miércoles, 25 de marzo de 2020

El Augur

La imagen puede contener: una o varias personas y texto
«Hombre asomado a la ventana», foto libre de derechos, de autor desconocido.
Tomada de Fotosearch Silver. Editada.
Como llegó el día y no cesaba el confinamiento, fue en busca del Augur, no porque creyera en sus embelecos sino por puro folklore.
—¿Qué es lo que desea?
—No sé, un servicio rápido. Y que no implique ningún sacrificio animal.
—En ese caso, mire en el menú 5: Tarot, Runas, Manos, I Ching o el Libro de las Suertes.
—Todo muy visto y bastante latoso. ¿No tiene algo más sencillo?
—¿Qué tal unas tabas en tirada doble cruzada?
—¡Quite, quite, los huesos traen mal fario!
—¿Le van bien unos posos? Tengo por acá un café turco de gran calidad.
—No, el café m’altera mucho pero mucho mucho.
—Pues no sé qué otra cosa ofrecerle. ¿La carta más alta, baraja española?
—¡No sea usted vulgar hombre!
—Tal vez una moneda al aire y cara o cruz.
—¿Y usted se llama augur? Me parece que es usted un caradura,
—Caballero, que sea usted un bicho raro no le da derecho a dudar de mi profesionalidad. ¡No se conforma con nada!
—¿Sabe qué le digo?
—Si habla, quizás...
—¿Y no podríamos jugarnos la adivinación a los chinos?
—¿A los chinos? ¡Pero usted está loco! O quiere buscarme la ruina. ¡A los chinos! Con la que está cayendo... ¡Quite, quite!
—Entonces...
—Mire, vaya usted en busca de otro augur que en realidad yo soy un zapatero de Astorga y sólo hago esto en mis ratos libres para sacarme unas perrillas.
—¡Ah, truhán, al fin lo he desenmascarado! ¡Pensé que no iba a confesar nunca!
—¡Corten! Toma buena.
En el patio de luces resonó la voz del vecino del cuarto, otro confinado más, al que le habíamos dado el papel de director. Y por esa tarde concluimos el ensayo del rodaje de la obra de teatro que pensamos filmar tan pronto como nos libremos del encierro y de la peste. Además, ya había llegado la hora de aplaudir.

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martes, 24 de marzo de 2020

Adiós a Paco Torres

El actor, músico y comediante Paco Torres.
(Al hilo de los días). Ha fallecido el actor, músico y “pícaro ambulante” Paco Torres, también conocido como «Añasco (el) de Talavera», un artista de muchos registros, gran conocedor y divulgador del teatro popular al estilo de los corrales de comedias y los usos dramáticos propios del Siglo de Oro. Tras conocerlo en su pueblo natal, Los Navalmorales, hacia 1973, con ocasión de unos premios literarios, recuerdo haberlo visto actuar alguna vez en Talavera. Y hace unos años, en una librería teatral del Barrio de las Letras, tuve la suerte de encontrarme con un libro con textos teatrales, “jácaras” y pregones suyos llenos de humor e intención. Ha sido otra víctima de esta maldita enfermedad. Que la tierra le sea leve.

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El poeta (2)

La imagen puede contener: cielo, océano, nubes, exterior, agua y naturaleza
Foto de autor no localizado. Publicada bajo Creative Commons Zero. Tomada de pxfuel.
Ya sólo pedía poder soñar un poema en la hora de vísperas, cuando van cayendo las sombras y el ánimo se encoge y todo se va volviendo oscuro y se hace terrible la espera de la luz.
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lunes, 23 de marzo de 2020

Atrapados en Talavera


(Visiones en voz alta). Una situación tan extraordinaria como la que vivimos está llena de experiencias inesperadas. ¿Cómo será vivir el confinamiento en una autocaravana? Este excelente reportaje en realidad no cuenta eso, aunque su final aún no ha terminado. Es un paseo lleno de gracia y hermosas imágenes y comentarios por mi ciudad natal, Talavera de la Reina. Tiene un aire muy atractivo de reportaje turístico de calidad. E invita a recorrer algunos de los más destacados rincones de una urbe hermosa y viva. Aunque, como todos, atrapada en una pesadilla. Como talaverano (talabricense), vaya mi gratitud hacia Charo y Carlos por el amor compartido. Tal vez un día, seguramente por la noche, nos cruzaremos en sus calles, al fin libres y retornados a la normalidad. Mientras tanto, este largo paseo es un gran consuelo. Que nadie se lo pierda.

Sangre mental


El enunciado y tu cuerpo: he aquí todo
cuanto hace falta para darle cantata
de creencia a este extraño fenómeno
—pero es cuanto tenemos— de la vida.
Alienta y piensa cada día un poco,
lentamente y con conciencia clara,
en tu respiración. Y luego deja que
las palabras corran por tus venas.

jueves, 19 de marzo de 2020

Con Clara

La imagen puede contener: 2 personas, personas de pie, océano, playa, exterior y agua
En la playa de Matalsacañas, abril de 1993, Foto SPM
(Al filo de los días). Como soy bastante torpe —un verdadero nerd— para algunos usos digitales, y sobre todo en los que tienen que ver con WhatsApp, hasta hace un rato no he visto esta foto que mi hija Clara tenía en su “estado”, junto con un texto muy cariñoso por el día del padre. Parece que lo del “estado” viene a ser algo así como el resumen del clima emocional y anímico del usuario y, en consecuencia, una imagen o radiografía del aspecto que quiere mostrar al exterior. Así que la satisfacción es doble.

Me dice la propia Clara que la imagen está tomada en la playa de Matalascañas, de Doñana, y que corresponde al mes de abril de 1993. O sea, ayer mismo... ¡Quién pudiera disfrutar ahora de un larga caminata junto el mar! Sería capaz incluso —aunque no sé cómo— de recrear la escena. ¡Y luego, al hospital, ja ja!
Muchas gracias, querida Clara. El encierro de hoy acaba de disolverse.
Saldremos de esta y volveremos allí.

En son de Paz (2)

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Octavio Paz en 1992. Foto de Paulina Lavista.



(En son de Paz, 6). »El amor es escándalo, desorden, transgresión: el de dos astros que rompen la fatalidad de sus órbitas y se encuentran en la mitad del espacio», escribió Paz. Y nada más leerlo, mientras pienso en algunas —demasiadas— parejas conocidas, oigo a mi espalda una voz que susurra: «Aunque a menudo viene el tiempo... y sopla».


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 La ensoñación consciente de Paz.
(En son de Paz, 7). »En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación», escribió Octavio Paz en ese hermoso tratado sobre el amor y el erotismo que es «La llama doble». Tras asentir, cabe imaginar al menos tres preguntas o matices (im)pertinentes: ¿sólo un personaje?, ¿realmente invisible?, ¿siempre activo? Las respuestas requieren valentía, memoria y lealtad al cuerpo.


La imagen puede contener: una persona, sentada y exterior
Paz, siempre esperando la compañía... del lector. Foto: Conaculta (?)
(En son de Paz, 8). »La vía aérea es hoy la más usada, tanto por los viajeros como por el correo. Sin embargo, también ha sido y es la vía tradicional de la poesía [...] Desde su origen la poesía ha sido el arte de enlazar los ecos de las palabras: cadenas de aire, impalpables pero irrompibles. Añadiré que la poesía es también, y sobre todo, un arte respiratorio: inspiración y espiración», escribió Octavio Paz en la presentación, para sus Obras completas-Edición del autor, de «Hijos del aire», poema-correspondencia escrito en sonetos con Charles Tomlinson y publicado en 1985. Una experiencia fascinante.


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Paz o la serena contemplación. Imagen del documental
El laberinto de Octavio Paz (2016), de José María Martínez.
(En son de Paz, 9)
» voy entre galerías de sonidos,

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro...»,

escribe Paz al iniciar la cuarta estrofa de su fundacional Piedra de sol. Y hoy, al volver a leer estas líneas por causalidad, siento que han sido escritas expresamente para momentos como estos; aun más: para este instante. Y que describen, con precisión científica y justa exactitud, lo que ahora mismo está pasando. ¿No lo notan?


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Octavio Paz hablando sobre la Parca, entre otros temas,
en una foto de su archivo personal.
(En son de Paz, 10). «El arte de morir es el arte de jugar a las escondidillas», declaró en noviembre de 1997 un Octavio Paz ya muy enfermo cuando se publicó la falsa noticia de su muerte. En esa misma circunstancia —que no tiene nada que ver con esta nuestra, ¡qué bah!—, el poeta mexicano dejó otras muestras de su talante y de su fino humor (más que ironía). «Me da mucha pena —dijo— que los que se empeñan en matarme lo hagan con tanta prisa. Yo creo que no hay que morirse, pero si uno se muere hay que hacerlo a tiempo y sonriendo». Y, como si estuviera hablando para días del futuro e interlocutores recluidos (todo, claro es, de forma puramente hipotética), añadió: «La sonrisa es indispensable. Los portadores de augurios fúnebres jamás saben sonreír. Yo les diría que aprendan, no el arte de morir, sino el arte de sonreír». Nada que ver con nuestro caso, por supuesto, por supuesto, pero las palabras de un sabio, y más si además es poeta, siempre son dignas de atención. ¡Pinche Pelona!