Parece claro que este fin de semana el movimiento del 15-M se enfrenta a un reto crucial: el de superar la paulatina disgregación (e incluso degradación) de los escenarios principales de la protesta, con Sol como estandarte, y encontrar su relevo y prolongación en los diferentes barrios a los que, con mayor o menor éxito, comenzó a trasladarse desde el último sábado de mayo. Estuve ese día en la asamblea que se celebró en el barrio madrileño de Prosperidad, en la que como principal acuerdo se decidió una nueva convocatoria para mañana día 4. En algunos corrillos de la reunión se comentaba la noticia según la cual de un piso de la La Prospe habría partido, a través de un grupo de Facebook, la iniciativa de la efectiva organización de la protesta de los indignados.
La práctica del movimiento asambleario, con sus interminables y pacientes búsquedas de consensos por caminos muy fatigosos, no creo que pueda mantenerse por mucho tiempo. A veces produce el mismo cansancio que las tópicas y odiosas reuniones de muchas comunidades de vecinos. Y está sujeta a la misma inoperancia. Pero el aldabonazo del 15-M ya ha conseguido un efecto positivo nada desdeñable: de nuevo ha vuelto a verse en los barrios un espíritu cívico y participativo que en cierto modo recuerda el que existía en los primeros años de la Transición, cuando las asociaciones de vecinos fueron en muchos casos verdaderas escuelas de participación ciudadana que posibilitaron un aprendizaje de hábitos democráticos hasta entonces inéditos.
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Y lo mismo puede decirse de testimonios in situ como el del escritor uruguayo Eduardo Galeano, en este caso en Barcelona, con su pausada reivindicación del entusiasmo como estado mental creativo y del momento presente como verdadero horizonte de lo que hay que luchar por cambiar.
De algún modo (pero sin duda con imaginación) habrá que encontrar, en las asambleas de barrio, en la Red o en el contexto más inmediato de cada uno, la forma para que el viento renovador del 15-M no se pierda y pueda traducirse en una revitalización de la dormida conciencia ciudadana. A ver si así es posible que su eco pueda llegar a tocar verdaderamente al Poder, que hasta ahora parece tan insensible, aunque ya se oigan voces que se muestran dispuestas a tomar nota. Hay que seguir.
En las imágenes, asamblea vecinal del distrito madrileño de Chamartín celebrada en la Plaza de Prosperidad el sábado 28 de mayo. |
8 comentarios:
Fascinante el speech que se marca Galeano, claramente contagiado del entusiasmo juvenil que parece respirarse en la plaza. De cualquier forma, además del carpe diem, sería deseable que este fogonazo tuviera más repercusión (y concreción) que su mero resplandor. Este impulso y esta ira deberían canalizarse hacia acciones concretas y, sobre todo, duraderas.
¡Ay, esa salida de metro de "La Prospe"..., cuántos recuerdos me trae.
Estoy de acuerdo en todo lo que expones en tu entrada, Alfredo. Va a ser a partir de ahora cuando se va a poner a prueba la consistencia real de este movimiento ciudadano, que nos ha hecho despertar de nuestra apatía y generado cierto optimismo en el deprimente panorama al que la política nos tiene acostumbrados en estos últimos años.
Ojalá no quede todo en una ilusión y que, a partir de ahora, se revitalicen los movimientos asamblearios en todos los ámbitos: en los barrios, en el trabajo, en la universidad...,y se produzca un cambio real, que es lo que muchos deseamos.
Un abrazo.
El entusiasmo es lo último que debe perderse... porque cuando lo perdemos, irremediablemente, lo perdemos TODO.
El domingo pasado se discutía en la asamblea de Lugo la conveniencia de levantar las acampadas. Una joven explicaba que en Vilagarcía no había acampados, pero que se reunían y continuaban con sus actividades durante el día, incluso con más energía "porque descansaban mejor". Los acampados empiezan a estar cansados y como explicaba otra joven "hay que trabajar o estudiar". Aquí, de momento continúan. Para poder seguir hay que hacerlo como tu sugieres al final de tu escrito: los barrios,la red... No podemos perder la esperanza, ya sabemos que "la gestación" de otro mundo del que habla Galeano será lenta. Esperemos que no aborte, aunque el parto va a ser complicado.
Alfredo, necesitamos "folgos" y mucho Entusiasmo. La ultraderecha empieza a asomar en Europa, hay un caldo de cultivo, como en otras crisis. Esta "Dentadura" éche moi dura de roer e ten unha boca con máis dentes que a do Vello can de palleiro. Y como apuntaba Santiago Carrillo ¿Quién le pone el cascabel al gato?
"La intelectualidad y el mundo del trabajo y la juventud unidos tendrían fuerza suficiente para romper el hechizo. Hay que asumir el papel del viejo topo de hoy. En el fondo estamos ante un cambio de época que exige la entrada en liza de fuerzas intelectuales más dotadas que los políticos de a diario y exige también una alianza de los dos sectores más creativos de la sociedad: las fuerzas de la cultura y el mundo del trabajo".
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Quien/le/pone/cascabel/gato/elpepuopi/20110604elpepiopi_4/Tes
Un abrazo
Así lo creo yo también, amigo Navajo. Esa concreción y duración, así como los métodos para hacer visible y operativa el descontento manifiesto, es lo que ahora entra en juego.
Pues sí, Cristal, la Prospe, por aquí sigue... Confío en que las asambleas de los sábados vayan tomando un impulso más ágil y que no falten las ideas nuevas capaces de concretarse en respuestas útiles.
Un beso, amiga (y celebro que ya estés recuperada de la dura experiencia que tan bien supiste contar en tu blog).
La razón de ser del entusiasmo, Fernando, ya la explica Galeano, precisando la etimología. Una luz necesaria para que no todo se vea oscuro (aunque lo parezca). Gracias por pasarte y comentar.
Entre "cans de palleiros" y "viejos topos" andamos mixturados, querida Shandy. Esa alianza desiderativa de las fuerzas de la cultura y el trabajo recuerda mucho aquel lema de lo que fue nuestro 68 (aunque yo lo viví a partir del 74): "obreros y estudiantes contra la policía", gritábamos frente a los grises de la porra y los caballos, antes de que indefectiblemente nos dispersaran... Quizás las cosas no hayan cambiado mucho, o sí, depende de cómo se quiera o pueda ver: yo creo que sí han cambiado... pero que todo sigue más o menos... Me parece que será necesario algún que otro esfuerzo de imaginación para que esta oportunidad no se evapore.
Graciñas
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