(de la A a la Z)
domingo, 31 de julio de 2022
JULAIJAIKÚS PARA DECIR ADIÓS A UN JULIO aTROz
jueves, 28 de julio de 2022
EL CANTO HILADO (3)
La ley del silencio, también la urdida en torno al caso de María Antonieta y los Siete años que permaneció en manos de Las hermanas y su “Conte drolatique”, es, a su modo, una puerta de acceso a Universos ocultos, Un viaje a las dimensiones extras del cosmos, sobre todo si lo entendemos como una Ciudad abierta en la que, vivo o muerto, está recluido El gato. Y Pietr, el Letón (de Los casos de Maigret), astuto conocedor de La liebre con ojos de ámbar, no llega a reconocer que tiene Una herencia oculta en La casa del canal.
domingo, 24 de julio de 2022
El no retorno de Blanca Andreu
(En voz alta). Me ha gustado y también defraudado este artículo/entrevista de Jabois en torno a Blanca Andreu, que como ella misma apunta, con cierto vértigo acaso irónico, vuelve “de entre los muertos” para decir que no se cuente con ella. La Andreu causó en la poesía española un revuelo semejante al que sólo había producido, 27 años antes, Claudio Rodríguez con «Don de la ebriedad», y que después ya acaso nadie, de las múltiples hornadas y añadas salidas de las entrañas de esa especie de caballo de Troya de la poesía ibérica que fue el premio Adonáis, volvería a renovar con igual relevancia. Y, sin embargo, antes que ella, autores como Emilio Sola, con La isla (“Los que vengan dirán que somos bárbaros”), Julia Castillo y sus Urgencias de un río interior, o en el mismo año chagalliano de 1980, las Instrucciones para blindar un corazón, de José María Parreño, por citar sólo algunos casos ex corde y par cœur, ya habían transitado por caminos o aledaños parecidos… y están igual de ocultos y acaso olvidados hoy. Rapiña es la memoria. Lo que Blanca Andreu comenta, sin duda más con indiferencia que con cualquier afán polémico —salvo si acaso en algún muy concreto pellizco—, supongo que agitará un poco las viejas luchas tribales en los campamentos de los rapsodas ibéricos. A mí me ha rejuvenecido el recuerdo de aquella época, me ha traído a la memoria —y al mal sabor de boca— el frío cinismo del que a veces podía ser capaz Umbral (“la infame avilantez” que le reprochara Benet en un célebre artículo), y también, en otro sentido, el ninguneo y hasta cachondeíto que los contertulios con visos de tertulianos de Pisuerga 7 se traían con "la diosa Blanca” y, de forma inevitable, ciertas fiebres y dolores y entusiasmos y alegrías de juventud cuyo esplendor, si bien ya encauzado hacia el ocaso, aún perduran. Es asombroso que un libro como el primero de BA tenga una historia como la que aquí se cuenta. Aunque sabemos bien que no es, ni mucho menos, la única. Por suerte y por su propia condición de “palabra en el tiempo” —y, me permito añadir, “contra el tiempo y fuera del tiempo”—, la historia de la poesía está en estado de permanente reescritura y siempre a falta de una concreción y un secreto sobre el que hay que seguir indagando. Y esa es su verdadera gracia.
La entrada, publicada en mi muro de FB, dio lugar a una interesante plática.
viernes, 22 de julio de 2022
NOSTRA EN EL METROPOLITANO A MEDIANOCHE
o
domingo, 17 de julio de 2022
CONTINGENCIAS
viernes, 15 de julio de 2022
AUGURIOS
Enrique Grau: Echadora de cartas, 1981. |
Entrábamos en el quicio de Julio, soportando en la espalda del año no solo el peso de lo que se nos venía encima sino también la irresoluble memoria de lo que quedaba detrás, a menudo perdido bajo tierra, y contemplando perplejos la reiterada danza de los ebrios de sí mismos frenéticamente enlazados en corros inverosímiles, aunque para entonces ya se habían ensanchado mucho las cinchas de las yeguas de la noche y ya no creíamos ni en lo que teníamos delante: fuegos, hielos, muertes, moscas… y las fotos inéditas del universo inverosímil. Y en esas condiciones había que mover las runas y echar los naipes y leer los indicios con que el I Ching nos iba a confirmar lo que ya sabíamos pero no atinábamos a explicar, tal vez a causa de la perfidia del bucle que nos sugería no escuchar el zumbido que nos impedía retener la emoción del instante y volver a intentar un ajuste de cuentas creíble con la promesa del érase una vez...
sábado, 9 de julio de 2022
LAS COSAS DE NOSTRA
NOSTRA PEDALEANDO EN DÍAS DE JULIO, EN NO MALA COMPAÑÍA Y CON ALGUNA QUERELLA QUIZÁS ANTITAURINA, QUE NO ANTITÁURICA, DE FONDO
Una forma de mirar el mundo. Imagen CanStockPhoto .com
A Nostra, aunque apenas hable de él, lo he visto a menudo en los últimos días. Lo que pasa es que está como ensimismado, más que de costumbre, y silente, acaso como nunca hasta ahora. Aunque sí se pasea, actúa y gesticula, y hasta ha montado en la Plaza algún zipizape que sería digno de relato…, si no hiciera tanta calor. Pero, en fin. Es el caso que esta mañana lo he visto andando muy decidido por Ramos Carrión y luego ha ido a sentarse a los pedales para viejos de los jardines de Mario Benedetti —antes Plaza del Banco— y, con disimulo, me he ido tras él y me he sentado en el pedalier contiguo. Ha hecho como si no se diera cuenta, pero al poco, sin dejar de pedalear, ni yo tampoco, y con un claro ademán de actor que se sabe ante el público, se ha arrancado a declamar coplas de este jaez: «Aún no he visto ninguno, ni pienso hacerlo, mas desde aquí os lo digo: estoy de los encierros… hasta los webos». La grafía final, doy fe, es del original: no es la primera vez que me doy cuenta de que el Profeta de la Prospe suele meter muchos aggiornamentos en sus filípicas. Ha seguido después con otras rimas, aunque me parecieron incomprensibles o sin mensaje seguro. De modo que me las ahorro. O, si eso, para otro día, cuando el bochorno pase.