sábado, 27 de agosto de 2022

LEÍ MIEL


Anna Karpowicz-Westner: Nude on a Blue Couch, 1994-1998. Col. Particular.

Era sólo una palabra muy dulce.
Sólo muy dulce era una palabra.
Una palabra muy sólo dulce era.
Palabra dulce muy era una sólo.
Muy dulce palabra sólo era una.
Dulce era una palabra sólo muy.
(LUN, 643 ~ «Amo idioma/Dados»)

viernes, 26 de agosto de 2022

Leyendo en el Parque

(Al filo de los días). Llego al filo de la hora de cierre a entregar los libros del verano a la Biblioteca del barrio. La proba funcionaria —aunque podría, no diré su nombre— ya ha cerrado la sesión y se enfada porque aún quedan más de cinco minutos para que se cumpla el horario reducido del verano, más reducido aún durante el mes de agosto. Iba a hacerle una pregunta pero su mirada de hiena me disuade y me marcho como oveja esquilada, no vayan a buscarme de nuevo las cosquillas. Cómo está el patio. Por fortuna, de salida, en la “mesa de esquilmes”, me salen al paso dos volúmenes aún en muy buen estado de Cristina Fernández Cubas (nada menos que El año de gracia” y Todos los cuentos): pa’ la bolsa! Se me cruza la idea de volver y darle a la proba funcionaria incluso un beso por tan buena suerte. Pero seguramente ya no esté, aunque tampoco me vuelvo a comprobarlo. Ni el horno para bollos.

Salgo a la calle y me acerco al parque de Berlín. En uno de los libros que he renovado, Las sílabas del gran Gonzalo Rojas, me sale al paso este poema por el que en más de un lugar que yo me sé lo hubieran lapidado… verbalmente (al menos de momento). Tiempos raros, muy raros. Casi toda la gente con la que me he cruzado en la última media hora va pendiente de su teléfono móvil. Yo mismo escribo en él estas palabras. Menos mal que Rojas, astuto o tal vez sólo inocente, perpetra al final de su poema fenicio un “personaja” que pone su reloj en hora con un tiempo que tanto se parece… ¿al final de los tiempos? Hay muchos niños, niñas y jóvenes (¡y jóvenas!) jugando en el parque. Las cotorras —ya no diré argentinas— no paran de cotorrear. Ancianas bien vestidas pasean de la mano de cuidadoras indígenas. La vida al atardecer de un viernes de finales de agosto, en un parque, en un rincón de mi mente que no cesa de reconocerle a Kafka su clarividencia.

Y a seguir barajando.

El poema (cuya foto, aunque de mi autoría, acabará desapareciendo de aquí)
es el titulado "Qedeshím Qedeshóth". Quede constancia.


PANAL

Anónimo: Internauta de quinta degeneración, 2025. Museo Virtual de Kentucky.
Obsérvese el curioso parecido, tal vez debido a los auriculares de alta precisión
integrados en la cabeza, con la Drosophila melanogaster,la popular “mosca del vinagre”,
tan útil para la ciencia por su cercanía genética al género humano.

Llegó el día, ya es este, en que la configuración de los artilugios y la sincronización de las almas de los supervivientes vinieron a producir de consuno el SOMA de la verdadera —así llamada— vida y se alzó meridiano en las conciencias aún no arrasadas, también en algunas no esquilmadas hasta su RAÍZ, el deslumbramiento de que estaba a punto de cumplirse ad pedem litteræ la vieja y hermética y ninguneada profecía, ahora por fin vuelta tan prístina y determinante en su acaso OBVIA formulación: «A un PANAL de rica miel cien mil moscas acudieron y por golosas murieron presas de patas en él». Estando claro la identificación del PANAL, se afanaban los hermeneutas en determinar con la mayor precisión posible el alcance y posible extensión semántica del presunto acrónimo MOSCAS. La primera propuesta, rechazada por excesivamente derrotista, provenía de las Estepas Centrales y decía así: «Mentes Obviamente Seducidas Casi Abocadas (al) Suicidio». Más interés suscitaba la —así llamada— Hipótesis Integral de la Puerta Ulterior de Tannhäuser Abierta Sosegadamente, con su giro sincopado y lleno de posibilidades: «Manos Operativas Sugieren Caminos Abren Sueños». Pero aún faltaba mucho para poder dar por resuelto el ENIGMA y todo esfuerzo iba a ser poco. Nadie de verdad comprometido con el futuro en presente de la ESPECIE debería quedarse al MARGEn.

(LUN, 644 ~ «Cuentos absurdos»)

jueves, 25 de agosto de 2022

EL CANTO HILADO (12)


Pero seamos serios y concisos: El laberinto junto al mar es un buen espacio para descubrir Cosas conocidas y extrañas, y emprender después un recorrido por La ciudad y las sierras, seguido de Civilización, hasta encontrar la forma idónea de contar Una boda en Lyon y otros relatos.

(LUN, 645 ~ «Desde el Acantilado/ebook», 123-126)

miércoles, 24 de agosto de 2022

PURA FICCIÓN, AFICIÓN PURA

Edward Hopper: Sunday, 1926. The Philipps Collection, Washington.
El caminante sabe que la ciudad que recorre en soledad por la noche ya no existe más que en su imaginación. Puede ir del Sur al Norte, desde la Plaza hasta el Río, sin encontrarse con nadie. Atraviesa el paseo de los fantasmas, y también los fantasmas han desertado. En un portalón aún le gusta comprobar que las aldabas son de bronce. Quedan calles empavesadas de cantos puntiagudos. Y hay letreros que sobreviven, con su tipografía moderna, debajo de la mugre de las ya añosas pintadas y al margen del caos de los grafitis. Una colonia de gatos aposentados en lo que fuera el terrero de un viejo convento, en el antiguo corazón de la urbe, es el mayor signo de los nuevos tiempos. Junto a algunas recuperadas piedras del pasado. Quizás sean ambas señales muestra inequívoca del rumbo futuro, abocada como está la vida aquí a servir al definitivo despliegue de un mundo de ficción del que los días por venir exhalan, corriente abajo, un paisaje irreal de carne de píxel y humo algodonoso, sobre el cauce cegado de un sueño del que fuera imposible despertar. Pero no nos pongamos apocalípticos. Y sigamos fabricando el Arca.

(LUN, 646 ~ «De la vida misma»)

martes, 23 de agosto de 2022

EL ÚLTIMO RECURSO

¿No es la burocracia, con su infinito buche (sic) de tautologías y redundancias, una permanente incitación al crimen? Sé, se lo aseguro, de lo que hablo. Y espero que este reconocimiento compulsivo y compulsado no sea en modo alguno tomado como un agravante, señor Juez.

Georges Rouault: Los tres jueces, 1913. Museum of Moderm Art (MoMA), Nueva York.

(LUN, 647 ~ «De la vida misma»)

lunes, 22 de agosto de 2022

«Los días de Yucatán», de Sagrario Pinto, en euskera

(Al filo de los días) «Irakasleak noten buletina eman berri zigun, eta nire notak oso onak ziren, oso onak baino hobeak: nire bizitza osoko notarik onenak!»… Así se inicia Yucataneko egunak, la traducción al euskera de Los días de Yucatán”, la novela LIJ de mi compi Sagrario Pinto que acaba de aparecer en Ibaizabal, el sello de Edelvives en el País Vasco, y con traducción a cargo de Amets Santxez Muniain. Las ilustraciones, excelentes, siguen siendo las de Luis Doyague de la edición original. Los ejemplares de autor, junto con otros valiosos libros de amigos y conocidos (irán compareciendo por acá), nos esperaban en Madrid, a la vuelta de unos días en el Mar Menor, y ni que decir tiene (curiosa frase) que son el mejor impulso para encarar eso que nuestros vecinos del norte llaman, con expresión invencible, la Rentrée, aunque quizás ahora sea más habitual decir “reseteado”, “reinicio” o en esa línea.

Aunque tuve el privilegio de aprender algunas nociones en el bachillerato de los agustinos, gracias a “père Ignace Berasátegui y su amor por el en verdad hermoso folklore euskaldún, no tengo más remedio que confesar que el euskera es para mí, y supongo que también para muchos ibéricos, una lengua casi opaca: pronunciarla es jugar al sonido puro, la mera y musical fonación, ya que sólo de tarde en tarde intuye uno el sentido de lo que pronuncia, y siempre de un modo en el que la inmediatez de la materia verbal impone su fascinación sobre todo atisbo de comprensión. Y, sin embargo, como sabemos bien desde hace mucho y algunos reconocimientos recientes confirman, es esta una lengua con la que es posible lograr formas de expresión de gran belleza, y fijar emociones y experiencias que justificarían el necesario esfuerzo para salvar el aparente hermetismo de sus construcciones y poder penetrar en el círculo luminoso de los significados.
Alguna anécdota hay en mi vida de editor, incluidos sueños y hasta pesadillas, relacionados con este asunto, pero quede, si acaso, para otro día. Sí señalaré, sin embargo, la curiosa sincronía que me lleva a redactar esta nota justo el mismo día en que FaceBook me recuerda la publicación de un texto sobre Isla Mujeres, uno de los escenarios principales de esta narración de Sagrario en la que, con su habitual y envidiable pericia, supo sacarle partido literario a los días que pasamos juntos en tierras yukatecas (debió de ser hacia 2004-2005, ayer como quien dice).

Seguro que leídas en euskera las evocaciones de aquellas aún no olvidadas aventuras provocan nuevas resonancias. «Eta barre egin genuen denok».