Albert Boadella fotografiado por Tere García. |
(Al filo de los días). Es interesante esta entrevista con Albert Boadella en Vozpopuli, a la que llego por aviso de mi amigo Felipe Pallete. Antes que nada: tirones fuertes de orejas a los correctores (supongo que ausentes) del periódico: cuento al menos media docena de errores sintácticos, no sé si todos erratas, muy llamativos. Nadie está libre, ya sabemos, pero en un medio que se pretenda profesional es por completo inaceptable. De la edición sin editores se ha pasado al periodismo sin periodistas. Una desgracia.
De Boadella podríamos hablar largo y tendido. He escrito a menudo sobre su teatro —en mis años mozos practiqué la crítica teatral— y alguna vez también sobre su trayectoria personal: sus Memorias de un bufón, que leí con gusto, lo retratan bien. Es un ciudadano genial (lo digo sin matices ni retranca) cuya larga carrera, desde los heroicos días de La torna, me parece tan interesante como propia de un algo caprichoso funambulista. Un papel acorde con las singulares dotes histriónicas y la imaginación creadora del que probablemente haya sido el dramaturgo más dotado del país, provisto de un savoir faire escénico al alcance de muy pocos. Nadie (o casi) ha criticado nunca a ningún poder entre nosotros con la contundencia con que él satirizó la Catalunya pujolesca e incluso toda la tontería “necionalista” catalana. La invención del reino de Tabarnia, por otro lado, es uno de los grandes hallazgos del último lustro y quizás lo más provechoso que ha producido el procés.
Lo que aquí dice sobre Pujol y el Rey parece muy razonable, diferencias incluidas. Y tiene razón en señalar que son escándalos conectados, algo que por otro lado ya sabemos desde finales del pasado siglo, cuando surgió todo aquello del clan catalán de De la Rosa y el papel de Colón de Carvajal, etc. Es sorprendente comprobar cómo va haciendo estragos, y cada vez más, el efecto “memoria de pez”.
Ahora bien: Boadella también debería mirarse en su propio espejo y ver qué ribetes “ultranecionalistas”, o simplemente cínicos, adornan a algunos de sus compañeros de viaje o a políticos que él defiende, como esa infumable histérica que es, en mi opinión, Cayetana Álvarez de las Marimbas del Río de la Plata... Por lo demás, larga vida al bufón. Necesitamos cronistas capaces de dar cuenta de las inmensas pompas fúnebres que se nos vienen encima. Y en eso el ejercicio libertario del que Boadella ha hecho gala a menudo es todo un ejemplo, sobre todo cuando no ha arrendando su genio a “la pela” segura y a vacuas esperanzas.