sábado, 26 de mayo de 2012

Vuelos


Una tarde prodigiosa de mayo. La caída del sol sobre la laguna salobre llamada Mar Menor. El sonido de un punto de luz en el cielo que no tarda en revelarse como un avión dispuesto a tomar tierra en el cercano aeropuerto de San Javier. La impericia del cámara sorprendido en un oficio inesperado. Y el milagro del segundo 35:00. Imágenes así anidan en la mente y desembocan en recuerdos brillantes. A veces incluso son el germen de un poema. Los nuevos artilugios y su sencillo manejo vuelven fácil apresar emociones visuales y expresarlas. Y, aunque solo sea por un instante de tiempo compartido, alimentan la ilusión de volar juntos. Es el primer vídeo propio que cuelgo en la Posada. Disculpen el temblor.


4 comentarios:

Antonio del Camino dijo...

De aquí a Cannes, sólo un paso...
Bueno, ahora en serio, me gusta la luz que se recoge en el vídeo, supongo que de atardecida, y, como bien dices, ese punto de luz que se transforma en ave de acero rumbo a su nido aeroportuario.
El temblor, por supuesto, disculpado.

Lo miro y lo remiro, a ver si borro otras imágenes rojiblancas y azulgranas, que aún duelen.

Abrazos.

Alfredo J Ramos dijo...

Bueno, a lo mejor me animo, y al año que viene me apunto a esa sección que llaman Un certain regarde, que de mirar va la cosa, ja, ja... Luz de "caída del sol", efectivamente, Antonio. Me puse a filmar al avión cuando solo era un destello en la lejanía y de pronto apareció el visitante inesperado, que de hecho parece surgir de la nada... Ahí estriba, me parece, toda la posible "gracia" del asunto, si es que alguna tiene. Puro azar. Azar puro. Gracias por ver y comentar.

Olga Bernad dijo...

Yo soy muy partidaria del temblor. Siempre. Y te ha salido muy bien;-)
También de ese pájaro que cruza el cielo, parece competir con el avión y parece ganarle. Y qué difícil te habrá resultado coordinar aviones y pájaros y que todo parezca así, casual. Puro. Azar.

Alfredo J Ramos dijo...

Muchas gracias, Olga. Y disculpa la tardanza en acusar recibo: ando últimamente un tanto desenredado... aunque sea, paradójicamente, por estarlo en exceso. Y sí, qué bien lo ves, de eso se trata: la irresistible levedad del azar...