viernes, 18 de mayo de 2018

Cómplice

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«Puerta de Narváez», ©️AJR, 2018.
Vengo a ver si me ves. La melodía
que me precede es sólo una fanfarria
que va de mis oídos a tus ojos
y deja un rastro húmedo en el aire.

Te hablaría de mí y hasta diría
cosas que aun podrían sorprenderte,
aunque no es nada que tú no conozcas,
lo que ya sabes porque está en ti mismo.
En este espacio ubicuo andás vos solo,
yo pasé por acá, pero hace mucho:
ahora es la hora, y te toca a vos.
Yo no puedo hacer más. Ni aunque quisiera
podría despertarte, si no abres
los ojos hacia dentro. Tú verás.

Babel (11)

La alarma
Los primeros en darse cuenta de que algo no iba bien fueron los caleros. Ni sus mecagüendiés ni sus aivalahóstia parecían tener efecto alguno. Era como si estuvieran hablando en una lengua dulce.
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jueves, 17 de mayo de 2018

Laberinto (d)

La imagen puede contener: 2 personas
William Kurelek: The Maze, 1953. Bethlem Royal Hospital, Londres.
En no pocas ocasiones, durante aquellos días, la salida le parecía tan sumamente fácil que, para evitar perder el tiempo y revertir el tedio, no tenía más remedio que inventarse el laberinto.
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miércoles, 16 de mayo de 2018

Desde dentro

(Lecturas en voz alta, 🧐87). Esta temporada, va a ser difícil que ningún artículo antitaurino supere en eficacia al minucioso desenmascaramiento de la crueldad gratuita que implica la Fiesta contenido en esta crónica que Antonio Lorca publica en El País. Toda ella es un ejemplo del anacrónico, crudelísimo y de todo punto injustificable “espectáculo” que es, hoy por hoy, una corrida de toros. Me ahorro comentarios. Sólo me limito a resaltar la detallada descripción de la barbarie contenida en estos párrafos y el grado de cinismo —¿corrupción de la sensibilidad ?— que puede llegar a tener un cronista para escribir algo así. Lean y juzguen.
«Apúntese el dato: el 14 de mayo de 2018, se ha producido en la Feria de San Isidro un hecho insólito e histórico, prueba cierta del profundo mal que aqueja a la tauromaquia desde dentro.
El suceso acaeció en el cuarto de la tarde. Ordenada la salida del toro, el animal tardó un mundo en asomar los pitones, y lo hizo con preocupante parsimonia y evidente desgana. Anduvo unos pasos, oteó el horizonte, olisqueó la arena y alzó la cabeza cuando avistó a un humano vestido raro —el subalterno Ángel Otero— que se acercaba a sus lindes. Lo miró con desconfianza y, cuando el torero movió el capote para llamar su atención, el toro pegó un respingo que no se murió del susto de milagro. Acobardado, huyó primero hacia la puerta de toriles, ignoró las llamadas de los toreros y mostró un miedo impropio de un toro bravo.
»El público comenzó a impacientarse ante la pasividad del presidente que, según el reglamento, debe ordenar la salida de los caballos y, en el caso de que no sea posible picar al toro, indicar la colocación de banderillas negras. Pues, no. En contra de toda norma, decidió devolver el toro a los corrales, lo que provocó el lógico enfado del respetable, que le dedicó una sonora bronca. Todo toro manso tiene su lidia; lo que no tiene solución es un presidente incompetente dispuesto a pasar a la historia por una decisión tan sorprendente como sonrojante.»
Sin comentarios.

M14-Catalònia

La imagen puede contener: nubes, cielo, océano, exterior, naturaleza y agua
René Magritte: Le château des Pyrénées, 1959. Museo de Israel, Jerusalén.
En ocasiones la realidad impone de forma tan obscena su evidencia que es imposible mirar hacia otro lado.
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(Leyendo a Joaquim Coll)

martes, 15 de mayo de 2018

Procedencia

Ráfagas de la hora violeta, sobre la Glorieta de López de Hoyos. AJR, 2018.
(Resonancias🚏⛲️). «¿Y tú, de dónde eres?», suelen preguntarme a veces aquellos, cada vez menos, desconocidos con los que trabo contacto. Sé bien que es cierto acento en el habla, un deje no fácilmente identificable aunque perceptible (la herencia talaveritana antes que talabricense, me temo), lo que mueve más que otra cosa esa curiosidad. Una vez, hacia 1983, el poeta Gil de Biedma, al descender de un taxi que nos había trasladado desde el hotel Velázquez hasta la Sala Olimpia (hoy Valle-Inclán), para asistir al estreno teatral de una obra de Gil Albert, me lo preguntó dando por supuesto que había captado la procedencia pero le costaba afinar: «Y tú, Alfredo, ¿de qué parte de Andalucía vienes?», me dijo. No tardé en aclararle el equívoco, aunque dando algún rodeo. Hoy le hubiera contestado de otro modo: soy un madrileño de origen gallego nacido en Talavera de la Reina, provincia del extremo de ninguna parte. Eso es, en realidad, lo que me siento: un hijo de al menos tres patrias que son ninguna y podrían multiplicarse hasta el infinito, al albur de cualquier entusiasmo provisional o duradero que merezca la pena. Como la mayor parte de mi vida, y con mucha diferencia, la he vivido en Madrid, de acá me siento. Y Madrid es el primer nombre que se me viene a la cabeza cuando pienso en el Lugar. Sin que por ello me olvide —al contrario: la edad acentúa y acrecienta las querencias del pasado— de los sitios vividos: Talavera, Salamanca, La Vid, San Lorenzo de El Escorial, Ribeira Sacra, el Mar Menor... Hace unos años, también por estas fechas isidriles, lo dije en este poema, que hoy suscribo completamente, antes de irme pa’ las Vistillas a ver a mi amigo Santi, que vive en Don Pedro y estos días tiene la murga debajo mismo de la cama.

Los herederos

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Max Beckmann: Familienbild, 1920, The Museum of Modern Art, New York
Schenkung Abby Adrich Rockefeller, 1935, © VG Bild-Kunst, Bonn 2018, 1920. MoMA, NY.
«A ustedes —dijo el visitante— yo los conozco por la forma que tienen de llevarse la mano a la cara. Los vi una vez en sueños y desde entonces no he podido olvidarlos».
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(Obra pictórica también empleada en la NUL Literal)