domingo, 24 de julio de 2022

El no retorno de Blanca Andreu

(En voz alta). Me ha gustado y también defraudado este artículo/entrevista de Jabois en torno a Blanca Andreu, que como ella misma apunta, con cierto vértigo acaso irónico, vuelve “de entre los muertos” para decir que no se cuente con ella. La Andreu causó en la poesía española un revuelo semejante al que sólo había producido, 27 años antes, Claudio Rodríguez con «Don de la ebriedad», y que después ya acaso nadie, de las múltiples hornadas y añadas salidas de las entrañas de esa especie de caballo de Troya de la poesía ibérica que fue el premio Adonáis, volvería a renovar con igual relevancia. Y, sin embargo, antes que ella, autores como Emilio Sola, con La isla (“Los que vengan dirán que somos bárbaros”), Julia Castillo y sus Urgencias de un río interior, o en el mismo año chagalliano de 1980, las Instrucciones para blindar un corazón, de José María Parreño, por citar sólo algunos casos ex corde y par cœur, ya habían transitado por caminos o aledaños parecidos… y están igual de ocultos y acaso olvidados hoy. Rapiña es la memoria. Lo que Blanca Andreu comenta, sin duda más con indiferencia que con cualquier afán polémico —salvo si acaso en algún muy concreto pellizco—, supongo que agitará un poco las viejas luchas tribales en los campamentos de los rapsodas ibéricos. A mí me ha rejuvenecido el recuerdo de aquella época, me ha traído a la memoria —y al mal sabor de boca— el frío cinismo del que a veces podía ser capaz Umbral (“la infame avilantez” que le reprochara Benet en un célebre artículo), y también, en otro sentido, el ninguneo y hasta cachondeíto que los contertulios con visos de tertulianos de Pisuerga 7 se traían con "la diosa Blanca” y, de forma inevitable, ciertas fiebres y dolores y entusiasmos y alegrías de juventud cuyo esplendor, si bien ya encauzado hacia el ocaso, aún perduran. Es asombroso que un libro como el primero de BA tenga una historia como la que aquí se cuenta. Aunque sabemos bien que no es, ni mucho menos, la única. Por suerte y por su propia condición de “palabra en el tiempo” —y, me permito añadir, “contra el tiempo y fuera del tiempo”—, la historia de la poesía está en estado de permanente reescritura y siempre a falta de una concreción y un secreto sobre el que hay que seguir indagando. Y esa es su verdadera gracia.

La entrada, publicada en mi muro de FB, dio lugar a una interesante plática.




viernes, 22 de julio de 2022

NOSTRA EN EL METROPOLITANO A MEDIANOCHE

 o

Público[Me envía Nostra un archivo de voz (se está motorizando) acompañado de esta crónica, dice que recién hecha, a pie de obra. La doy tal cual, sin editar salvo las erratas evidentes. Puede que haya otras inadvertidas en su muy peculiar jerga. Sea.]
«Hay en los éntrales de la ciudad un ruido variopinto que entre Callao y Chueca suma ondas de gradaciones derriaderas y luego, si llevas bien puestos los okicolares, verás cómo se discontinúa hasta fuliginarse por Alonso Martínez, donde puedes ochusmar a modo de auténticas campanas tubulares sólo que enhebradas sobre una bien balancillada corriente continua/corriente alterna (AC/DC, sensu stricto), y ya en Rubén Darío todo el ringobongo se remansa con claro borboteo al final de su nombre, que no en vano venimos al trompitalego desde Ópera y ya vamos a dejar el underground, pasado Núñez de Balboa y su maremoto, justamente en Diego de León, rugido aparte. Madrid la nuit es, en los furados de los subterráneos, una bAbel de todas las calañas, por lo bien visto muy despechugadas y carnimorenas, sin que ahí se agote ni mucho menos todo, y aquí y allá no es raro ver desnebularse algo así como el cielo invertido y sin final que acaso contemplara el mismísimo Max Star en su improbable sueño, eso sí, hace ya más de cien años, pero ya en los entonces seguro que prevalecían en algunos cloqueos neuronales una forma dizque sideral de sentir y de echar por delante las ganas de arrebatarle al jumo que seremos la misma voluta que un día nos negará el sol mezquino. Es en los infinitos túneles del enlace que une los pasadizos bajo casi el Hospital de la Princesa con la vieja sede cervantina, tirando por lo lejos, donde se refugia toda la soledad que la urbe nunca se permite, y por allí hay que buscar el salto desde las honduras hasta los meridianos de la noche caldeada y las pandillas mulatares copando rincones y terrazas y viendo a ver si viene lo que nunca llega ni se sabe dónde pueda encontrarse, en las ubicaciones y otros limes terrados, ay Inés, Inesita, Inés, de la ciudad que nunca duerme».
(LUN, 679 ~ «Las cosas de Nostra»)

domingo, 17 de julio de 2022

CONTINGENCIAS

Una de las miles de imágenes que se nos vienen encima estos días
con tan sólo asomarnos al exterior. Esta corresponde
a uno de los incendiosque devastan Portugal.
«Aquí huele a chamusquina», dijo. Y le llamaron profeta. Y luego lo apedrearon.
(LUN, 683)

viernes, 15 de julio de 2022

AUGURIOS

Enrique Grau: Echadora de cartas, 1981.

Entrábamos en el quicio de Julio, soportando en la espalda del año no solo el peso de lo que se nos venía encima sino también la irresoluble memoria de lo que quedaba detrás, a menudo perdido bajo tierra, y contemplando perplejos la reiterada danza de los ebrios de sí mismos frenéticamente enlazados en corros inverosímiles, aunque para entonces ya se habían ensanchado mucho las cinchas de las yeguas de la noche y ya no creíamos ni en lo que teníamos delante: fuegos, hielos, muertes, moscas… y las fotos inéditas del universo inverosímil. Y en esas condiciones había que mover las runas y echar los naipes y leer los indicios con que el I Ching nos iba a confirmar lo que ya sabíamos pero no atinábamos a explicar, tal vez a causa de la perfidia del bucle que nos sugería no escuchar el zumbido que nos impedía retener la emoción del instante y volver a intentar un ajuste de cuentas creíble con la promesa del érase una vez...

(LUN, 685)

sábado, 9 de julio de 2022

LAS COSAS DE NOSTRA

NOSTRA PEDALEANDO EN DÍAS DE JULIO, EN NO MALA COMPAÑÍA Y CON ALGUNA QUERELLA QUIZÁS ANTITAURINA, QUE NO ANTITÁURICA, DE FONDO

Una forma de mirar el mundo. Imagen ©️CanStockPhoto .com

A Nostra, aunque apenas hable de él, lo he visto a menudo en los últimos días. Lo que pasa es que está como ensimismado, más que de costumbre, y silente, acaso como nunca hasta ahora. Aunque sí se pasea, actúa y gesticula, y hasta ha montado en la Plaza algún zipizape que sería digno de relato…, si no hiciera tanta calor. Pero, en fin. Es el caso que esta mañana lo he visto andando muy decidido por Ramos Carrión y luego ha ido a sentarse a los pedales para viejos de los jardines de Mario Benedetti —antes Plaza del Banco— y, con disimulo, me he ido tras él y me he sentado en el pedalier contiguo. Ha hecho como si no se diera cuenta, pero al poco, sin dejar de pedalear, ni yo tampoco, y con un claro ademán de actor que se sabe ante el público, se ha arrancado a declamar coplas de este jaez: «Aún no he visto ninguno, ni pienso hacerlo, mas desde aquí os lo digo: estoy de los encierros… hasta los webos». La grafía final, doy fe, es del original: no es la primera vez que me doy cuenta de que el Profeta de la Prospe suele meter muchos aggiornamentos en sus filípicas. Ha seguido después con otras rimas, aunque me parecieron incomprensibles o sin mensaje seguro. De modo que me las ahorro. O, si eso, para otro día, cuando el bochorno pase.

(LUN, 692 ~ «Las cosas de Nostra»)

jueves, 7 de julio de 2022

GIGA o JIGA DEL BOSÓN DE HIGGS

Instalaciones del CERN, correspondientes al detector Alice.
Foto de Luis Dávila/Expansión.

(Oigo de nuevo esta cantinela ahora que se han cumplido diez años de la “demostración” de su protagonista y cuando la gran máquina del CERN que la hizo posible vuelve a ponerse en marcha para abordar investigaciones extraordinarias sobre la materia oscura y otras incógnitas del universo. Ni que decir tiene que quien la cantaba, sentado en el banco de una hermosa plaza, era ni más ni menos que Nostra, el Profeta de La Prospe, de modo que corran por su cuenta todas las inventivas y ceremoniales. Sea).


Ay bosón, tú que rebosas
de incógnitas genesíacas,
tú que guardas el secreto
de la impar física cuántica,
tú que te las sabes todas
las materias y sustancias
del universo invisible
y su oscuridad atávica,
tú, bosón de Higgs (posible),
firma de dios en metáfora,
muéstrate y muéstranos,
con los signos de tu traza
bien evidentes, que existes
y que existimos, que nada
se opone a nuestra periplo
para comenzar mañana
--si es que algo significa
«mañana» en tu lengua opaca--,
o en un instante sin cuándo
y en un dónde sin distancias,
el viaje interminable
a la verdad desvelada
del retorno a los orígenes
con la partícula mágica
que dicen que el alma es
en la lengua bien posada,
pues verbal materia al cabo
son la luz, los quarks, la masa,
los protones y neutrones,
también el aire y el agua,
la llama viva del fuego
y cuanto su fuerza arrasa
por esos campos de Higgs
y del diablo, en miríadas
de neutrinos intocables
que sin cesación nos bañan
hasta dejarnos desnudos
sobre la tierra ondulada
del amor que nos consume
y nos transporta en su barca.
Ay, bosón incomprensible,
pura ficción matemática
real cual la vida misma,
fin de la física clásica,
prueba que demuestra el alto
pensamiento que nos marca
como especie milagrosa
y a la vez terrible, aclara
las fronteras del exilio
y en medio de ellas señala
la veredita de luz
que guíe la vuelta a casa.
Oh, bosón sobón, no ceses
de acariciarnos la escasa
materia viva y extensa
que en nuestras mentes no alcanza
a derrotarse del todo
hacia la noche sagrada
y aún busca el bosque del sueño
y entre la risa y las lágrimas
cruza los desfiladeros
del deseo y de la náusea,
las altas mareas grises,
las colinas plateadas,
los cangilones sin nadie
rodando en la inmensa nada
y aquel viejo paradiso
con su sierpe y su manzana:
los cuentos que nos contaron,
que aún nos cuentan, hasta el alba.
Bajel de nueva odisea
y lugar nuevo en la mancha
que bajo el ojo del cielo
dibuja arrugas y escalas
para trepar al espacio
que sin querer nos atrapa
y deja un rastro sombrío
en medio de la mañana,
oh, bosón de Higgs (posible),
rubro de aquella alborada
sin albor que fue el big-bang
y ésta su secuela vasta,
huella que en el cosmos cómico
se adelantó a la pisada,
cifra del silencio espeso
que nos toma por la espalda
y al volvernos desvanece
su presencia y nos devana
en los telares del tiempo,
entre el vacío y la nada.
La nada no es el vacío,
el vacío no es la nada,
nada nada en el vacío,
el vacío y la nonada,
la nada y el "no" vacío
y el "no" da vacío nada,
nada es no en el vacío...
Entre el vacío y la nada,
tú, bosón, nos deletreas,
como el maestro en la infancia,
nos miras e, indiferente,
borras luego la pizarra.
Bailemos, amigos, todos
esta giga improvisada,
que aquí está el bosón de Higgs
(posible). Y la vida pasa.
(LUN, 694 ~ «De la Posada/Las Cosas de Nostra»)

sábado, 2 de julio de 2022

San Palíndromo

 


(En voz alta). Hoy, como todos los 2 de julio, eje del año, es San Palíndromo y la comunidad ludoverbal del CPI y aledaños celebra, durante 24 horas 24, una maratón guasápica en la que se dan citas algunos de los ingenios más notables de ambos mundos, incluidos los espacios exteriores. Algo bueno se trama y algo bueno saldrá. Seguro que nos acabamos enterando. En tiempos como los que corren y nos corren, tal vez la única esperanza cierta es que vuelva a las andadas y a desandar el camino la babélica horda ordenada y sagaz. Ajá. Estén atentos a su alrededor. Si ven volar un aerolito, no se asusten: será un bumerán con buena onda. Ajájá.

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