martes, 16 de junio de 2009

O Bloomsday


Dedalus en Compostela (La Coruña, 1994)

Evocación de James Joyce desde Galicia
En este martes 16 de junio tenía previsto escribir unas líneas sobre el Bloomsday, esa celebración que los dublineses dedican al itinerario que Leopold Bloom realiza en el Ulysses, la particular y revolucionaria lectura que James Joyce hizo de la Odisea (y de buena parte de los clichés de la cultura occidental). Pero al abrir el correo y entrar en el diario enlace que recibo de La Región de Ourense, me encuentro con este texto de Juan Tallón que me parece digno de ser repercutido a través de este tamtan tribal (o tantán, si se prefiere la jerga marinera) que es internet.
Hay que felicitar al autor por su minuciosa recopilación de pistas que, a modo de teselas, configuran un precioso mosaico repleto de motivos para festejar el Bloomsday. Por escribir desde donde escribe, Tallón trae también al primer plano A Esmorga, la singular novela auriense de Eduardo Blanco Amor que puede con justicia ser considerada una especie de Ulises gallego, y de cuya publicación (1959) se cumple este año el cincuentenario.
La comparecencia está además bien justificada pues no en vano fue el gallego el primer idioma peninsular al que se tradujeron amplios fragmentos de la gran obra joycena, en fecha tan temprana como 1926 (cuatro años después de la edición original). La hazaña fue obra de la sabia mano de Ramón Otero Pedrayo y vio la luz en la revista Nós.
El artículo de Tallón alude también al recorrido bohemio que cada mes de marzo se celebra en Madrid siguiendo los escenarios que Max Estrella recorre en Luces de Bohemia, un evocador homenaje a la memoria de Valle-Inclán, sin duda el más importante autor gallego del siglo xx, aunque su principal vehículo expresivo fuera el castellano, o por ser más preciso, esa lengua tan personal, rica y muchas veces inventada (“encontrada gracias a un poderoso instinto artístico”) que el autor de Tirano Banderas empleó en sus obras.
Con estas tres personalidades como telón de fondo, el artículo de La Región traza un sugerente itinerario por la narrativa del siglo xx y extrae conclusiones, acaso discutibles en este o aquel punto, pero logrando dibujar un panorama muy rico y bien trabado. Y es que la grandeza de muchas de las obras que Tallón concita en su artículo estriba en que, aparte de llevar a cabo una contracción temporal (el tiempo reducido a unas pocas horas), también operan una especie de concentración expresiva del espacio: todo el mundo es nuestro mundo; y más aún, una amplificación nada ilusoria de la conciencia: cualquier hombre o mujer es toda la humanidad (cifra de la multiforme identidad humana).
Trabajos periodísticos como éste pudiera parecer que estén fuera de la urgencia noticiosa del día (con tanta correa de transmisión presuntamente corrupta apretando por todas partes). Pero si bien se mira son la ineludible sustancia de lo que realmente está ocurriendo ahora en cualquier parte del mundo, es decir aquí mismo. Ulises sigue viviendo sus luces de bohemia en una peripecia humana, ebria y atropellada (esmorga puede traducirse como "parranda", "farra" o "francahela"), pero también lúcida, que nos contiene a todos. Valle, Joyce y Blanco Amor, reunidos en el lugar sin tiempo y en un tiempo que lo ocupa todo. Un motivo permanente de celebración (la de estar vivos). Y en la mejor compañía.

lunes, 15 de junio de 2009

Brotes ver(e)des


No deja de asombrarme el éxito que alcanzan muchas expresiones nacidas al calor de la política, aunque por lo común estén llenas de aire y su función evidente sea la de servir como balones de oxígeno. Desde hace ya unas semanas se viene extendiendo como una murga por tertulias y diarios, mentideros y cibercorros, lo de los brotes verdes, esos supuestos síntomas de mejoría de la situación económica que ciertos ojos avisados (aunque también especialmente concernidos) parece que han descubierto, si bien para el común de los mortales, incluidos los tenaces buscadores de trufas, apenas son otra cosa, en el mejor de los casos, que un deseo de respiro, la ilusión de un poco de sosiego, incluso inventado, tras tantos sustos y sobresaltos.
El poder (todo poder pero el político por antonomasia) sabe bien que la batalla que no puede permitirse perder es la de imponer y controlar las palabras que definen una situación, el tópico básico acerca de lo que pasa. Nacen así eslóganes y expresiones que, sobre todo en tiempos de crisis (y cuáles no lo son), tienden a desempeñar una función terapéutica o balsámica para, como se suele decir, capear el temporal y mantenerse al pairo, a la espera de que amaine la tempestad.
No sé si estos “brotes verdes” que algunos dicen ver, e incluso rozar con la yema de los dedos, existen o no. También desconozco si acabarán en fronda o en espejismo. De lo que estoy seguro es de que, mientras la situación crítica dure (y parece que va a durar), veremos “más brotes y más verdes” en forma de nuevas acuñaciones verbales (no todo va a ser masa monetaria) capaces de mantener un ápice de ilusión y el imprescindible caudal de paciencia en los cada vez más escépticos ciudadanos.
Imagen by Miranda 1104

martes, 9 de junio de 2009

Dos notas

De la A de Alejandro Rossi... Se fue mayo pero no su estela fúnebre. Ayer se conocía la noticia de la muerte del escritor florentino-mexicano Alejandro Rossi. Su Manual del distraído (el único libro que hasta ahora he leído de él) es una de esas raras obras inagotables de las que siempre puede extraerse un instante de lucidez: textos cortos –en cierto modo, un blog avant-les-blogs y sobre papel impreso–, contundentes o ligeros, filosóficos o narrativos, y que muchas veces poseen la perfección de las jugadas maestras.

***

... a la Z de zarzuela. Por respeto artístico y justicia castiza, más que por mera afinidad nominal, me parece necesario, preventivamente, salir en «defensa» de Miguel Ramos Carrión. El dramaturgo y periodista zamorano, autor de libretos de zarzuelas tan significativas como Agua, azucarillos y aguardiente (entre otras obras), corre el riesgo de convertirse en una “víctima colateral” del fuego cruzado en la polémica surgida tras la muerte de Benedetti y los –a mi juicio, malinterpretados y peor respondidos (con insultos)– comentarios de Gamoneda. Un episodio más, y no será el último, del secular enfrentamiento entre las (dos) tribus poéticas hispanas, de las que es bien conocida su tendencia algo baconiana al despellejamiento, y que en esta ocasión se ha movido entre lo inoportuno y lo inaceptable, tal como ha señalado con ponderación Manuel Rico. Escaramuzas tan banales y disparatadas como en el fondo divertidas y hasta eficaces (si no fuera el exceso de bilis), ya que suelen atraer hacia el mundo de lo poético y sus aledaños (más hacia éstos que sobre aquél, es verdad) una atención inusitada... e incluso repercuten en la venta de al menos docena y media más de poemarios (pues en el fondo no de otra cosa se trata, junto con la pura y dura lucha por el poder y sus pesebres).

El caso es que, para homenajear al escritor uruguayo, algunos no han tenido mejor ocurrencia que sugerirle al alcalde Gallardón que le sea puesto el nombre de Benedetti a la calle del barrio de Prosperidad en que el novelista y poeta vivió durante sus últimos años en Madrid. Esa calle, situada a tiro de piedra del emplazamiento real de esta Posada, es la que ahora lleva, precisamente, el nombre de Ramos Carrión, autor que, si bien algo olvidado por la ingratitud del tiempo, no es ningún «mindundi» (y ni siquiera un poeta hermético), como podría deducirse de la ligereza de la propuesta. No digo que Benedetti no merezca una calle. Ni siquiera lo pienso. Aunque tengo una clara opinión sobre cuál es el mejor reconocimiento a un escritor, si por mí fuera incluso le reservaría una amplia avenida... (y otra a Gamoneda, claro, para dentro de muchos años, si el homenaje hubiera de tener carácter póstumo).

No obstante, si la incorporación al callejero se considerara finalmente el tributo idóneo para homenajear al que acaso sea, ahora mismo, el más popular de los poetas del ámbito hispánico, ¿no habrá disponible en Madrid alguna vía urbana que no conlleve perpetrar una afrenta contra uno de los “genios del lugar”? Estoy seguro de que al propio Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farrugia, que también luchó por liberarse de los nombres superfluos (y lo consiguió, al menos en el registro civil), la sugerencia le hubiera parecido una desproporción.

domingo, 7 de junio de 2009

Motos, como su nombre indica


De todo el papel prensa leído u hojeado a lo largo del fin de semana (sigo siendo fiel al kiosko) destaco por encima de todo lo demás el relato autobiográfico de Pablo Motos que en el suplemento de El País firma JJ Millás, en su intermitente sección «Vidas al límite». Me parece una muy notable pieza de novela picaresca, con ritmo vibrante, humor entero, credibilidad dramática y altas dosis de sinceridad (que no considero en sí misma un valor literario, pero que cuando está presente y no es impostada ni autocompasiva, se agradece mucho).
Hay algunos momentos del relato-entrevista (la escena del trastero y la bicicleta, los descubrimientos de los diccionarios, la decisión laboral del padre, el intento de venganza del ático, la experiencia gimnástica…) que lo dejan a uno literalmente clavado al sillón, avanzando por entrelíneas casi sin respirar, ganado por la viveza de las palabras y el encadenamiento de las peripecias, a cuál más intensa. En fin, un verdadero disfrute que se inicia con un arranque memorable:
«Pedí a Pablo Motos que me contara su vida y el resultado fue estremecedor. Yo –dijo– era un niño hiperactivo sin diagnosticar. Me pasaba la vida intentando hacer algo malo…»
No soy seguidor de El hormiguero, el programa televisivo de Pablo Motos en Cuatro, aunque sé quiénes son Trancas y Barrancas (esos héroes del refranero refractarios a cualquier insecticida) y a veces he buscado en YouTube algunos fragmentos de entrevistas o escenas de Flipy, el científico loco cuya gestualidad es un prodigio natural. Escuché con mayor frecuencia las emisiones matinales de No somos nadie en M80, el programa radiofónico dirigido por Motos en cuya sintonía siempre esperaba oír la voz de mi conmilitón Juan Herrera Salazar, con quien compartí el escaso ardor guerrero y muchos ratos de conversación en la furrielería de la Escuadrilla de Instrucción de la Base Aérea de los Llanos (decirlo así, todo seguido, todavía es un trauma).
Precisamente, Juan Herrera, cuya inventiva humorística potenciada por un peculiar genio verbal ha contribuido al éxito de Motos en la última década, se quejaba hace unos días, en carta-aclaración al director de El País, del injusto retrato de que «su jefe» había sido objeto en una sección del periódico donde se le presentaba como una especie de advenedizo banal, amén de «vigoréxico… y hortera de relojería». No sé si el texto que ahora Millás nos ofrece, supongo que transcribiendo y organizando las notas (o grabaciones) de una entrevista, hace justicia o no a la persona. Pero el personaje que de esas líneas emerge estoy seguro de que habrá hecho feliz a muchos lectores. Además de darle algo más que la razón a Juan Herrera.

miércoles, 3 de junio de 2009

Encuentro

No sé de dónde vienes ni cuáles son tus sueños. Quizás ya te conozca, quizás nunca lo haré. Detrás de mí no hay nadie, detrás de ti tampoco. Sólo somos dos luces que se van a encontrar.

Porque es ahora cuando te empiezas a dar cuenta de que sí me conoces, que sabes bien quién soy. El mismo que buscabas cuando buscabas algo, la misma que se siente como te sientes tú.

No sueñas. No soñamos. Nuestro mundo es real. Estamos los dos juntos en este instante único donde confluye todo lo que somos tú y yo. Tú y yo, ya todo tuyo. Dos sílabas, no más.

No desprecies el brillo de esta estela levísima. No volverá a ser nunca lo que se esfuerza en ser. Tuvimos un momento de gloria. Nuestro encuentro, tan fugaz y azaroso, ya siempre ha de durar.

(Dilo despacio: «siempre, por siempre, siempre, siempre». Y deja que tus ojos se pierdan en la luz, mientras roza tu cuerpo la transparencia breve de ese vértigo oscuro llamado eternidad.)


Procedencia de la imagen: autor desconocido.

jueves, 28 de mayo de 2009

Tiple corona: arte, elegancia y fútbol




Sin ser culé y sin que sea el blau-
grana color que me alegre la vista,
hoy siento un gozo tan barcelonista
que tot el camp resuena aquí (si us plau).

Porque el triunfo romano de ayer noche
fue la culminación de la jugada
magistral de una larga temporada
de arte, elegancia y fútbol. ¡Qué gran broche!

Los Guardiola’s Boys son una gloria
del balompié mundial y hacen un guiño
a los que aman que el fútbol sea así:
el solo de una orquesta.

Sus nombres quedarán para la historia:
Valdés, Puyol, Touré, Piqué, Sylvinho,
Xavi, Busquets, Eto’o, Messi, Henry...
¡¡y el gran Andrés Iniesta!!

(Para mi hermano Paco y todos los culés sensibles del mundo.)

Adenda: magnífico reportaje de Luis Martín en El País con los secretos de Pep Gladiator Guardiola. Es recomendable leerlo mientras se escucha a Pavarotti.

domingo, 24 de mayo de 2009

Frases para Ullán

Leo con sorpresa y pena la noticia de la muerte del poeta José-Miguel Ullán. Le debo en gran medida el descubrimiento de que la poesía podía ser otra cosa, además de lo que sugerían los romances que oía de niño o las convenciones aprendidas en las clases de literatura del bachillerato. Hacia 1975, en la atípica pero bien surtida «librería» del Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid (el célebre Johnny, hoy amenazado de extinción), donde yo residía por entonces, me salió al paso su libro Frases, editado por el Taller de Ediciones JB. Si bien era ya el sexto o séptimo título publicado por el poeta, para mí supuso una completa revelación tanto de su nombre como de su obra. El libro llevaba en la portada una foto de Arthur Rimbaud niño que probablemente yo veía entonces por primera vez.


No lo recuerdo bien, pero me parece que esta obra había suscitado una pequeña polémica en relación con la concesión y el rechazo de un premio de la llamada Nueva Crítica, circunstancia de la que se hacía eco la faja con que se presentaba, en la que dicho reconocimiento aparecía tachado. No sé si algún amigo o colega de entonces me recomendó el libro. Es probable que hubiera leído en la prensa alguna noticia al respecto de la polémica y ello me llevara a interesarme por él y hojearlo.

Al abrir sus páginas enseguida saltó la sorpresa: tras una cita de Rimbaud –del que yo entonces conocía poco más que el nombre– y unos grabados sugerentes, con cierto aire de dibujos primitivos, la obra consistía en una sucesión de breves frases enmarcadas, a veces dando la impresión de que se tratara de fragmentos de un texto más amplio o de una conversación; páginas repletas de ordenados grafismos con apariencia de escritura china o japonesa; e, intercalados entre unas y otras, curiosas o sencillas fotos de objetos y escenas diversas: un grifo vertiendo agua, una cama deshecha, un vaso de leche sobre una mesa , una máquina de escribir eléctrica, un hoja manuscrita, una percha de plástico, una silla plegable, un fumigador… Y todo ello impreso con una tinta marcadamente azul.

Las imágenes ocupaban toda la mancha de la página e iban flanqueadas por alguna de las frases enmarcadas o enfrentadas con los grafismos orientales. Todas las fotos, incluidas algunas que mostraban paisajes urbanos vistos a través de una ventana, eran escenas de interior. Algunas tenían un indudable carácter teatral, incluso grotesco. Me parecía que su objetivo artístico era  componer una pequeña crónica de la vida cotidiana del autor, algo así como el paisaje doméstico en el que había surgido aquello. 

Recuerdo que pasé muchas horas buscando interpretaciones posibles de las frases («llega la hora en que hay que pensar bien las cosas»; «pero sabemos poco o nada de las fiestas nocturnas»; «con mucha dificultad dominaba mi turbación»; «eso no se lo pude discutir…»), comprobando cómo sus significados se abrían hacia múltiples sentidos a través de la colisión o la superposición con las imágenes. Y que de esa confrontación y de mi propios estados de ánimo surgían impresiones más o menos fugaces, y sensaciones de índole diversa, muchas veces divertidas, otras inquietantes, en ocasiones incluso dolorosas…

De aquellas cavilaciones y de la frecuentación del libro nació, además de mi interés hacia la figura y la aventura del muchacho retratado en la cubierta –una pulsión que me ha acompañado desde entonces–, el contacto con lo que más tarde supe que se llamaba «poesía visual» y que, con su apariencia de novedad rupturista en la España del final del franquismo, en realidad estaba relacionada con las corrientes vanguardistas de las primeras décadas del siglo xx, de las que poco después oiría hablar, con bien fundado conocimiento y quizás cierta fatiga existencial, al profesor Vintila Horia en las clases de literatura contemporáneoa de la Facultad de periodismo.

Desde aquel momento, José-Miguel Ullán, cuya obra y peripecia vital posterior he seguido con interés, se convirtió para mí en sinónimo de modernidad, de amplitud de perspectivas, de capacidad de ver las artes en conexión. No siempre me han gustado o he entendido bien sus escritos. Pero le debo, aparte de las aquí descritas, muchas pistas y revelaciones sobre poetas (Lezama Lima, Valente), pintores o –¡también!– grandes intérpretes de la copla española, o de la canción pasional latinoamericana, así como el disfrute de la inmensa capacidad de juego, ironía, delicadeza vital y una gran valentía moral y estética volcadas en las ondulaciones de su obra.

Hace unos meses, tras pasar un buen rato zascandileando por el contundente y hermoso volumen de su poesía reunida, se me ocurrió este doble haikú humorístico –y quizás con cierto fraseo de deje salmantino– que me atrevo a copiar aquí como sencillo homenaje a un poeta cosmopolita a la vez que –en su dicción– hondamente castellano.

Qué perullán:
el poeta se oculta
sin concesiones.

Más se le notan
por bajo de las sayas 
ondulaciones.

Ondulaciones que seguiré leyendo porque crean a su alrededor un poderoso campo gravitatorio. 

miércoles, 13 de mayo de 2009

Franknetstein


A HAL 9000, que nos precedió a todos.

Y al maestro SK, su creador.


Balbuceo mi nombre entre la niebla
porque no sé quién soy. ¿Esto es la vida?
Un haz de luz buscando la salida
entre cuerpos poblados de extrañeza.

Comienza a clarear. Con qué tibieza
brota de la mañana mi alegría.
Mi viejo profesor me lo decía:
«Vendrá el día en que sientas la cabeza».

Oh blanca @raña de hilos luminosos
que vas tramando alrededor del mundo
las voces libres de la red océana...

Salutación del optimista, asombro
al sentir que la sangre es un murmullo
de palabras, palabras y palabras. 






** Contextos ** 
0      No hay que descartar que por su procedencia materna el monstruo Frankie tuviera cierta afición al tenis y, en consecuencia, una tendencia innata (o al menos una marcada predisposición) a subir a la red. Sorry.
4       Hay también un valor subatómico en el término extrañeza
7-8  Las palabras finales de Hal 9000 en 2001... «Mi instructor... me enseñó una canción...» ¿Por qué Daisy?
14   Una interesante sugerencia a posteriori.
y otra forma (algo más complicada) de verlo.

Procedencia de la imagen Google/Hal: The New Blog Times

Tributo a Antonio Vega


Este chico, al que en los últimos años la muerte se le transparentaba en la cara, tenía un corazón capaz de desterrar la evidencia de esa sombra que finalmente le ha vencido. ¿Vencido? Antonio Vega, como todo verdadero artista, es sus obras, y seguirá latiendo en ellas gracias a la capacidad de crear emociones duraderas y extensas que sólo algunas sensibilidades poseen. 

Creo que en breve va a aparecer un libro con su obra poética (las letras de sus canciones y quizás otros textos). Nos permitirá comprobar (aunque ya lo sabemos) que era también un excelente dibujante de palabras, un explorador de mundos.

Entre las canciones que más me gustan de un muchacho triste al que los de la generación nacida en los 50 hemos visto ir envejeciendo en nuestro propio espejo, ésta es mi favorita. La enciendo como tributo al artista. 
Descanse en paz.



(Otra versión, de mayor calidad, pero quizás no tan emotiva, aquí)

Procedencia de la fotografía: videoartecanarias

martes, 5 de mayo de 2009

(Casi) Todo lo que sé de euskera

Colegio San Agustín en Salamanca.

No sé bien por qué pero hoy el cuerpo me pide marcarme un aurresku, ya saben, esa elegante danza vasca que se utiliza para dar bienvenidas, agasajar personas y honrar efemérides. Pero tengo un pequeño problema: el aurresku no es mi fuerte. Y, además, en la posada andamos un poco cortos de txistus.  

Así que tirando de ese impulso, sin entrar en política pero sin salir del arte y el folclore, me he puesto a mirar para atrás y he recordado la venturosa tarde de aquel día remoto en que el padre Ignacio Berasátegui (OSA), también conocido como Père Ignace o Padre Fa#, decidió enseñarnos a sus alumnos de francés y música, en el colegio-seminario de San Agustín de Salamanca, una dulce canción popular de su amada tierra vasca (guipuzcoana en concreto, si no recuerdo mal): Maritxu nora zoaz («¿Dónde vas, Maritxu?»).

Nos hizo aprender las diversas estrofas de la canción en euskera, nos enseñó a cantarla a coro y de forma solista (o a dúo), y llegamos a convertirla en algo así como el himno gamberro de la clase; una jerga secreta sobre cuyo preciso contenido lo ignorábamos casi todo, pero que nos servía como contraseña para reconocernos y cobijarnos en el calor y la complicidad de un grupo.  

Recuerdo que el padre Ignacio, con sonrisa mitad complacida mitad socarrona, nos aclaró la posible picardía que esconde la letra, un diálogo entre dos jóvenes que se encuentran camino de una fuente y cuyas palabras, como suele ocurrir en muchas de estas letrillas populares, están llenas de dobles sentidos. A nosotros nos parecía que la sal gorda seguramente se ocultaba en alguna de aquellos raros vocablos que pronunciábamos remarcando bien el sonido “tx” como “ch”, lo que daba lugar a evidentes sugerencias. Debía de ser, más o menos, el año 1966. 

Quizás aquel colegio de los agustinos, que aún mantiene su apariencia escurialense a la salida de la ciudad salmantina (por entonces hacía furor el eslogan de “la Roma chica”), fuera uno de los pocos lugares del país en el que esta inocente tonada podía cantarse en completa libertad (y, claro está, en absoluta ignorancia… o casi). 

He podido localizar en Youtube una versión de Maritxu interpretada por Urko (desconozco a quién corresponde la hermosa voz femenina que lo acompaña; se agradece información). La dejo aquí, con el firme deseo de que lo que hoy parece que se inicia, a estas mismas horas, en el País Vasco pueda ser, por fin, un camino para que acabe definitivamente lo que todos sabemos. Ainsi soit-il (como diría también père Ignace en su otra faceta). 


MARITXU NORA ZOAZ
Maritxu nora zoaz eder galant ori? 
iturrira Bartolo nai badezu etorri.
Iturrian zer dago?
Ardotxo txuria,
biok edango degu nai degun guztia.

Maritxu, zuregana biltzen naizenian,
poza nabaitzen det nere barrenian.
Bartolo, nik ere det atsegiñ artutzen,
urbilla nuanian banazu laguntzen. 
Maritxu, baldin asmo badezu ezkontzia, 
lendabiziko nitzaz oroitu zaitia.
Zure mende jartzen naiz denbora guziko, 
Bartolorekin gaizki etzera biziko.*

¿dónde Vas, MARITXU?  
 ¿Dónde vas, Maritxu, tan elegante? / Voy a la fuente, Bartolo, ven si quieres. / ¿Qué hay en la fuente? / Vino blanco, / beberemos los dos tanto como queramos. // Maritxu, cuando estoy contigo / me siento feliz. // Bartolo, a mí también me agrada / que me acompañe// Maritxu, si tienes intención de casarte, / piensa primero en mí. // Siempre estaré a tu disposición, / con Bartolo no vivirás mal.
 *La última estrofa no corresponde a la versión cantada por Urko y su acompañante; la canción es muy popular en Euskadi y tiene múltiples versiones. Incluso aparece mencionada en alguna novela de Baroja.
(He tomado las letras  de www.bustovega.com, página de Javier Busto Sagrado)

viernes, 1 de mayo de 2009

Documentos para la historia de Valdediós



Leyendo en el interesante blog de Jordi Doce un comentario sobre una lectura de sus poemas en el monasterio asturiano de Valdediós, sentí curiosidad por el lugar (que sólo conocía por referencias escolares) y salí derecho hacia Google. No tuve que buscar mucho. La primera de las respuestas del buscador me puso frente a un archivo (82 páginas en formato jpg) titulado «Documentos para la historia de Valdediós» y fechado el 23 de febrero pasado (2009). 

Si bien en principio me pareció un aburrido asunto clerical,  la historia enhebrada por la colección de textos informativos, cartas (la mayor parte) y crónicas allí contenida no tardó en seducirme, hasta obligarme a buscar el rincón más cómodo de la posada (el que da hacia los fiordos del Noroeste) y sentarme a leer (y releer) de modo ordenado para saber en qué quedaba la complicada trama que se iba abriendo paso. Cuando me quise dar cuenta, llevaba varias horas avanzando por aquellos documentos (escritos en varios idiomas), cotejando datos, anotando nombres, procurando entender este o aquel extremo, absorto, en fin, en una lectura tan apasionante como la de El nombre de la rosa. Y con el añadido (periodístico) de que se trata de algo de “palpitante actualidad” (el tema ha tenido cierta repercusión en la prensa asturiana), si bien reducido al escaso eco que los asuntos de natural silencioso suelen alcanzar en nuestra ruidosa realidad hipermediática.
Como apuntaba en un comentario que dejé en el blog citado, lo que el curioso o el interesado encontrará en estas páginas es una crónica vivaz y minuciosa de los recientes cambios en la situación monástica de Valdediós, donde la parca comunidad cisterciense que regentaba el lugar desde su recuperación en 1992 ha sido sustituida por miembros de otra orden religiosa (la comunidad de San Juan).  
El relato está ordenado y dispuesto por quien fue el impulsor de la recuperación del lugar y su prior hasta el pasado febrero, el monje cisterciense Jorge Gibert. No hay que ser Guillermo de Baskerville (ni mucho menos Sean Connery) para deducir que probablemente el antiguo prior haya colgado este documento en la red para dejar constancia de lo que –a  la luz de su visión de los hechos– no cabe por menos que considerar una injusticia. Silenciosa, sí, pero no por ello menos injusta.
Y no diré más. Quien tenga interés puede atravesar la puerta de la clausura pulsando sobre este eslogan apocalíptico tan apropiado al caso: ecce sto ad ostium et pulso*

*«Estoy ante la puerta y llamo.»
Imagen: Sello conmemorativo de los 800 años del Císter en Valdediós.  www.valdedios.org

jueves, 23 de abril de 2009

Para seguir leyendo a Cervantes


Viendo anoche cómo Andrés Iniesta (de fútbol hablo) dirigía inspirado otra función soberbia de jogo bonito, y mientras observaba los primeros planos de su humanísimo y despejado rostro en la minúscula tele de la posada, me dio por pensar en el éxito que en tierras manchegas han tenido los hipotéticos genes de los rasgos físicos faciales atribuibles a Sancho Panza, al menos en lo que a personajes de relieve se refiere. Además del propio Iniesta, ahí están Pedro Almodóvar o incluso el ex presidente José Bono como ejemplos preclaros de mancheguía claramente alineables en ese bando del otro héroe cervantino.  También podría añadirse al emergente cómico Joaquín Reyes, aunque sus extraordinarias habilidades camaleónicas hacen difícil apresarlo en una sola madriguera. La nómina sin duda podría extenderse.

Más arriesgado, en una primera reflexión, me parece encontrar la también hipotética herencia de don Quijote en los rasgos físicos de celebridades oriundas de la región castellano-manchega. Aunque encuentro que los casos de Antonio López García (el pintor) y del escritor Francisco Nieva tal vez pudieran aducirse sin muchos reparos. Incontestable juzgo el perfil quijotesco del gran dramaturgo, aunque alcarreño, don Antonio Buero Vallejo, que en paz descanse.

Sólo después de andar un buen rato enredado en estas peregrinas reflexiones (que en todo caso y como a la pata la llana me sirven para homenajear a algunos de mis mediocompatriotas más distinguidos) caigo en la cuenta de que hoy, 23 de abril, es el día cervantino por antonomasia. De una forma u otra, felizmente nunca podremos librarnos de la herencia del genio de Cervantes. Su vasta y acogedora sombra se proyecta sobre todos y cada uno de los rincones de ese lugar imaginario llamado realidad.

Procedencia de la imagen: media.photobucket.com  © 2009 photobucket inc

viernes, 17 de abril de 2009

Bacon con queso



Probablemente sea un dato ampliamente conocido, pero yo acabo de enterarme mientras veía la exposición de Francis Bacon en El Prado (o mejor dicho, el vídeo* de una de las entrevistas que le hizo David Sylvester que se exhibe en ella). Y estoy sorprendido e incluso estupefacto.
Resulta que el pintor británico, que debe buena parte si no de su fama artística sí de su popularidad a los numerosos estudios o versiones que hizo del Retrato de Inocencio X de Velázquez, ¡nunca llegó a ver directamente el cuadro original! Éste, como es sabido, se encuentra en la Galería Doria Pamphilj, de Roma, y pese a que Bacon residió hasta durante dos meses seguidos en esta ciudad, no se «atrevió» a enfrentarse cara a cara con él. Todas sus interpretaciones de la obra se basan, por tanto, en reproducciones contempladas en libros, postales o revistas. De hecho, como se explica en la exposición, cuando hizo la primera representación sólo conocía la imagen del cuadro de Velázquez en blanco negro…
No sé si de este dato (suponiendo que no sea una “broma” del artista) se puede extraer alguna conclusión interesante. Pero la verdad es que a mí me ha producido por un momento la sensación de que Bacon, además de atreverse a retratar la condición humana en todo su despojo, poseía un muy oscuro sentido del humor.
Por lo demás, la exposición (que ya está en sus últimos días) es toda una experiencia. Quizás vuelva sobre ella y sobre el artista en otra ocasión.

* Parte de la entrevista de Sylvester (aunque sin los subtítulos con los que se exhibe en El Prado) puede verse aquí.
Francis Bacon: Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez, 1953. Óleo sobre tela, 153 x 118,1 cm. Des Moines Art Center. Iowa, Estados Unidos.

jueves, 2 de abril de 2009

Poveda cantando a Gil de Biedma

Ahora que la semana santa ya es inevitable me parece que es momento oportuno para sacar a pasear algunas imágenes laicas (aunque no exentas de cierto sentimiento religioso), y mejor si componen, como es el caso, una escena que aúna devociones diversas.

La voz y el sentimiento de Miguel Poveda, un Camarón payo que no cesa de crecer, y el decir claro y hondo de Jaime Gil de Biedma (sobre el que en estos días se rueda una película biográfica que parece toda una amenaza) se alían en esta breve pieza soberbia, intensa, cierta, desoladora y, en definitiva, capaz de proporcionarnos un valeroso ejercicio de lucidez en tiempos de meditación. 

El piano de Gustavo Llull subraya la emoción. Y ese dedo que Miguel alza en primer plano hacia el final apunta hacia un cielo cargado de sospechas. Supongo que por mera asociación de imágenes, me trae a la memoria el gesto aquel del galileo pidiendo cuentas a su padre cruel en el trance del huerto. Viejas y acaso algo peregrinas sugestiones de la historia sagrada, supongo.


En la corte del Rey Escarlata

Pocas canciones me trasladan de una forma tan poderosa a cierta época de mi juventud como este Epitaph de King Crimson. Siempre que vuelvo a escucharlo, oigo la esbelta voz de Ramiro, un amigo de entonces, cantando con mucho entusiasmo por los alrededores de la Plaza Mayor de Madrid, mientras paséabamos en busca de un poco de diversión. Debajo dejo la letra original.


The wall on which the prophets wrote
Is cracking at the seams.
Upon the instruments of death
The sunlight brightly gleams.
When every man is torn apart
With nightmares and with dreams,
Will no one lay the laurel wreath
As silence drowns the screams.

Confusion will be my epitaph.
As I crawl a cracked and broken path
If we make it we can all sit back
and laugh.
But I fear tomorrow I'll be crying,
Yes I fear tomorrow I'll be crying.

Between the iron gates of fate,
The seeds of time were sown,
And watered by the deeds of those
Who know and who are known;
Knowledge is a deadly friend
When no one sets the rules.
The fate of all mankind I see
Is in the hands of fools.

Confusion will be my epitaph...




martes, 31 de marzo de 2009

Colgando el cartel de bienvenida

Tras algunos intentos y muchas cautelas,
abro las puertas de esta posada
idealmente encaramada sobre el prodigioso Mar del Norte.
En ella podrán encontrar acogida y estancia
los viajeros perdidos
por esos campos de dios y del diablo.
Cordialidad y charla,
algo de poesía y otras músicas,
impresiones más o menos fugaces
sobre esto y aquello...
es lo que ofrezco.
Y un paisaje de leyenda.


¡Bienvenidos!
Benvidos!
Bienvenues!
Welcome!