lunes, 24 de mayo de 2021

Saltos en el vacío


(1)

La mano ignora el peso
de lo que deja al margen
cuando elige la tinta
y el grosor de las palabras.
Son marcas de alfarero,
siluetas aludidas,
las que caen al paso
de los cantos rodados
y quedan en la hierba
como una estela
que abre
un pequeño
reguero de luz
negra en la
vibrante espalda
de la noche.

(2)
Un gota
de agua
en cuyo centro
anida
la tormenta.

(3)
Recuerdo la ventana
que en un lado del cuadro
da paso a la mirada
del pescador de nubes.
Hay un pez infinito
que cruza todo el cielo
y las escamas puras
de la vieja sirena
descubren en sus giros
de sal las travesías
de nuestro cuerpo insomne,
su lento curso
hacia el nido
de las ovas maternas
en las aguas más hondas.

(4)
Vienen sobre los días,
entre los cruces
de las horas
y los rostros,
la señales tan claras
del callado
rumor
de su garduña.
Ella insiste.
No me deja
ningún camino
abierto.
Flor mortal.

(5)
Flashes al vuelo,
ráfagas, fogonazos.
Veo entre sombras
fugitivos instantes,
perlas ocultas
que brillan
en el cerco del tiempo.
Y abro, como un
animal esplendoroso,
mis manos
y mi mente
al sueño colectivo.

(6)
Y la naturaleza,
su espejismo:
todo lo encauza el viento
cuando sopla
mezclado con la lluvia
y es por completo
ajeno al ojo
y al temblor
y al canto.
No seremos, amigos,
devorados,
por el centro insondable
de esa flor.

miércoles, 19 de mayo de 2021

Adiós a Franco Battiato

Battiato durante una actuación en Madrid. Foto de KiKo Huesca/EFE.

(En voz alta).
La muerte de Franco Battiato nos revela de pronto que no era sólo parte de la canción de fondo (la banda sonora) de nuestro tiempo. Que en él, en su arte, en su trayectoria, tan reveladora, tan excepcionalmente característica, están encerradas, pero bien visibles a poco que les prestemos atención, algunas claves para desentrañar, o al menos hacer menos opacos, los rincones cegados y las contradicciones de la parte irrespirable de nuestro mundo. El centro de gravedad permanente siempre cae por su peso. Aunque no sea fácil asumirlo. Descanse en paz. Es elemental y consuetudinario, pero no deja de ser terrible: no cesa de morirse gente. Y a menudo, lo sepamos o no, algo nuestro desaparece también.

lunes, 17 de mayo de 2021

La última palabra



Asir la risa
y elevarse con ella
de un modo sobrehumano
—que ya lo humano estanca,
entre las sangres,
la costumbre.
Y sin dejar de soltar hilo,
a contracorriente,
condescender el gesto
del entendimiento,
saberse ser en las acciones nulas,
no ofender -ni excesiva mente- al prójimo,
bailarle el agua al que se da por aludido
y no quejarse de los intersticios,
con su obvia oquedad
entre las piedras corporales,
por los que se desagua siempre la razón.
Al fin y al cabo la soledad es todo
lo que nunca podrás pontificar:
el abismo insalvable,
la lengua inverosímil,
el estruendo que sube desde el fondo
y la canica gorda: el bolondrón.

La última palabra



Asir la risa
y elevarse con ella
de un modo sobrehumano
—que ya lo humano estanca,
entre las sangres,
la costumbre.
Y sin dejar de soltar hilo,
a contracorriente,
condescender el gesto
del entendimiento,
saberse ser en las acciones nulas,
no ofender -ni excesiva mente- al prójimo,
bailarle el agua al que se da por aludido
y no quejarse de los intersticios,
con su obvia oquedad
entre las piedras corporales,
por los que se desagua siempre la razón.
Al fin y al cabo la soledad es todo
lo que nunca podrás pontificar:
el abismo insalvable,
la lengua inverosímil,
el estruendo que sube desde el fondo
y la canica gorda: el bolondrón.

Xela Arias en el Día das Letras Galegas

(En voz alta). Pasei un chisquiño da noite lendo... La poesía en gallego tiene muy buenas noticias. Y también algo de histeria alrededor de su historia. Pero es un gozo poder acercarse al brocal de una lengua que no cesa de manar agua clara. Feliz Día das Letras Galegas. Xela Arias les está esperando (este artículo de eldiario.es puede ser una buena puerta de entrada).



miércoles, 12 de mayo de 2021

Índices

(Al filo de los días). Leer a Vila-Matas suele ser lo más parecido a participar en el festín de Esopo, aunque tiene el inconveniente de que te obliga a levantarte mucho del sillón porque menciona, con una gran capacidad movilizante, a muchos autores —la mayoría de sus libros tienen una no disimulada naturaleza de casa de citas— y refiere detalles de fácil comprobación en ejemplares que han pasado también por nuestras manos pero que desde hace tiempo duermen el sueño de los justos —cómo será ese sueño— en anaqueles cada vez más caóticos. Mucha tela que cortar. Y esta anécdota. En Impón tu suerte (Círculo de Tiza, marzo 2018), donde se reúnen artículos y otros piezas cortas, en la página 130 aparece una breve mención de un libro de Flann O’Brien, La saga del sagú de Slattery, sobre la que E. V.-M. anota que es —abro comillas— «una novela sobre las patatas y el petróleo, en muy buena versión de Antonio Rivero Taravillo». Como el libro incluye al final un amplio índice onomástico (pp. 438-459) me entretengo en repasarlo y comprobar su inclusión en él de esta mención de ART, y en efecto allí figura el nombre aunque remitido a una página errónea. No sólo eso, a una página 13 que no está foliada porque corresponde, oh coincidencia, con la doble página en blanco insertada entre el prefacio y el primer apartado el libro. Dado que la página que debería figura es la 130, no es difícil deducir lo que ha podido pasar en la confección de ese índice: se ha perdido un 0, o sea nada. Lo que ya resulta más difícil calibrar es la significación profunda de un despiste/errata/error como ese en el interior de un artefacto en el que, como suele ocurrir en el universo del autor barcelonés, nada ni el azar mismo responde sólo a la puta casualidad, ni las erratas son insignificantes. Por lo demás, el libro se lee como agua que corre, es un continúa festival de entusiasmos y revelaciones, de pistas utilísimas y también de páginas muy valiosas, como por ejemplo las dedicadas a Roberto Bolaño, tan inspiradas y convincentes que me han llevado a volcarme de nuevo en el mundo del autor de Los detectives salvajes, y a... procurar no perecer en el intenso vórtice de un tiempo que no volverá.




lunes, 10 de mayo de 2021

Ýcaro

De pronto es esta luz,
su urgencia extrema
en el filo falaz de la costumbre,
el precio que pagamos por el peso
de vivir de prestado
y dar en cada
movimiento de vida
una respuesta
a las preguntas ciegas
y al abismo
donde más tarde —o mismo ahora—
comenzaremos
a precipitarnos.