martes, 8 de marzo de 2022

Sobre Piedad + AA en D16

(En voz alta). Javier Puebla en Diario 16 (sí, ¡todavía existe!). Sobre Piedad seguido de Adagia andante. Gracias. Que no cese el encuentro, los encuentros, las imaginaciones. Ni se nos pierda la memoria, tan caprichosa a veces, tan siempre necesaria.

EL ESCONDIDO

 

Emil Nolde: Naturaleza muerta con máscaras III, 1911.

Dinos, Aurio, ¿todavía sigues ahí?
(LUN, 813)

lunes, 7 de marzo de 2022

TIPOS EN MEDIO DE LA CORRIENTE

TIPOS HAY A VECES TAN INUSITADOS QUE FRENTE A ELLOS PERECE EL ENTENDIMIENTO EN MEDIO DE LA CORRIENTE

Claude Monet: Pescadores en el Sena en Poissy, 1882. Belvedere, Viena.

El signo de los tiempos en ocasiones se impone por sí solo. Está tan claro que, a modo de imán, atrae y concentra las virutas de realidad y las dispone en un orden casi inamovible. Más habitual, sin embargo, es la dispersión hermenéutica referida no sólo a los registros textuales de una determinada época o momento, sino a todo el conjunto de hechos, sucesos, usos y costumbres, y de todo tipo y condición, que por ella o él circulan, y en direcciones y espacios diferentes, de manera tal que se diría que todo intento comprensivo ha de pasar necesariamente por una especie de maniobra costosísima para ordenar el caos y tratar de volver inteligible primero y comprensible después la catarata imparable de datos e impresiones que se nos ofrece como acúmulo, horrísona superposición o montonera, un verdadero mareo de suposiciones y figuraciones siempre en trance de saturar nuestros sentidos —todos ellos— y de superar cualquier posibilidad operativa de discernimiento. A vicisitudes de este jaez, amigos míos de todos los géneros, responde sin duda el desfile de personalidades tan disímiles como son ‘El hijo de la señora del perrito que prefirió la pornografía al sacerdocio’, ‘El barman malayo que trocó en pidgin-english su diosa madre’, ‘El niño privado de pastel que vio un pastel en sueños’, ‘Los siete actores que rechazaron el papel después de leer el guion’, ‘El americano desertor que dejó morir a su patrulla en Corea’ y, finalmente (al menos de forma provisional), ‘El guitarrista que cambió de sexo para convertirse en super-star’. ¿Alguien, sin duda provisto de una imaginación no torpe y de un buen hilo remendón, sería capaz de encontrar las razones subyacentes capaces de poner en el mismo plano de realidad estas vidas? No contesten todavía. Nos vemos después de la publicidad.
(LUN, 814 ~ Perec al paso, 48-53)

domingo, 6 de marzo de 2022

Crónica de la hora aciaga

(En voz alta). Afincado, tal vez como un náufrago o como aquel paseante que veía entrar los barcos en el muelle y, al fondo, “un pequeño paquebote”, al poeta le llegan los ecos de la guerra y le estremece un poema de Valente (recuerdo bien su publicación en prensa, en el Disidencias de José Miguel Ullán) que contiene terribles verdades, imágenes que cruzan por las noches bélicas como dudas y vértigos frente al amanecer. He aquí otra crónica sustancial del poeta Curiel escrita al pie de la actualidad íntima y entre las resonancias inevitables de esta Hora Aciaga. Muy recomendable.

RETORNO AL PENTAGRAMA


A menudo escribía con la esperanza eléctrica de que sobre sus renglones viniera a posarse una bandada de pájaros.

(LUN, 815)

sábado, 5 de marzo de 2022

EL OBOÍSTA EGOÍSTA

Intérpretes de oboe pícolo,
en una página de las Cantigas de Santa María (siglo XIII).


—¡A las buenas tardes!
—Tardes sí que son.
—Habrá usted comido.
—No exactamente.
—Ah, claro: la Cuaresma.
—No, ya sabe usted…
—Cada vez menos.
—… que tengo bula.
—¡Pues sí que es usted antiguo!
—Tradicional sólo.
—E irónico, presumo.
—Se intenta, claro está.
—¿Y entonces podemos decir o no que son buenas?
—¿Las tardes? ¡Qué remedio!
—¿Con qué fin?
—Hay que ser constructivos.
—Y que lo diga. Y arrostrar la marea.
—Me gusta su espíritu marinero.
—Es sólo un ejercicio de cordura.
—Ya lo creo. Hay que ver cómo se ha puesto todo.
—Lo dice por los rusos.
—Bueno, más que nada por los ucranianos.
—Qué tristeza.
—La bestia humana otra vez al galope.
—Es que no escarmentamos.
—Ya se sabe: la sombra de Caín es la de un burro.
—De su quijada, en concreto.
—Talmente.
—El hueso asesino.
—Cuando la herramienta se convierte en arma.
—Y se arma la de Dios.
—Al este del Edén.
—Y al Este de Europa.
—Raptos de locura
—Delirios imperiosos.
—Siempre hay un caballo loco que montar.
—Por eso lo digo: el caballo aquel de Gil y Tal.
—Imperioso, en efecto.
—Menuda historia, la saga marbellí.
—De letra pequeña. La de ahora, acongoja.
—¡Ya lo creo! Fíjese si no en lo de la central nuclear.
—Hay que haber perdido hasta el oremus.
—Y todo atisbo de projimidad.
—Vuelve el terror demoledor.
—Y eso que parecía agua pasada.
—Siempre hubo hijos de Putin.
—Y tanto.
—Me recuerda también la historia del músico incendiario…
—¿Un tal Nerón tal vez?
—No, no. Un oboísta, no un lirista.
—Delicioso instrumento.
—¿El oboe? Ya lo creo
—De sonoridad penetrante…
—Y mordente…
—… y algo nasal.
—Sí, veo que estamos en sintonía.
—Wikipédicos, más que nada.
—¿Conoce la historia del oboísta egoísta?
—Eso suena a farsa.
—Bueno, es pura invención.
—¿Con copyright?
—Aún no, pero…
—Me barrunto que me la está colando.
—No descarte usted nada.
—¡Eh, oiga!
—No, no. Era broma.
—Bueno, y ese horrible ripio…
—¿Cuál de ellos?
—El del egoísta.
—Ah, el oboísta. Es un cuento con moraleja.
—Ya, una patrañera de ricos con ínfulas.
—Ja, ja. No deja pasar ni una. Pero no.
—¿Entonces?
—Érase una orquesta en la que el oboe solista…
—O sea, el oboísta.
—Yes. El oboísta era un intérprete muy pagado de sí mismo.
—“Artistas: narcisistas”, ya se sabe.
—Este exigía que todas las partituras elegidas fueran aquellas…
—… en las que el oboe…
—… tuviera un papel protagonista.
—Egoísta, por tanto.
—Fue el caso que, una vez acabado el repertorio…
—Barroco, mayormente.
—En efecto. Tras eso, no se le ocurrió otra cosa que…
—A ver, a ver…
—… modificar las nuevas selecciones musicales y transcribirlas todas para oboe.
—¡Qué locura!
—¿Se imagina cómo acabó la historia?
—No, cuente, cuente.
—Pues en un motín.
—¿Rebelión en la orquesta?
—Así fue: toda la sección de cuerdas y el resto de los vientos se conjuraron…
—¿Y qué obtuvieron?
—Consiguieron que el oboísta fuera deportado.
—No me diga dónde.
—¿No quiere saberlo?
—Ya me lo imagino…
—Y eso…
—Hombre que con tantas conversas merlucinas, ya le voy calando.
—Ja, ja, va de suyo.
—Sus ocurrencias, más bien.
—Así que sabe…
—… que el artista del oboe…
—… fue deportado…
—¡¡A las Islas Feroe!!
—¡Asombroso!
—Mas bien de cajón.
—Jaja, le ahorro la rima.
—Le veo venir.
—Pues ya me iba.
—Pues agur
—Chao.
—¡Bacalao!
—¡Es usted incorregible!
—Merluzo no más…
(LUN, 816 ~ El retorno de los Merluzos)

viernes, 4 de marzo de 2022

UN POCO DE VIENTO



U N O D
R T S O
E S C U
O R T A

La tarde, de querencia todavía invernal y cruel y más lánguida que la boca de un asno, le puso ante los ojos un viejo molinillo de palabras en cuadrícula y, sacándolo a la ventana, dejó que el viento ordenara la novela. Comenzaba así:
«Un doctor acusó a otro de curandero. Cuando todo se tornó estruendoso, se desató un cruento trance tras otro trance cruento. Se truncó todo don de curar, todo recto, sano, terso trato contra crudas tretas. Nuestro donoso cuarto se trocó en un antro oscuro. Trance nudoso. Cuesta tanto. Se nos acusó de no contar con un resto de ternura. Truenos rotundos. Costra de acero. Oscura recta. End».
Luego, una ráfaga súbita deshizo la flor de palabras y el aire se llenó de vacío.
(LUN, 817 ~ Molinillos de oraciones)