viernes, 19 de junio de 2020

Patíbulos

La imagen puede contener: exterior e interior
Umberto Boccioni: Alboroto en la Galería, 1910. Pinacoteca de Brera, Milán.
A la plazas públicas, donde ya se habían dispuesto los patíbulos y sus ecos, habían ido afluyendo verdugos de todos los colores ataviados con las más variopintas vestiduras. Eran cientos, tal vez miles, y tras mirarse durante un buen rato los unos a los otros, los otros a los unos, varias veces y viceversa, llegó un momento en que todos, primero con ansia, luego con asombro, más tarde ya con perplejidad y hasta hastío, escudriñaban sin cesar los rincones casi husmeantes en busca de las víctimas. Pero no sé veían por ningún lado, ni aparecía nadie que pudiera desempeñar ese papel. ¿Qué hacer? Las guillotinas fulgían en la altura y el sol arrancaba brillos contrarios de las hachas. Fue entonces cuando un esbirro gordo de capuz negro rematado en una ridículo borla lanzó un alarido y arremetió contra un colega de verdugo rojo y grandes aberturas oculares. Y, como suele decirse, allí fue Troya. Siguen en ello.
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jueves, 18 de junio de 2020

En son de Paz (9)

La imagen puede contener: una persona
Paz o el pensamiento creativo. Foto: Archivo Elizabeth Ruiz/Cuartoscuro.
(En son de Paz, 23). En La otra voz, el ensayo fechado a finales de 1989 con el que Octavio Paz cerró sus reflexiones y estudios sobre la poesía a través de la historia, todos ellos agrupados en sus Obras Completas bajo el título de «La casa de la presencia», el autor mexicano lleva a cabo una reflexión que, pese a estar escrita hace tres décadas, parece haber nacido casi del confinamiento.


Escribe Paz : «... puede decirse sin exagerar que el tema central de este fin de siglo no es el de la organización política de nuestras sociedades ni el de su orientación histórica. Lo urgente, hoy, es saber cómo vamos a asegurar la supervivencia de la especie humana. Ante esa realidad, ¿cuál puede ser la función de la poesía? ¿Qué puede decir la ‘otra voz’? Ya he indicado que si naciese un nuevo pensamiento político, la influencia de la poesía sería indirecta: recordar ciertas realidades enterradas, resucitarlas y presentarlas. Ante la cuestión de la supervivencia del género humano en una tierra envenenada y asolada, la respuesta no puede ser distinta. Su influencia sería indirecta: sugerir, inspirar e insinuar. No demostrar sino mostrar».
A continuación, después de recordar el modus operandi del pensamiento poético y sus operaciones básicas, y tras reivindicar el papel del poesía como cifra de la “fraternidad cósmica” (el poema refleja la solidaridad de las “diez mil cosas que componen el universo”), Paz concluye con una lúcida reivindicación y con un aviso: «La relación entre el hombre y la poesía es tan antigua como nuestra historia: comenzó cuando el hombre comenzó a ser hombre. Los primeros cazadores y recolectores de frutos un día se contemplaron, atónitos, durante un instante inacabable en el agua fija de un poema. Desde entonces, los hombres no han cesado de verse en ese espejo de imágenes. Y se han visto, simultáneamente, como creadores de imágenes y como imágenes de sus creaciones. Por esto, puedo decir con un poco de seguridad que, mientras haya hombres, habrá poesía. Pero la relación puede romperse. Nació de la facultad humana por excelencia, la imaginación; puede quebrarse si la imaginación muere o se corrompe. Si el hombre olvidase a la poesía, se olvidaría de sí mismo. Regresaría al caos original».

Fin de la cita. Estamos avisados.


Cañas y barras

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Karl Schmidt-Rottluff: Wine bar, 1913. Brücke Museum, Berlín.
Rufo, que a estas horas ya debía de andar un poco pasado de copas, se me acercó, birra en ristre y, tras acodarse en la barra y sin quitarle ojo a las latas de exquisitas conservas y a las bandejas de suculentos pintxos, me espetó: «No dejes de grandes cenas para mañana lo que están las sepulturas puedas hacer llenas hoy». Cuando yo digo que cada día está más loco...
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miércoles, 17 de junio de 2020

El Cuento

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Paul Gauguin: Mata Mua («Érase una vez»), 1892.
© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en depósito en el
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid (al parecer, por poco tiempo).

—Abuelita, abuelita, ¿y cuándo fue el tiempo del érase una vez?
—No sé, mi amor. Nadie lo sabe.
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martes, 16 de junio de 2020

Comunicación cuántica

Una estación terrestre china se comunica con el satélite de comunicación cuántica 'Micius'.
Representación de una estación china conectando
con el satélite de comunicación cuántica Micius.

J.-W. Pan/USTC/APS/El País.
(En voz alta). He aquí una de esas  noticias que sólo se entienden con un gran esfuerzo de imaginación y que, sin en cambio 🥴, sabemos que tienen gran importancia. Algo así como las nuevas tablillas hititas (de las que, por cierto, habla Azúa en la columna de al lado, en el papel).

Drama en personas

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Shakespeare-Pessoa en uno. Montaje de autor desconocido.
Se abre el telón y aparece Hamlet. Se sabe que es Hamlet porque lleva una calavera en la mano izquierda, o en la derecha (a elección), pero las gafas redondas y el bigote piramidal le dan un marcado parecido con Pessoa. Hamlet-Pessoa recorre con parsimonia la pantalla (fíjense) y, mirando de hito en hito al lector o espectador (según el caso), dice su monólogo en forma de diálogo, como si hablara consigo mismo, cambiando de gesto pero apenas de voz.
—Sólo la soledad sabe su signo.
—... Dijo el paseante a su imaginario yo, insinuando una referencia a la tercera persona del verbo.
—Y eso, si acaso.
—... Respondió el otro al que se cree que es el uno.
—Nada es tan cierto como lo incierto que es todo.
—... Concluyó para sí el que podía hacer oír sus pensamientos.
En esto se oye una voz que parece provenir del patio de butacas.
—Lo cierto es que para estar solos, son ustedes multitud.
—¿Y usted quién es?
—¿Yo...?
Largo silencio. Luego, desde el mismo flanco, llega una respuesta:
—No sé. Tal vez... ¿el apuntador?
Fundido en negro. Y luego 

FIN

lunes, 15 de junio de 2020

Adagia andante (13)

A veces puede el poeta caer en la tentación de las muñecas rusas: creer que «el poema es un poema dentro de un poema».
También ese vértigo ayuda, aunque de vez en cuando conviene asomarse al exterior.

La vida es más extensa que el poema. A veces el poema parece que devora y regurgita todo lo que en la vida hay de vivo.
Solo está vivo lo que muere.
La lengua chispeante, el rubor de las palabras, la alegría de decir.
La poesía es la nobleza de los pueblos. Su verdadera alcurnia.
No es posible vivir sin más palabras.
¿Cuáles son las preguntas verdaderas? Ya lo sabes: quién, qué, por qué, de dónde, a dónde.
Aunque aquí ya sólo importe el cómo.
Tan sólo la vida es lo que importa.
La vida son acciones, reacciones, mecanismos, ajustes, distancias, contrapesos, sensaciones: el pozo de la mente, el agua al fondo, la roldana del pensamiento, la soga de palabras. Como un dibujo minucioso salido de la mano de Leonardo.
Un mundo puramente imaginario carecería por completo de interés.
Un mundo sin imaginación no se refleja en los espejos.
Pensamos que la vida se sienta a nuestro lado en un banco del parque cuando a lo lejos suena una campana.
No sabemos apenas qué queremos decir con las palabras. Lo decimos a falta de otra cosa. Tal vez por mera ausencia. O en un supremo esfuerzo por vivir.
Ser a la vez moderno y póstumo: puede que ahí haya una salida.
Se hacen preguntas para poder hacer preguntas. Y cuando ya no sea necesario hacer preguntas, esa será la pregunta.
Ay, esa condición de guantes reversibles en que a menudo se enfundan las ideas. Y esas ideas de ida y vuelta en que tantas veces se demoran las palabras.
La vida, la poesía: son la misma cosa, dos nombres de una sola realidad.
Y la mentira irremplazable y tal vez irrompible del sentimiento. ¿De qué otra forma podemos decirnos la verdad?
Sin olvidar los motivos de la mente, esa demente.
En mitad del silencio de la noche, una hermosa metáfora puede ser una fuente o un rastro de luz.
Se canta lo que se puede.
Para amar de verdad la poesía hay que curarse en salud.
Sentir con el cerebro es lo mismo que pensar con el corazón.
La gracia siempre está en los detalles. También el universo.
La poesía es un lazo fraternal. Hace posible el mito inalcanzable del mundo compartido.
El que quiere volar siempre encuentra alas.
La poesía es la gran invención.
Y no es verdad que todo esté inventado: es más sabio comprender que todo está por inventar.
Tal vez por eso nos gusta tanto el mundo. Aunque a veces creamos que es inhóspito y contrario.
Es muy probable que todas las mentes sean una. Pensarlo es una suerte de equilibrio.
El ritmo de los pueblos son los ritos. Los ciclos nos acogen siempre a todos.
Solo un poema hay: el de la vida.