jueves, 20 de octubre de 2022

OTRO CASI/NO

Cartel de Casino (1995), de Martin Scorsese.

Asistimos asombrados a los fastos imperiales. La tormenta de caudales lo arrasaba todo. Dados cargados de dudas corrían por los tapetes. Y los negros cubiletes movíanse raudos. Mudas de serpientes por las mesas con viejos venenos, fichas de las apuestas y un vertedero de iras, entre espesas nubes de humo. Las desdichas de almas sin suerte. Y la muerte.

(LUN, 589 ~ «Sonetos enmascarados»)

miércoles, 19 de octubre de 2022

PEREC AL PASO

 CONFLUENCIA EXTRAÑA, HACIA LAS IMperecEDERAS CALLES DE PARÍS, ENTRE UN TRÁGICO RECUERDO Y LOS CHICOS MECÁNICOS

Escena de la película A Clockwork Orange («La naranja mecánica»), 1971,
de Stanley Kubrick, a partir de la novela de Anthony Burgess.

No éramos capaces de olvidar la historia. De hecho, volvía una y otra vez a nuestras mentes igual que caía sin cesar en el abismo de su tragedia ‘El profesor de danza muerto a palos por tres gamberros’.
(LUN, 590 ~ «Perec al paso», 165)

martes, 18 de octubre de 2022

El BOSQUE MINADO

Henri Rousseau, ´Le Douanier´: Deux lions à l'affût dans la jungle, 1909-1910.
Colección Particular.

En lugares que ya no existen, aunque seguramente somos muchos los que los tenemos presentes en algún rincón esquecido de nuestra memoria, hemos conocido a seres de verdad extraordinarios. Y a veces incluso hemos tenido la fortuna de intercambiar con ellos algunos gestos llenos de sentido y tal vez tres o cuatro palabras de ese idioma que sólo nosotros conocemos y que nos sirve para no perder por completo de vista la verdadera misión por la que vinimos a este extraño mundo efímero y cruel. La pérdida de conexiones cruciales y el paso de las horas cada vez más veloz vuelven muy difícil recordar qué significan o para qué sirven los extraños signos sembrados en los planos del bosque minado. No tendremos más remedio que interrogar a los prisioneros. Y confiar en que alguno se atreva a decirnos la verdad.

(LUN, 591 ~ «Clásicos profanados»)

lunes, 17 de octubre de 2022

Adiós al mago Arsenio Puro

(En voz alta). Ante personas cuyo arte consiste en burlarse de la lógica y el orden mostrenco del mundo uno nunca sabe a qué carta quedarse. Me entero, por diversas fuentes y de diversas formas, de la muerte de un mago tan singular y cercano como Arsenio Puro, alma mater de la Sala Houdini, en La Prospe, y tardo tiempo en descartar la impresión de que no sea un nuevo y muy singular truco, uno de esos “más difícil todavía” que desde niños nos han puesto en contacto con el maravilloso mundo de la imaginación sin fin. Pero no hay doblez en el trance: la muerte ha vuelto a ser el truco final. Una gran pérdida: la de un artista cercano y sobrio, provisto de un gran sentido del humor y muy admirado y querido en su gremio. Que la tierra le sea leve. Nuestro barrio está de luto.

domingo, 16 de octubre de 2022

LAS BOTAS NO ROBÓTICAS (1 y 2)

Vincent van Gogh: Runde der Gefangenen (nach Doré)
 (“Ronda de presos; a partir de Doré”), 1890.
Museo Pushkin, Moscú.

(1)
Como no podía salir a pintar al aire libre, Vincent se calzó las botas no robóticas e imaginó cómo sería la vida en aquel recinto mientras alguien en su cabeza, como mariposas revoloteando en una habitación, ya presentía la llegada del expreso de medianoche.

(LUN, 593 ~ «Imágenes que dan pie») 


(y 2)

El proceso de creación fue tan intenso y tan real que su calzado acabó acusando el peso de su imaginación. Pero, al mismo tiempo, pudo resolver en su memoria el enigma de aquel “Par de botas” que había pintado sin saber bien por qué algunos años antes.
Eran las botas de caminar alrededor de sí mismo.
(LUN, 592 ~ «Imágenes que dan pie»)

Van Gogh: Un par de botas, 1886.
Museo Van Gogh, Ámsterdam.


sábado, 15 de octubre de 2022

EL PRIMER QUIJOTE

Cubierta de Estampas del Quijote.
Editorial Miguel A. Salvatella, Barcelona, 1956
Hace un poco o algo más de medio siglo, en un colegio llamado Cervantes, y en la muy noble y muy leal ciudad de Eburia, los niños que asistíamos a las clases preparatorios de lo que se conocía como Ingreso teníamos como libro de lectura diaria obligatoria una obrita llamada Estampas del Quijote», “sacadas de la inmortal obra de Cervantes —se decía en la portadilla— para deleite de los niños por Federico Torres y con ilustraciones de A. Batllori Jofré”. En ella, en cada página y debajo de cada escena dibujada, se ofrecían unos breves textos que contaban las aventuras de un caballero loco y su grueso escudero, una extraña pareja en la que tal vez alguno de mis colegas de curso, o yo mismo, pudimos ver cierta similitud con las figuras del Gordo y el Flaco, cuyas historias es muy probable que ya hubiéramos visto en el cine. Esa era la primera vez que los niños de mi clase teníamos un contacto “serio”, por su sentido didáctico, con la novela de Cervantes, aunque las figuras de la curiosa pareja y otros personajes de la obra estaban ya presentes de muy diversas formas en nuestra vida cotidiana: por ejemplo, en los envoltorios de las onzas de chocolate Dulcinea, que recreaban el encuentro del escudero Sancho con las aldeanas de El Toboso; o en los azulejos y cacharros de la muy valorada cerámica local que nos sorprendían en los bancos de la plaza, allí mismo frente al colegio, en algunos rincones de los jardines del Prado o en los zaguanes de algunas casas... Y puede que en muchos más sitios. El caso es que nuestra infancia fue moldeada, incluso más de lo que somos capaces de reconocer, o recordar, por la lectura diaria de aquellas estampas quijotescas, junto con los fragmentos de romances que venían en la Enciclopedia Álvarez y los textos del catecismo que aprendíamos de memoria para poder hacer la comunión. A este respecto, recuerdo que la catequesis a veces la recibíamos en el atrio lateral de la colegiata, la Colegial, también muy próxima al colegio. Allí había una gran puerta de hierro, puede que entonces inservible, que se cerraba con un gran cerrojo cuyo pasador, tal vez del grosor de nuestros brazos de niños, utilizábamos para abalanzarnos sobre él desde el banco corrido de granito y balancearnos en el aire como si fuéramos uno de los equilibristas que, cuando era época de ferias y si había suerte, podíamos ver en el circo de los hermanos Tonetti que montaba su carpa enfrente de la alameda, nuestro bosque encantado, casi una intrincada selva entre cuyos follajes vivíamos, sobre todo en las tardes sin clase de los jueves, extraordinarias aventuras, escenificaciones minuciosamente imaginadas de las persecuciones y duelos de las pelis del Oeste —¡ay, Rayo de Plata, de cuerpo de palo y cabeza espeluchada, cuántas veces cabalgamos juntos!— o las luchas de los espadachines, las colosales proezas de Maciste, la búsqueda de tesoros de cristal y papel de plata…, por no hablar de algunos ritos más o menos peculiares de iniciación, incluidas las “bellaquerías” que menciona Góngora en una de sus canciones. Pero ese, queridos niños y carísimas niñas, es ya otro género y tal vez otra novela. Si os portáis bien, otro día vuelvo con el cuento.
(LUN, 594)

viernes, 14 de octubre de 2022

IDA Y VUELTA (o todo queda en familia)

Carlos Orozco: La manda, 1942. De la exposición «Fábulas fantásticas».
Cortesía de la Fundación Casa de México en España.

Si El Reino Del Azar Puro es el PADRE en su retorno, puede que la MADRE sea Magia Alta Del Retorno Esencial.

(LUN, 595 ~ «Amo y Dioma»)