Noche Único Reino Posible Mientras Estamos Solos
Reino Posible Mientras Estamos Solos
Posible Mientras Estamos Solos
Mientras Estamos Solos
Estamos Solos
Solos
Somos
Estela Mínima
Mínima Presencia Real
Presencia Real Útil Negado
Real Útil Negado Somos Estela
Útil Negado Somos Estela Mínima Presencia
Negado Somos Estela Mínima Presencia Real Útil
Jorge Semprún retratado por Gorka Lejarcegi, 2001 |
Somos Estela Mínima Presencia Real Útil Negado
Estela Mínima Presencia Real Útil Negado
Mínima Presencia Real Útil Negado
Presencia Real Útil Negado
Real Útil Negado
Útil Negado
Negado
Noche
Único Reino
Reino Posible Mientras
Posible Mientras Estamos Solos
Mientras Estamos Solos Noche Único
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(Un homenaje a Jorge Semprún)
5 comentarios:
Si le tocó ser casi siempre disidente, admirable esa diferencia que hizo de él un hombre más allá de las cómodas clasificaciones y que le mantuvo enérgicamente fiel a sí mismo en medio de todo siempre (en tiempos nada fáciles). En verdad, grande.
Bonito juego de espejos y ecos, reflejar el interior nunca resultó fácil.
Notario de la resistencia y escribidor de la memoria a través de unos excelentes guiones cinematográficos para Resnais y el inefable autor de "Z" y La confesión"
Gracias, Pilar, muy oportuno ese apunte cinematográfico, como experta cinéfila que sos. Quizás lo más destacado fue su colaboración con Costa-Gravas, en esos títulos que citas, y también con Losey, en Las rutas del sur.
Como tantos han puesto de relieve estos días, Semprún fue un hombre poliédrico, tal vez uno de los últimos europeos dignos de tal nombre (un poco a la manera renacentista) y creo que en todas sus facetas obtuvo logros muy notables. Salvo tal vez en su papel como ministro de Cultura. Pero confieso que en esta apreciación no soy neutral: por azares del destino, tuvimos que enfrentarnos a una decisión de su Ministerio en la época de Salvat cuando Hachette-Matra desembarcó en España con toda su artillería y no pocas pendejadas. Un episodio que, a la luz de lo ocurrido después, hasta puede considerarse una minucia, pero que fue la primera venta importante de una "empresa cultural" española a una multinacional. Vista la deriva de Salvat tras esa compra, resulta difícil entender la operación. Salvo que, como siempre sospechamos respecto a un holding en el que Saddam Hussein llegó a tener un paquete no desdeñable de acciones, las intenciones fueran otras. Por aquella época, Semprún publicaba sus libros en editoriales del grupo Hachette y no era difícil poner en entredicho su imparcialidad a la hora de que el Consejo de Ministros del que él formaba parte concediera el vistobueno a la operación, como era preceptivo y de hecho ocurrió. La verdad es que, pasado el tiempo, no creo que Semprún tuviera directamente nada que ver con un asunto que, en el fondo, le pillaba lejos. A los afectados nos sirvió para darle al problema una dimensión mediática que se tradujo en beneficios económicos para los trabajadores. Un beso, amiga.
Y gracias también, Fernando y C.M., por supuesto.
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