Leyendo en el interesante blog de Jordi Doce un comentario sobre una lectura de sus poemas en el monasterio asturiano de Valdediós, sentí curiosidad por el lugar (que sólo conocía por referencias escolares) y salí derecho hacia Google. No tuve que buscar mucho. La primera de las respuestas del buscador me puso frente a un archivo (82 páginas en formato jpg) titulado «Documentos para la historia de Valdediós» y fechado el 23 de febrero pasado (2009).
Si bien en principio me pareció un aburrido asunto clerical, la historia enhebrada por la colección de textos informativos, cartas (la mayor parte) y crónicas allí contenida no tardó en seducirme, hasta obligarme a buscar el rincón más cómodo de la posada (el que da hacia los fiordos del Noroeste) y sentarme a leer (y releer) de modo ordenado para saber en qué quedaba la complicada trama que se iba abriendo paso. Cuando me quise dar cuenta, llevaba varias horas avanzando por aquellos documentos (escritos en varios idiomas), cotejando datos, anotando nombres, procurando entender este o aquel extremo, absorto, en fin, en una lectura tan apasionante como la de El nombre de la rosa. Y con el añadido (periodístico) de que se trata de algo de “palpitante actualidad” (el tema ha tenido cierta repercusión en la prensa asturiana), si bien reducido al escaso eco que los asuntos de natural silencioso suelen alcanzar en nuestra ruidosa realidad hipermediática.
Como apuntaba en un comentario que dejé en el blog citado, lo que el curioso o el interesado encontrará en estas páginas es una crónica vivaz y minuciosa de los recientes cambios en la situación monástica de Valdediós, donde la parca comunidad cisterciense que regentaba el lugar desde su recuperación en 1992 ha sido sustituida por miembros de otra orden religiosa (la comunidad de San Juan).
El relato está ordenado y dispuesto por quien fue el impulsor de la recuperación del lugar y su prior hasta el pasado febrero, el monje cisterciense Jorge Gibert. No hay que ser Guillermo de Baskerville (ni mucho menos Sean Connery) para deducir que probablemente el antiguo prior haya colgado este documento en la red para dejar constancia de lo que –a la luz de su visión de los hechos– no cabe por menos que considerar una injusticia. Silenciosa, sí, pero no por ello menos injusta.
Y no diré más. Quien tenga interés puede atravesar la puerta de la clausura pulsando sobre este eslogan apocalíptico tan apropiado al caso: ecce sto ad ostium et pulso*
*«Estoy ante la puerta y llamo.»
Imagen: Sello conmemorativo de los 800 años del Císter en Valdediós. www.valdedios.org
4 comentarios:
"estoy ante la puerta y llamo"
alguien contestará con la verdadera historia?
porque lo fijo adherido al suelo y a las paredes cuentan una arquitectura un tiempo,una asombrosa economía abundante en levantar el conjunto y mantenerlos a través de tanto siglo
pero quiénes pusieron sus manos su sudor, cómo fueron pagos y tratados? y tanto más...podría saberse eso y sus charlas nocturnas cansados antes de dormir?
atractivo tu artículo..da para reflexión y preguntas
me recordó a Saramago en "ceremonial del convento"
saludos
y cumplo el ida y vuelta
mabel
Gracias, Mabel. La historia verdadera está ahí (me parece) y sigue en marcha. Sólo que, como todas las historias (como la realidad misma), tiene perfiles diferentes y varias posibles interpretaciones. Seguimos el viaje.
Muchos flecos hay en esta historia. Y parece que alguna víctima. Saludos
Saludos, Andrés, y gracias por la visita (no tardaré en dar una buena vuelta por el otro lado de las palabras). La víctima más clara parece ser el mencionado padre Jorge Gibert Tarruell, que se ha dedicado intensamente durante los últimos 15 años años a una tarea de la que ahora se ve apartado. Según lo que he podido saber, tras abandonar Valdediós se instaló en la abadía de Viaceli, en Cóbreces (Cantabria), y creo que allí sigue. Aunque no parece que haya tirado la toalla.
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