miércoles, 28 de diciembre de 2022
ESCALAS SETNECONI
OTRA RES/PUESTA Y OTRO MONIGOTE
Cuadro de autor no identificado. |
Si supiéramos decir lo que decir no podemos y no podemos decir sin decirlo, aunque supiéramos que al decirlo no sabríamos decirlo, ni aunque supiéramos no poder decirlo cuando, al decirlo, no podemos dejar de decirlo en cuanto decimos, que si supiéramos que poder decirlo es sólo la forma en que no podemos dejar de decirlo y no, por no decirlo, podemos saber lo que no podríamos decir aun si supiéramos… Por este galimatías, como vaca sin cencerro, rumiante, va mi mente de uno a otro desconcierto: ramonea y muge libre, vaca sola en el ‘lameiro’ de las vacas de mi infancia y en el contiguo barbecho que este año de descanso ve crecer, como a destiempo, mil florecillas liliáceas… y algún que otro pensamiento. (Si hasta acá llegaste, incauto lector, compadre y despierto, déjame posar mi mano sobre tu espalda: está hecho).
martes, 27 de diciembre de 2022
EL GRAN ESPECTÁCULO DEL MUNDO
Georges-Pierre Seurat: Le Cirque, 1891. Musée d'Orsay, París. |
«Esto se acaba», le oí decir al portero del inmueble donde habíamos pasado tantas horas divertidas y mixtas, a mitad de camino entre la pura diversión y el asombro. «El juego de la vida —continuó por su cuenta y riesgo, como suele decirse— se parece a esta casa: hay inquilinos para todos los gustos y no es extraño que ocurran las cosas más inesperadas». Y como para hacerme una antepenúltima demostración de la verosimilitud de sus palabras me invitó a fijarme con detalle en ‘Los melanesios que hacían gimnasia con un disco de Haendel’, artistas en verdad azombrosos, aunque según pude saber después por boca de ellos mismos, gentes tan sensibles como humildes, todas sus posibles virtudes escénicas las daban por bien empleadas por el disfrute del inmenso honor que les suponía ser los teloneros de un artista tan genial como ‘El joven acróbata que no quiso dejar nunca más su trapecio’. «En el juego de la vida —concluyó el portero— no hay mayor virtud que la de saber en cada momento cuál es la vaina de uno y a qué carta quedarse». A estas alturas, yo ya tenía claro que estaba asistiendo al mayor espectáculo del Núñ Fu, que es como mi vigilante IA suele llamar al mundo en que vivimos.
lunes, 26 de diciembre de 2022
LOA DEL SOL NACIENTE
Estela o cipo egipcio que representa al dios Horus. Datada en el siglo VII a.C. Metropolitan Museum of Art (TheMET), New York. |
Había concluido como siempre un ciclo antiguo y el tiempo parecía destinado a proseguir de forma indefinida el camino sobre sus viejas huellas. De pronto lee en un libro que alguien le ha enviado palabras que le suenan familiares, incluso propias. Lo son. O no: quizá le pertenezcan en verdad al destinatario, que las da como anónimas, con un implícito asentamiento, con un trato que en cierto modo las salva del olvido. Lo toma como un buen presagio, tal vez como una de esas pulsiones apotropaicas que lee en el poema, sin duda improvisado, de otro amigo y, piano piano, y porque una cosa lleva a la otra, lo acaban conduciendo hasta la imagen del dios que se muestra de frente ante la luz, alzado sobre los cocodrilos y sujetando en ambas manos cerradas unos muy familiares cíngulos de los que penden animales que a menudo comparecen en sus sueños. Y todo ello mientras cree que el Papa, en su comparecencia para la bendición urbi et orbi, no cesa de pronunciar un nombre muy familiar (“Alfredo, Alfredo”), hasta que cae en la cuenta de que en realidad está lamentando las consecuencias de las guerras y otras penalidades, que dejan expuestas “al freddo, al freddo” y al hambre y a la enfermedad a millones de personas. No es fácil remontar el vuelo cuando el año finiquita entre tantas penalidades, pero es acaso más necesario que nunca hacer la loa del sol cada día naciente y confiar en su poder benefactor. Así sea.
LA NUEVA BUENA
Giorgio di Bondone: El nacimiento de Jesús, 1302-1305. Frescos en la capilla de los Scrovegni, Padua (Italia). |
Es Navidad. Queda suspendido el tiempo. Sólo hay espacio para la eternidad, el presente continuo, la potencia en acto. Y el retorno de las viejas imágenes invencibles. Esa es la dádiva. ¿Y tú cómo lo ves, ChatGPT?