Leo con sorpresa y pena la noticia de la muerte del poeta José-Miguel Ullán. Le debo en gran medida el descubrimiento de que la poesía podía ser otra cosa, además de lo que sugerían los romances que oía de niño o las convenciones aprendidas en las clases de literatura del bachillerato. Hacia 1975, en la atípica pero bien surtida «librería» del Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid (el célebre Johnny, hoy amenazado de extinción), donde yo residía por entonces, me salió al paso su libro Frases, editado por el Taller de Ediciones JB. Si bien era ya el sexto o séptimo título publicado por el poeta, para mí supuso una completa revelación tanto de su nombre como de su obra. El libro llevaba en la portada una foto de Arthur Rimbaud niño que probablemente yo veía entonces por primera vez.
No lo recuerdo bien, pero me parece que esta obra había suscitado una pequeña polémica en relación con la concesión y el rechazo de un premio de la llamada Nueva Crítica, circunstancia de la que se hacía eco la faja con que se presentaba, en la que dicho reconocimiento aparecía tachado. No sé si algún amigo o colega de entonces me recomendó el libro. Es probable que hubiera leído en la prensa alguna noticia al respecto de la polémica y ello me llevara a interesarme por él y hojearlo.
De aquellas cavilaciones y de la frecuentación del libro nació, además de mi interés hacia la figura y la aventura del muchacho retratado en la cubierta –una pulsión que me ha acompañado desde entonces–, el contacto con lo que más tarde supe que se llamaba «poesía visual» y que, con su apariencia de novedad rupturista en la España del final del franquismo, en realidad estaba relacionada con las corrientes vanguardistas de las primeras décadas del siglo xx, de las que poco después oiría hablar, con bien fundado conocimiento y quizás cierta fatiga existencial, al profesor Vintila Horia en las clases de literatura contemporáneoa de la Facultad de periodismo.
Desde aquel momento, José-Miguel Ullán, cuya obra y peripecia vital posterior he seguido con interés, se convirtió para mí en sinónimo de modernidad, de amplitud de perspectivas, de capacidad de ver las artes en conexión. No siempre me han gustado o he entendido bien sus escritos. Pero le debo, aparte de las aquí descritas, muchas pistas y revelaciones sobre poetas (Lezama Lima, Valente), pintores o –¡también!– grandes intérpretes de la copla española, o de la canción pasional latinoamericana, así como el disfrute de la inmensa capacidad de juego, ironía, delicadeza vital y una gran valentía moral y estética volcadas en las ondulaciones de su obra.
Hace unos meses, tras pasar un buen rato zascandileando por el contundente y hermoso volumen de su poesía reunida, se me ocurrió este doble haikú humorístico –y quizás con cierto fraseo de deje salmantino– que me atrevo a copiar aquí como sencillo homenaje a un poeta cosmopolita a la vez que –en su dicción– hondamente castellano.
Qué perullán:
el poeta se oculta
sin concesiones.
Más se le notan
por bajo de las sayas
ondulaciones.
Ondulaciones que seguiré leyendo porque crean a su alrededor un poderoso campo gravitatorio.
6 comentarios:
Siempre hay gente que nos referencia de manera especial.
Solo le conocía por su labor de periodista, nada sabía de su `poesía- Habrá que investigar.
Saludos.
Gracias, Cristal. La verdad es que este mes de mayo, como sabes bien, está siendo terrible. Un fuerte abrazo.
No están los tiempos para perder poetas, y, como bien dices, "el mes de mayo está siendo terrible". Ya sean poetas de voz coloquial o tan herméticos, como pudiera serlo (o parecerlo) Ullán, todos son necesarios. La única manera de mantener su llama, es continuar leyendo su Poesía.
Abrazos.
A ver si cede la racha, Antonio. Gracias por la visita (¡y por la mayúscula publicidad desde tu blog!: ya hablaremos de honorarios). Un abrazo.
Muchas gracias por la corrección. Y de paso, por tu artículo.
En el "Blog de redacción" de la revistas Letras Libres dejé este homenaje (improvisado) al poeta:
A Ullán, allá donde se encuentre...
Ullán hermético,
Ullán mallarmeano,
Ullán místico,
Ullán visual,
Ullán profundo,
Ullán pictórico,
Ullán quimérico,
desértico Ullán.
Ullán mántico,
Ullán proteico,
Ullán sinuoso,
Ullán fractal,
Ullán alegre,
Ullán campestre,
Ullán heroico,
preciso Ullán.
Aquí y allí
allá y acá,
acaso no haya habido
-en estos raudos tiempos
de estela tan fugaz-
caletre castellano
más cabal.
Ullán, un puente:
el agua
no se lo llevará.
AJR
10 de junio
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