viernes, 29 de abril de 2011

Hipótesis troyana


(Versión 1)
Florentin Whitemilk se despertó sudoroso en medio de la noche. Había tenido una pesadilla horrible: su fiel mayordomo lusitano no solo lo iba despojando de la gran mansión y de sus muchos bienes, incluido el preciado menaje de vasijas plateadas, sino que lo hacía con su propio consentimiento. De modo que cuando, siguiendo en el sueño la lógica de la vigilia, quiso denunciarlo ante la autoridad competente, descubrió que el empleado infiel ya lo había vendido todo, y dentro de la más estricta legalidad, a su directo competidor y rival inveterado, el también poderoso Polaco Totelcamp.
Mientras luchaba frente al lavabo por librarse de un sabor de boca pantanoso, Mr White sentía que aún le daba vueltas en la cabeza, igual que un sueño dentro de otro, la escena más odiosa de la pesadilla repitiéndose una y otra vez y otra vez y otra, cual infinita cinta de Moebius. Era la imagen proyectada en la pantalla de un ordenador de la enfática proclama que años atrás el mayordomo había hecho a su antiguo señor prometiéndole que siempre (hoy, mañana, siempre) lo llevaría en su corazón.

Al leer en la carpeta que su director general dejó extraviada en la consulta del psicoanalista común la transcripción del sueño que él mismo había tenido varias veces, Florentino se dio cuenta de todo. Temblando casi de furia pero sin perder el control de sus fluencias verbales, llamó a Valdano para recriminarle que no le hubiera advertido a tiempo de aquel insidioso, temible, asolador caballo de Troya.
La jodimos, Florentino, sos macanudo dijo Valdano. Y luego parafraseó, como si viniera a cuento, el conocido lamento de Borges : «Yo que tantos hombres he sido, no he sido nunca el portugués aquel que se admiró un buen día de que todos los niños de España quisieran ser Messi».


«Caballo de Troya entre la blanca muchedumbre», de la película Troya, imagen tomada de la web Memorias de un destierro.

viernes, 22 de abril de 2011

La Madrugá



Hay palabras que se fijan en la memoria como un recuerdo inequívoco: pronunciarlas o solo pensarlas equivale a encender, una y otra vez, un circuito de neuronas que ilumina una escena en la que son sensibles varias dimensiones: imágenes que huelen, tactos sonoros, pensamientos que proyectan sombra, tal vez el leve peso de un nudo en la garganta. Así me ocurre, por ejemplo, siempre que digo u oigo la palabra madrugá. No es necesario que sea, como ahora, semana santa, para que la marea de fondo que se alza en mi cabeza o en mi corazón (o en el camino de arrabales que va de mi corazón a mi cabeza) muestre un paisaje sin duda sevillano sobre el que emerge, sonriente o burlona, sabia y elegante, la figura del poeta Vicente Tortajada, viejo amigo desaparecido tan prematuramente y a cuyo lado tuvimos la suerte de poder vivir, en su casa y por las calles de Sevilla, una noche mágica, sublime y bulliciosa: la madrugá de quizás 1985. Podría contarla con todo detalle, o inventarla con absoluta fidelidad, por medio de otras palabras inequívocas: Placentines, Triana, Los Venerables… Pero me parece preferible compartir esta foto que nos muestra a los dos en el amanecer de la noche más larga (puede que en La Campana; él, barbado y fumador). Un fogonazo gráfico que aviva la sonrisa del amigo generoso y lo trae de nuevo a esta madrugá de tantos años después. Y en una fecha –redondo y seguro azar el de este viernes– en la que mi madre, fallecida el pasado 3 de marzo, hubiera cumplido 96 años. ¿De qué lado estamos los vivos cuando nos miran y hasta creemos que nos siguen amando los muertos?

martes, 19 de abril de 2011

Nueve de seis ***



Pase, Filloy, verá qué poca vergüenza.


Que venga Dios y lo lea.


Recogía el lado artificial tras olfatearlo.


Sabemos que la penúltima ha muerto.


Un hombre puede desembocar en humo.


Verso suelto busca prosa. Blogs abstenerse.


X y Z son la solución.


Y tú, ¿de qué lado estás?


¡Zopilotes, zopilotes, zopilotes! Solo un cadáver.



lunes, 18 de abril de 2011

Siete de seis**


Gulliver se despertó entre mis párpados.


Halcón Leonado se sabía un impostor.


Iba a reencarnarse pero fue devorado.


Las huellas indicaban claramente hacia mí.


Mi Habatar es vuen tipo, manque


No fue fácil derrotar al Invierno.


Oía las sirenas del amor urgente.



Imagen © M. Kuzmanovic /Reuters.

domingo, 17 de abril de 2011

Seis de seis*


(Novelas de una línea /No ve las de una línea)



Al despertar, nada, ni el meteorito.


Boanerges presentía el fin del mundo.


Crié cuervos, todos iguales, para hooooy.


Dudo que sepas valorar un fosfeno.


El jinete, la luna, la encrucijada.


Frases sin cuento para Genoveva Más.


La imagen, El ojo del dinosaurio, de autor desconocido (se agradecen pistas), la he tomado de esta web, aunque aparece en otros muchos sitios como proveniente del repertorio visual de Linkmesh.

sábado, 16 de abril de 2011

Balada con falsete


Ahora que Álex de la Iglesia ya ha pagado el precio de su honestidad (y acaso también de su torpeza) y ha dejado de desempeñar el extraño papel de juez que se juzga a sí mismo, al mismo tiempo que corría el peligro de convertirse en el «payaso de las bofetadas», me parece que no será inoportuno decir que su última película, Balada triste de trompeta, quizás la película española cuyo estreno he esperado con mayor expectación en los últimos años, me decepcionó casi por completo..., salvando sus primeros quince minutos, que son algo más que el prólogo imprescindible de la historia. El resto, acaso original y tal vez brillante en la puesta en escena pero disparatado en su articulación, es a mi entender lo que vulgarmente suele llamarse una «ida de olla» (o “de tarro”, según jergas): una acumulación de ocurrencias visuales en permanente fuga, de estrepitosas salidas de tono a las que, salvo en algunos momentos, no supe encontrarles la gracia, ni el sentido, ni el sinsentido siquiera. Nada que ver con el director tan inspirado como valiente que hizo posible los “milagros” (por su condición excepcional dentro de nuestro cine) de El día de la Bestia o La comunidad. Espero el día en que ese nervio creativo pueda depararnos nuevos gozos.

Seguí con interés y algo más que curiosidad el trepidante rodaje de Balada… a través del blog del director. Entre los textos que aún deben de andar por allí figuraba esta dedicatoria que me parece digna de ser repicada.


A RAPHAEL

Gracias, maestro, por todo lo que has hecho por mí. Gracias por tu alegría, por tu cariño, por acompañarme, por ayudarme. Gracias por ser un caballero, ante todo. Gracias por tener sentido del humor, más que nadie. Gracias por ser la persona que me gustaría llegar a ser, aunque de antemano te diré que es imposible. El más moderno, el más abierto, el más joven, el más amable. Raphael, eres generoso, y por tu generosidad esta película existe. Eres el alma de la película. Mi mejor película, la más sincera.


Imagen: El director y los protagonistas de Balada... en los días felices del estreno (en Barcelona). Foto tomada de cinedor.


miércoles, 13 de abril de 2011

Globo


Entre los miles de imágenes que cada día excitan nuestras retinas, aunque no necesariamente nuestros cerebros, hoy me ha llamado la atención la que figura sobre estas líneas. ¿Un globo desinflándose? ¿Una pelota mal hinchada? ¿Una extraña máscara de carnaval? ¿La bola de plastilina con la que jugaba Messi de pequeño? ... Pues no. ¡La Tierra! Bueno, en realidad, «una representación de la Tierra elaborada con los datos del satélite Goce». Ha sido difundida por la Agencia Europea del Espacio.

Es una imagen real de nuestro planeta en la que aparece reflejado el efecto de la gravedad que perfila protuberancias y depresiones en miles de puntos hasta conferirle ese aspecto rugoso, tan diferente de las representaciones usuales del globo terráqueo. Alicia Rivera lo explica en El País.