miércoles, 4 de agosto de 2010

Chapuzón

Pasen y vean, merece la pena.
Primero vienen los alegres batracios, con sus juegos audaces junto al agua.
Después llegan los cisnes, dibujados con la gracia de un equilibrio en verdad prodigioso.
Los pasos finales llegan a poner en tela de juicio la ley de la gravedad.

Un chapuzón sin duda circense
pero quizás por eso mismo aún más refrescante.

(Es aconsejable cliquear sobre el vídeo y verlo en pantalla completa.)


martes, 3 de agosto de 2010

Cante


Hay ayeres que hieren,
ay, ay ay.
Ayer es hoy herido.
Y no hay ayer que hoy haya,
ja, ja, ja,
llegado a ser el mismo.
Ay, ayer que ayer era
y hoy ya es ido.


Una de las grandes citas musicales del verano, el festival de La Unión, celebra su 50º aniversario con un gran programa (del 3 al 15 de agosto): Paco de Lucía, Miguel Poveda, Enrique Morente, Manolo Sanlúcar, José Mercé, Mayte Martín, Israel Galván...

Hace un mes, en el acto de presentación del evento, Miguel Poveda reconoció de este modo (primer vídeo) su muy especial relación con el lugar donde se bautizó como artista (segundo vídeo que, pese a sus deficiencias sonoras, puede considerarse un documento histórico).


lunes, 2 de agosto de 2010

Resonancias (2): fantasmas


Una de las escenas clave de El fantasma y la señora Muir (1947), la bellísima película de Joseph Mankiewicz, es el monólogo con el que el capitán Daniel Cregg (o mejor dicho, su fantasma, interpretado por Rex Harrison), que habita en la casa que le perteneció en vida, se despide en sueños de la nueva dueña de la mansión, la viuda Lucy Muir (Gene Tierney), de la que, tras unos primeros encuentros irritantes, ha acabado enamorándose, al igual que ella de él. Las tan emotivas como lúcidas palabras del capitán ponen de relieve la imposibilidad de un amor tan descarnado, aunque ello no le impida imaginar con enfático sentimiento lo que podrían haber vivido juntos.

La escena, al igual que la película toda, ha sido analizada con gran acierto y minuciosidad por Javier Marías, el gran valedor en el ámbito hispánico de esta obra, a la que que considera «[la película] que ha llegado más lejos -junto con Los muertos de John Huston- en algo a lo que ni el cine ni la literatura se han atrevido a menudo: la abolición del tiempo, la visión del futuro como pasado y del pasado como futuro, la reconciliación con los muertos y el deseo sereno e íntimo de ser uno de ellos».

Así describe Marías la escena en un artículo memorable, publicado inicialmente en el libro Écrire le cinéma (1995) y recogido después también en los volúmenes recopilatorios Vida del fantasma (2001) y Donde todo ha sucedido. Al salir del cine (2005) (cito por este último):

« ... Lucy duerme y el capitán entra por el balcón como otras veces, le habla, le reprocha primero que no sea tan sabia y sensata como el creía, pero en seguida añade: "No te inquietes no es culpa tuya, has elegido la vida, lo único que podías elegir". Luego le da en su sueño instrucciones para que se olvide de él, para que "mañana y en los años siguientes" lo recuerde solo como un sueño, un estado de ánimo, una atmósfera que la invadió y llegó a hacerle escribir un libro, lo escribió ella sola. El capitán le entrega no sólo los derechos que ya le dio para su causa común de conservar la casa, sino también su propia historia, la historia de su vida que a partir de ahora ella tiene que haber inventado. El momento es de gran importancia, porque el fantasma se hace ahí doble fantasma, o mejor dicho, pasa de ser un fantasma "real" a convertirse en el objeto de un sueño y en un personaje de ficción, una mera creación de Lucy.»


Y un poco más adelante Marías escribe:
»Antes de desaparecer o de su segunda muerte el capitán se permite un momento de nostalgia que es el precedente más claro de la muerte de Batty (Rutger Hauer) en Blade Runner de Ridley Scott, cuando el replicante lamenta que con él se pierda cuanto ha visto y vivido [...] Aquí el capitán Gregg mira a Lucy dormida y exclama unas frases aliterativas que parecen salidas del Prufrock de T S Eliot: "Cómo te habría gustado el Cabo Norte, y los fiordos bajo el sol de medianoche, y navegar junto al arrecife en Barbados donde el agua azul se torna verde, y hacia las Falkland donde la galerna del sur desagarra el mar entero y lo vuelve blanco", hasta acabar diciendo: "Lo que nos hemos perdido, Lucía, lo que nos hemos perdidos ambos".»
Un "ambos" (both) que, en mi opinión, también resuena como un subrayado de la imposibilidad de fusión plena que acaso explique la melancolía implícita en todo amor, sea éste asunto entre criaturas carnales o entre espíritus más o menos puros.

Imagen superior: escena final de The Gosht and Mrs. Muir, tomada de Arsenevich.



domingo, 1 de agosto de 2010

Mapas


Desde pequeño me gustan los mapas y las promesas que contienen. Mirar un mapa, estudiarlo, siempre me ha parecido una forma segura de viajar, a veces la única posible. Recorrer con el dedo las líneas que unen los pueblos, las ciudades, seguir con los ojos el trazado tantas veces prodigioso de los ríos, imaginar qué puede haber en los amplios espacios carentes de nombres...

Y desde pequeño, una sospecha que es una preferencia que tal vez sea un destino: el mapa es ya, por sí solo, un tesoro, quizás el tesoro.

En tiempos de hallazgos tan notables como Google Map o los sofisticados gepeeses, y en días como hoy, el mapa a la antigua usanza, aunque propiciado por los nuevos medios, es también una forma de trazar una caricia sobre una parte precisa del mundo para extender sobre ella una red transparente cargada de buenos deseos y subrayada por una clara línea, invisible pero cierta, que va desde unos ojos a otros ojos para acercarnos a puerto seguro.

Un mapa... una canción. ¡Y buen viaje!

Mapa parcial del noroeste de Inglaterra tomado de Mapas del mundo.



sábado, 31 de julio de 2010

Origen


Los sueños merodean por todas partes.

El próximo viernes 6 de agosto llega a nuestras pantallas Origen (Inception), la última película de Christopher Nolan (Memento, El caballero oscuro), con el mundo de los sueños y su escurridiza naturaleza como tema de fondo. Tal vez un viaje a las aguas profundas de la mente, al penúltimo decorado del escenario de la realidad.

Su protagonista es el cada vez más convincente Leonardo di Caprio. Aún me dura el buen sabor de boca de su excelente trabajo en la irregular Shutter Island. Aquí encabeza un potente reparto en el que también figura Michael Caine. Buen síntoma.

La película llega precedida de una gran expectación. Unos hablan de Kubrick (incluso del mejor Kubrick), otros mencionan Matrix. No faltan Ciudadano Kane y hasta James Bond. También lo que pudo haber sido Abre los ojos. Las críticas más duras apuntan directamente a la cabeza: no sueños... ¡pesadilla! El género (¿pero a quién le importa el género del origen?) parece claro: ciencia-ficción, de la rama onírica.

El tráiler, aquí abajo, es poderoso. Y digna de exploración la página web oficial de la versión española.

Los sueños me rodean por todas partes.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sobre(to)ros


I

Sotor, Sorot, Sorto y otros toros rotos

Sotor es una antiquísima representación semitáurica en piedra, por lo general en granito y por lo común azarosa, que podría tener alguna lejana relación con la configuración ideática del dios Thor de los antiguos germanos, aunque no existe ninguna prueba fiable; los toros de Guisando o la famosa Cabeza del Moro talaverana, son ejemplos de sotores (o sotoros) primigenios, en concreto de la clase verracos. Sorot [léase S(oro)T] es, según algunas fuentes, el nombre del primer bóvido de cuya lidia se guarda memoria, cretense por más señas. Y Sorto, a la vista está, es un morlaco de amplios cuartos traseros y andares, más que limpios, argentinos.



II

Libro de tema no tanto taurino como táurico, como muchas veces le oí decir a su autor, Poemas del toro, el primer libro de poemas de Rafael Morales (Talavera de la Reina, 1919-Madrid, 2005 ), es una obra cuya lectura tal vez resulte hoy más oportuna que nunca. He aquí su conocido primer soneto.


El toro

Es la noble cabeza negra pena,
que en dos furias se encuentra rematada,
donde suena un rumor de sangre airada
y hay un oscuro llanto que no suena.
En su piel poderosa se serena
su tormentosa fuerza enamorada
que en los amantes huesos va encerrada
para tronar volando por la arena.
Encerrada en la sorda calavera,
la tempestad se agita enfebrecida,
hecha pasión que al músculo no altera:
es un ala tenaz y enardecida,
es un ansia cercada, prisionera,
por las astas buscando la salida.









Rafael Morales



III

Cuando dentro de unos cuantos años la fiesta de los toros sea sólo el recuerdo de una tradición, a la gente le resultará muy difícil entender expresiones como tomar la alternativa, dar la puntilla, cortarse la coleta, apretarse los machos, cambiar de tercio, capear el temporal, crecerse en el castigo, conocer el percal, dar largas o una larga cambiada, correr la mano, mandar al cuerno, dar la vara, estar para el arrastre, echar un capote, ponerse el mundo por montera, ver los toros desde la barrera, entrar o estar al quite, marcarse un farol, hacer algo a toro pasado, actuar al alimón, hacer novillos, hacerle a alguien una faena, mirar al tendido, pinchar en hueso, rematar la faena, salir por la puerta grande, tener mano izquierda, tirarse al ruedo, tener un mano a mano, vestirse de luces o no perder de vista que (y es frase apropiada para ver en qué queda el asunto) hasta el rabo todo es toro.

La verdad es que parece muy dudoso que la mayoría de esas expresiones (y otras muchas, quizás miles, que se podrían añadir) sea ya comprensible para una parte importante de la población.



IV

Quizás para entonces, hacia el año 2100 y pico, con temperaturas peninsulares muy próximas o incluso por encima de los 50 grados, todo lo relacionado con la fiesta de los toros tenga el mismo sabor más que añejo casi mítico que ya tienen hoy estas imágenes artísticas.



V

En cuanto a mi opinión sobre la «decisión histórica» del Parlamento Catalán, suscribo (excepto la tercera palabra del punto 6) el decálogo que ha dejado en su blog Juan Cruz, «Toros en España»; y estoy especialmente de acuerdo con el último punto. ¡Qué calor!


VI

No creo descubrir nada si anticipo que se avecinan importantes agarradas en el coso patrio, mezclándose como están además las astas con las lesas patrias y viendo cómo andan ya a la greña los de sol (qué cara) contra los de (la mala) sombra, los del tendido del siete contra los siete teñidos, tirios contra troyanos...

¡Que el dios vacuno (o sea, el Buey Apis*) reparta suerte!


* Pese a lo que sostienen algunos comentaristas, no hay ninguna prueba que permita identificarlo con el «cabestro rijoso» al que el crítico taurino Joaquín Vidal (1935-2002) dedicó una de sus memorables crónicas.

lunes, 26 de julio de 2010

Ellas


Madres & Hijas (2009), la película de Rodrigo García (Bogotá, 1959) estrenada en España hace unas semanas, es una historia de mujeres cuyas vidas están unidas por vínculos que de un modo u otro tienen que ver con la maternidad, con su deseo o su rechazo, y con las consecuencias personales y sociales que de una y otra opción se derivan.

Los caminos casi siempre paradójicos del azar, por un lado, y la fuerza del parentesco («la fuerza de la sangre», en términos cervantinos), por otro, son dos elementos que el director echa a rodar en estas imágenes filmadas con la agilidad de un relato carente de tiempos muertos. Con ellos como principal motivo de fondo construye una historia coral, emotiva, trágica y cercana, llena de matices vitales y de algunas secuencias difíciles de olvidar. Las que tienen como protagonista al personaje de una muchacha ciega (ver tráiler 1:45) son en mi opinión las más logradas: brillan en medio de la obra, además de por su gran belleza formal, como una clave que derrama luz sobre el resto del filme.