gran afinidad que este modo de mirar tiene con el cine y que pudiera explicar la huella que los cuadros de Hopper han ido dejando en tantas películas. También las que el cine pudo dejar en sus cuadros.
Me detengo un buen rato ante Railroad sunset (arriba), un cuadro que utilicé aquí para ilustrar un poema, y que al verlo "de verdad" me permite diseccionar el contenido de una intuición: la de que la palabra «eternidad», el tiempo pensado como un absoluto, es solo un «tren de ida» con los mismos vagones trastocados.
Y caigo en la cuenta, feliz, de que Soir bleu, toma su título, y tal vez algo más, de un verso de Rimbaud.
Soir bleu |
Dos cómicos. |
Una gran sala está dedicada toda ella a exteriores, paisajes y edificios apenas "interrumpidos" por figuras humanas que el ojo a veces tarda en descubrir y que no tienen una naturaleza distinta a la de los escenarios que las engullen. Otra gran sala, la más colorista e inquietante, se puebla con la galería de personajes, con predominio de mujeres, sorprendidos en su intimidad misteriosa, fogonazos narrativos que tan fácilmente prenden en la imaginación. Entre ellas, claro, se echa de menos el gran icono de los bebedores nocturnos clientes de Phillies (Nighthawks).
Hay rincones especiales para los grabados, muchos de ellos a la manera de Rembrandt, y para unas muy originales acuarelas que demuestran las grandes dotes del artista como ilustrador, al igual que las numerosas portadas de revistas que se exhiben mediante la proyección de un vídeo, un trabajo sin duda alimentario pero que tiene un inequívoco "toque" hopperiano. ¿Y de dónde ha salido ese azul tan intenso que.... ?
Pero no es fácil concentrarse entre la multitud que deambula por las salas, personas como nosotros y tan diferentes, cada una marcada con el rictus mascariento que se nos está poniendo a todos y que vuelve hiperreal un simple paseo por las calles. Envidio la posibilidad de ver la exposición de forma sosegada, esas descripciones de testigos privilegiados que han podido gozar de este paseo en óptimas condiciones. Pero me conformo y disfruto de lo que hay. Y mientras observo la instalación-homenaje del fotógrafo Ed Lachman, que insiste en la perspectiva cinematográfica y plantea además un juego para llevar la exposición a las redes sociales, procuro retener un pasto mental de sensaciones que podré rumiar después en soledad, como hago ahora.
Instalación de Ed Lachman recreando Sol de la mañana. Foto AJR |
1 comentario:
No hay duda de que tiene que ser una interesante exposición. A ver si con un poco de suerte, podemos llegar a tiempo de verla.
El párrafo final, viene a certificar que no todo gravita alrededor de lo contante y sonante, y que esos pequeños momentos de y para la contemplación pueden salvarnos del desastre total.
Abrazos.
Publicar un comentario